sábado, diciembre 29, 2007

jueves, diciembre 27, 2007

Proust y los pulpos

“The secret at the heart of reading,” Wolf writes, is “the time it frees for the brain to have thoughts deeper than those that came before.” Imaging studies suggest that in many cases of dyslexia the right hemisphere never disengages, and reading remains effortful. Excelente y por demás interesante reseña del libro Proust and the Squid. Ya Derrick De Kerckhove había dicho algunas cosas parecidas en La piel de la cultura, claro, desde un punto de vista más optimista. Para él la televisión ampliaría nuestra forma de pensar, no la regresaría a estados anteriores. Lo interesante son las consecuencias: ¿nueva oralidad? Sin lectura llegamos a un mundo donde nadie duda, así de sencillo y de terrible...

Definición de libro

Roger Michelena hace eco a la definición del libro de la Unesco. Va la definición de la ley federal del derecho de autor mexicana, donde no incluye mención alguna al número de páginas.


Artículo 123.- El libro es toda publicación unitaria, no periódica, de carácter literario, artístico, científico, técnico, educativo, informativo o recreativo, impresa en cualquier soporte, cuya edición se haga en su totalidad de una sola vez en un volumen o a intervalos en varios volúmenes o fascículos.
Comprenderá también los materiales complementarios en cualquier tipo de soporte, incluido el electrónico, que conformen, conjuntamente con el libro, un todo unitario que no pueda comercializarse separadamente.

23 193 páginas consultadas

De marzo de 2006 a diciembre de 2007 alguienes han visitado 23 193 páginas de 48 libros de verdehalago dispuestos para su vista (en el exacto máximo 20 por ciento de su totalidad de páginas) en búsqueda de libros de Google. De esas todas páginas, hay 7 232 vistas a los libros (lo que promedia un poco más de 3 páginas por libro) y unas 150 vistas por título. Hemos ganado la nada honrosa cantidad de 55 centavos de dólar, dos tarjetas de felicitación por los años nuevos de 2007 y 2008 y el día de hoy recibí una muy bien diseñada tarjeta de memoria usb en forma y tamaño de tarjeta de crédito con su estuche en piel de vaca preocupada (pues de seguro dejó algunos asuntos pendientes hantes de morir por mor de Google, entre otros muchos usuarios y comensales). Pero no acaban ahí las cuentas. De hecho, han permitido que algunos libros se vendan un poco en España. ¿Por qué en España? Por razón harto sencilla, los vínculos a las librerías funcionan harto mejor. El ejemplo de Lisboa es significativo. A México prácticamente no hay vínculo a librería alguna. El problema, con todo, son los costos, pues hacer tirajes mínimos por medios digitales implica el doble de costo, al menos por ahora. Pero sucede lo mismo que en todos lados, se busca lo conocido.

sábado, diciembre 15, 2007

¿En qué se parecen los perros y los conejos?

El efecto Flynn en las pruebas de inteligencia no deja de ser, en principio, sorprendente. Pareciera que somos cada día, como especie, más inteligentes. En realidad, nos dice, no es así. An I.Q., in other words, measures not so much how smart we are as how modern we are. Interesante reseña en el New Yorker...

jueves, diciembre 13, 2007

La destrucción o el amor

Recordé el título de Aleixandre para la venta de nuestros libros en bodega. Exageración, desde luego. No tanto por la destrucción, cuanto por el amor. Deseamos, los editores y los libreros, que las personas expresen su amor por los libros en términos monetarios, valga, que compren los libros. Pero hay muchas otras formas. ¿Cómo eliminar la bodega? En algunos casos, cierto, destruyendo los libros, pero es el caso extremo. Confieso mi fracaso total y absoluto, intenté dejar sentimentalismos y pensamientos y prejuicios, pero la querencia me pudo más, soy incapaz, lo confieso, de herir a libro alguno (no tanto, exagero de nuevo, que me he cargado algunos catecismos de Ripalda y una que otra obra antigua, aun cuando excepto Ripalda, las otras fueron por mor del aprendizaje, no sabía de las tintas ferrosas tan óxidas que se borran, infames, al contacto con el agua...). Me imaginé incluso perforando sus cuerpos para inutilizarlos, pero no he podido ceder a mi propia barbarie. Ya Marcos de Libro de notas anunciaba su desasosiego. Algunos de los cercanos me veín de reojo y murmuraban a mi paso. Otros más, de plano, me llamaron bibliópata, bárbaro...

Por medio de Master en edición llego a el futuro del libro y me digo: a disponer de ellos de otra manera. Claro, sigue la promoción para vender los más posibles a precios lo más atractivo. Los hemos ofrecido a libreros de primera de segunda mano, hemos hecho promociones, hemos hecho rebajas, hemos regalado algunos, preparamos algunos donaciones a bibliotecas, ofrecemos a otros medios, pero, desde luego, podremos terminar por donarlos de algunas maneras interesantes y que encuentren sus lectores. Terminaremos con ellos, desde luego, para iniciar con otros proyectos. Creo que la bodega ahora debe ser mínima y si se tenemos tantos es por haberlos hecho de más.

Eliminar la bodega no significa eliminar los libros. Algunos sí, seamos honestos.

Acúsome de ser débil.

sábado, diciembre 08, 2007

Las ventas sub specie aeternitatis

Después de harto tiempo, en verdad harto tiempo, recibí los documentos pedidos al Fondo de Cultura Económica en la solicitud 1124900007706: la correspondencia de Arnaldo Orfila Reynal, realizada el día 31 de julio de 2006. En días pasados llegó la versión pública de los susodichos documentos. Desde luego el FCE no quiso entregarme la documentación en primera instancia (cada vez que pido correspondencia ponen cualquier cantidad de asegunes) y presenté recuerdo de revisión, el cual me dio la razón y ordenó al FCE realizar versiones públicas de la correspondencia. Generoso, el IFAI le dio ya no recuerdo cuántos meses para hacerlo (que la ley señale 10 días hábiles no es impedimento para ampliar a discreción el plazo, pues el IFAI con cada día mayor frecuencia decide interpretar la ley. Por ejemplo, hay plazo de 15 días hábiles para presentar recurso, plazo que nunca considera, bajo causa ninguna, ampliar, pero para cumplir la ley, da plazos a su real saber y entender). En fin, tengo la correspondencia y es un festín para mí, pues me permite corroborar algunas cosas, sorprenderme por otras y sonreír por otras más. El problema de la bodega, o las bodegas, es compañero de editar, siempre sobran libros. En una de las cartas, el encargado de administración o de almacén, no he podido identificarlo, pues sólo aparece su firma autógrafa, como se dice en estos casos, sin tener más datos, propone a Orfila la creación de una bodega donde se guarden los libros de bajo o nulo desplazamiento, para facilitar los inventarios, pues de ese modo, nos dice, a simple vista se podrá ver que nada ha cambiado. ¡Vaya remedio! Las entradas y salidas de alamacén son, siempre, un dolor de cabeza para las editoriales. Ninguna considera un espacio para devoluciones, como si no hubieran de procesarse, limpiarse y volverse a poner en su lugar. En teoría, con los códigos de barras, no sale ninún ejemplar sin haberse leído, pero la facilidad hace que muchos, en vez de pasar uno por uno, pulsen el número de ejemplares y lo pasen una sola vez. La falta de conocimiento de muchos diseñadores sobre las dimensiones mínimas necesariar para la legibilidad del código y los colores aceptables para esa misma legibilidad hace que algunos libros, de plano, no puedan leerse por estos medios. Y el almacén, entonces, es un caos.

Todo, imagino, porque tenemos la curiosa costumbre de considerar a los libros sub specie aeternitatis, bajo la perspectiva de la eternidad. Hace poco charlaba con amiga editora, la cual se quejaba de que la impresión digital no duraría demasiado tiempo, 300 años, decía. No creo que ninguna edición actual dure 300 años, sólo por el papel, pues sigue siendo en su mayoría ácido y, cuando no lo es, sus partes no son muy eternas que digamos (su encuadernación y su impresión, con tintas más bien de dudosa calidad). La mayoría de los libros ha ido a dar a la basura. De la biblia de Gutember disponemos, ahora, de imágenes digitales, pero no llegan a 30 los ejemplares completos. De los 6000 títulos impresos en ese primer medio siglo de la invención de la imprenta, quedan poquísimos ejemplares, incunables por definición. Por ello son valiosos. Los libros, entonces, por más cuidados que tengan, tienden a la catástrofe, las bibliotecas se incendian o las queman o las bombardean o se inundan (para no ir más lejos, la inundación reciente de casi todo Tabasco debe haber dejado casi sin libros al estado, sin metáfora alguna. En la FIL se organizó una colecta de libros para enviarlos. La SEP repondrá los libros de texto, pero no ha dicho nada de los otros libros. Del SNTE, no espera nadie que diga nada). Las goteras los asesinan, los roedores los desaparecen, los insectos los perforan y se recilcan para papeles de usos varios. Yo mismo, sin pena ni culpa alguna, he dedicado algunos ocios a experimentar blanqueados, eliminados y reciclados en catecismos varios de varios siglos distintos del inmejorable Ripalda, que abundadn tanto que nadie extrañará esos ejemplares llevados a tortura para buena ventura de quien esto escribe.

En el 2002 se inundó Praga y muchos libros valiosísimos se mojaron. Los refrigeradores de Mochov entraron al rescate, pues lo mejor para salvar un libro mojado es congelarlo en lo que se le puede dar gentil tratamiento. Pero tardarán años en quedar bien. En 1966 fue Florencia quien sufrió inundación y, más de cuarenta años después, no acaban de restaurar todos los libros dañados. Todo para decir algo simple: los libros no duran tanto como pensamos. El papel, pese a tener unos buenos 2000 años, es bueno y duradero, pero no en extremo. De muchas obras tenemos copias de copias de copias. Del grande Heráclito el obscuro nos quedaron sólo las citas que otros autores hiceron de su obra, curioso destino.

Doy vueltas sobre lo mismo, el asunto es conservemos los libros de cuantas maneras podamos. Las copias, los ejemplares, no son tan importantes cuanto la manera de crearlos. La bodega, espero, ansío, debe ser una de las primeras víctimas de la revolución digital. La eternidad de los libros, por otra parte, es tan pequeña y frágil como siempre lo ha sido...

lunes, diciembre 03, 2007

Leer o no leer

El fondo nacional para las artes de Estados unidos de norteamérica publica nuevo informe sobre la lectura: To read or not to read: a question of national consecuence. Cada vez se lee menos y cada vez se lee peor. No deja de sorprenderme que éste, nuestro hedonista mundo, descrea tanto del placer de la lectura. A nuestra época le place el placer mediado, no el directo. Hace algunos años caí enfermo en un viaje de placer, precisamente, y hube de resguardarme en la habitación del hotel. Para mi asombro, el desfile que, entre otros menesteres, era asunto del viaje, lo vi por televisión, en mi cuarto de hotel, mientras pasaba delante de la puerta misma del hotel donde me encontraba: experiencia extraña producto de mi inmovilidad. Debí observar, no participar. Quizás sea el sino de la época.

viernes, noviembre 30, 2007

Subastarán cartas de amor de Octavio Paz a Elena Garro

Según Notimex: ...miembros de la familia Garro subastarán una serie de 23 cartas originales de amor que enviara Octavio Paz a Elena Garro, en 1935, así como los derechos de autor para publicar un libro sobre dichas misivas.

De nuevo, los derechos de autor. Los benditos derechos de autor. Los miembros de la familia Garro tienen los derechos, en dado caso, de lo escrito por Elena Garro. La heredera universal de los derechos de Paz, Marie José Paz, tiene los derechos exclusivos sobre lo escrito por Paz. Así, entonces, las cartas de amor mencionadas deben tener, para su publicación comercial, contrato escrito, según las leyes mexicanas, tanto con los herederos de Elena Garro como con los herederos de Octavio Paz, o herederas, imagino. ¿Qué subastarán como derechos de autor? ¿La autorización para publicar un libro sobre dichas misivas? O es una tontería, pues no se precisa derecho alguno para publicar sobre esas cartas, o una engañifa, pues sólo pueden autorizar la publicación de lo escrito por Garro. Benditos derechos de autor.

sábado, noviembre 24, 2007

Los placeres exponenciales

Dos inventos grandes y asombrosos son parte de nuestra vida de todos los días. Uno, de dos mil años, el papel, tan poco festejado. Seguimos haciendo el papel de la misma exacta manera que hace dos mil años, lo que no es poca cosa. Claro, hemos automatizado el asunto todo y lo dejamos todo en las manos máquinas. El otro, no tan longevo, apenas medio millar de años, es el tipo móvil, dicho de otro modo, la impresión reiterada de las páginas de los libros. Con lo cual vinieron, primero, la impresión de pliegos (la imposición de páginas), las dobladoras, las alzadoras, las cosedoras y las forradoras, todas máquinas para hacer posible la producción mecánica de libros. Mucho creen que la tecnología digital está para reemplazar esa producción, pero temo que no sucede de esa manera, o no totalmente. Cuando hablamos de libros digitales casi siempre hablamos de objetos varios. Primero, casi todos los libros ahora (y revista y periódicos) son digitales en tanto se crean digitalmente, nadie usa ya tipos móviles, pero tampoco linotipos ni fotocomponedoras ni máquinas tipográficas. Se escribe en computadora (digitalmente) para diseñar en computadora (digitalmente) para producir un libro. Puede producirse para la pantalla, pero es una de las varias posibilidades. Lo fundamental, para mí, en dado caso, es que ese objeto digital es versátil y muy moldeable. La gran revolución digital es la absoluta inutilidad actual de los negativos, necesarios para la impresión en offset (hay variante, pero no las tomemos en cuenta). Primero, con la salida directo a placa, es decir, la placa de la máquina offset ahora puede "quemarse˝ digitalmente, con lo cual no precisamos negativos. Pero mejor, la impresión digital, como se le ha llamado, es decir, la impresión de páginas sin necesidad de tinta. Puro originales, pues. Y entonces el costo ha dado un cambio radical. Hagamos un poco de historia, imaginaria, como casi todas las que merecen la pena. Cuando los libros se copiaban eran carísimos, pues se precisaban muchas horas nalga para producir un solo libro. Todas eran ediciones lujosas, pues se dedicaban a decorarlas y embellecerlas. Todos eran ejemplares únicos y distintos. El tipo móvil permitió la reproducción a mayor escala, centrada en cientos. El desarrollo de esa tecnología permitió imprimir en miles después, cuando se perfeccionaron las artes de la imprenta. Las nueva tecnologías, linotipo y offset, hizo pensar en decenas e incluso centenas de miles. Pero esta última parte sólo fue para los periódicos, los libros nunca han sido pensados más allá de los millares. Unos pocos, muy pocos, se imprimen en decenas de miles, una minoría pequeña, en centenas de miles. Un millón es lujurioso en cualquier sentido para un libro. Y todo cada día más barato. La tipografía de plomo hacía rentable los libros digamos a partir de dos millares. Los negativos se dejaban para la reimpresión. Luego cambio el asunto para ir directo de la tipografía (la fotocomponedora) al negativo. Con la revolución digital, la tipografía es muy barata, realmente barata. Quien desee puede ver el primer número de la revista L=A=N=G=U=A=G=E, de las épocas prehistóricas de 1978. Navegar por sus números, cuyas imágenes páginas están disponibles ahora sin intermedio del papel, nos da una idea clara de la dificultad de crear tipografía sin demasiado dinero. Ahora es sencillísimo, dicho de otro modo, baratísimo. Es el primer cambio sustantivo, la tipografía está en manos de cualquiera, lo mismo que la preparación del libro, es decir, su diseño y maquetación. El segundo cambio, mucho más profundo, es la impresión digital y su facilidad. No se precisa invertir ya en negativos. Y los tirajes cortos, impresión bajo demanda, sobre pedido, on demand, o como quiera llamarse, tiene su límite mínimo en un ejemplar, desde luego, pero permite imprimir 10, o 100, o 1000 ejemplares. Es cada día más barata e imprimir digitalmente con impresora láser de alta velocidad es mucho más barato, aunque hay que encuadernar artesanalmente. Con ello llegamos a una paradoja: el avance tecnológico nos permite revivir métodos de producción artesanales porque ¡son más baratos! Vaya maravilla. Y entonces, no es que vendamos uno o dos ejempalres al años, es que podemos ir imprimiendo de a 20 o 30 ejemplares cada mes, para hacer frente a la demanda pequeña de nuestros libros, y hacer mucho más viable un negocio que de siempre ha sido pequeño, o menor. Y hablamos de papel y encuadernación. Lo que deja de exisitr es el sentido de tirada única, ahora es una tirada continua. Claro, los lectores digitales van a ser parte importante del futuro de los materiales impresos, valga, aunque sean impresos con tinta digital, pero no serán los únicos libros, periódicos y revistas que existan. Habrá libros, desde luego, que no merezcan nunca el papel, congratulémonos, otros que merezcan un excelente papel desacidificado, cosido con nylon y con pastas prestas a permanecer sin mácula por 500 años, pero serán y han sido, pocos. Olvidamos siempre que la gran revolución de los libros es que tiene públicos minoritarios, por definición. Sólo una minoría se interesa por cada título. No podría ser de otra manera. Lo mismo sucede ahora con la música, gracias a la revolución digital. Lo mismo comienza a suceder con otros medios masivos. El libro siempre ha sido el menos masivo de los medios y, ahora, permite editar para unos cuantos sin mengua de la calidad y con posibilidad de sobrevivencia. Las posibilidades de placer cada día son más variadas e interesantes: el camino del exceso, desde luego, lleva si no a la sabiduría, al gozo de los lectores. Quien no lee, no goza, así de sencillo. Y cada días está más al alcance de muchos todos.

miércoles, noviembre 21, 2007

Oscar Wilde

Ningún editor debiera expresar nunca una opinión sobre el valor de lo que publica. Un editor es, simplemente, un intermediario útil.

Oscar Wilde

jueves, noviembre 08, 2007

Gestión colectiva y muy abstracta

Gonzalo señala, en comentario sobre la entrada anterior, que cobra más vía derechos reprográficos que por regalías directas. De hecho, creo que es el futuro, y todos ganaríamos. Digamos, como editores podríamos pagar sobre lo realmente vendido, sin menester de grandes adelantos, para obras en el limbo, es decir, esos libros que nadie ha editado en 50 años y que nadie sabe quién tiene los derechos, si acaso alguien los tiene. Todos podrían imprimir copias digitales en bibliotecas, todos podrían encargas libros bajo pedido por medio de internet y todos los autores ganarían. La lucha de los derechos de autor viene dado porque pierden el monopolio, tanto autores, como editores, como empresas. No olvidemos que las películas cobran derechos de autor, y las frases publicitarias, y las camisetas con parafernalia de Walt Disney, y los muñecos de los Simpson, y sólo por medio de ese monopolio pueden controlar los precios. Clásico ejemplo de restricción. El problema es nuestro mundo cada día más exponencial, más diverso y más abundante (y por ello mismo más desigual). La lógica y la estructura de los derechos de autor no la crean los autores, la crean las concesionarias. Por ello hemos llegado en algunos lugares, como México, a extender a 100 años después de muerto el autor la reserva de los derechos autorales. Los derechos de Octavio Paz vencen, por poner un ejemplo, en 90 años. ¿Quién tendrá en 75 la exclusiva de explotar sus obras? María Kodama no vivirá eternamente, ¿dónde estarán en 40 o 50 años esos derechos? Hay libros cuyos adelantos oscilan entre 100 y 200 dólares, curioso, entre editoriales norteamericanas sin agentes literarios. La idea de renovar contratos suena bien, para los autores, pero sobre todo para los agentes, para las editoriales no es tan buena idea, pues cada determinado tiempo la inversión en derechos debe hacerse de nuevo, lo que cierra la posibilidad para los libros de bajo desplazamiento. Todos lo sabemos, el modelo no es bueno, sólo beneficia a unos pocos, los más poderosos en el juego. Y seguro intenrarán ir por 150 años, pues el negocio es muy lucrativo. De hecho, cada día se hace más lucrativo por las nuevas tecnologías.

lunes, noviembre 05, 2007

Monopolio y derechos de autor

Los derechos de autor son un monopolio. Quien o quienes detentan el derecho para comercializar la obra, el cual no necesariamente es el autor, pues bien puden ser los herederos o sus agentes, por decir lo menos, autoriza o no la reproducción de la obra. La idea original, del todo buena, era sencilla, que se le pague al autor por la explotación comercial de la obra. Todos, ahora, de acuerdo, aunque pasaron muchos años, mucho años, para que sucediera de ese modo. El problema es que también ha llevado a la prohibición y a la más absoluta censura. Así, prohibiciones para citar la obra de cierto autor en obras críticas incómodas, prohibiciones para reproducir en antologías, censura directa de la obra misma, y muchos etcéteras. El monopolio debiera durar veinticinco años a lo más, es decir, después de muerto el autor, los herederos tendrían el monopolio absoluto para autorizar o no las ediciones de las obras cuya explotación comercial heredaron, para después sólo hacer exigible el pago de la explotación comercial sin tener nunca control sobre quién la edita. Si no se sabe a quién pertenecen los derechos de explotación, podrían depositarse en los institutos de derehos de autor o en las sociedades autorales para su reclamación posterior. Con ello tendríamos una posibilidad real de editar y reproducir lo que quisiésemos, sin menester mayor que pagar. Abriría el mercado y, con ello, las posibilidades de edición. Un justo medio, pues la diversidad no garantiza la calidad, desde luego, pero el monopolio cuantimenos.

jueves, noviembre 01, 2007

De como la inexistencia de los vampiros es necesaria para la humana existencia

El Skeptical Inquire prueba, mediante reducción al absurdo, que los vampiros no existen. ¡Cuán hermosas las disecciones y autopsias conceptuales!

Vampires

Anyone who has seen John Carpenter’s Vampires, Dracula, Blade, or any other vampire film is already quite familiar with the vampire legend. The vampire needs to feed on human blood. After one has stuck his fangs into your neck and sucked you dry, you turn into a vampire yourself and carry on the blood-sucking legacy. The fact of the matter is, if vampires truly feed with even a tiny fraction of the frequency that they are depicted as doing in the movies and folklore, then humanity would have been wiped out quite quickly after the first vampire appeared.

Let us assume that a vampire need feed only once a month. This is certainly a highly conservative assumption, given any Hollywood vampire film. Now, two things happen when a vampire feeds. The human population decreases by one and the vampire population increases by one. Let us suppose that the first vampire appeared in 1600 c.e. It doesn’t really matter what date we choose for the first vampire to appear; it has little bearing on our argument. We list a government Web site in the references (U.S. Census) that provides an estimate of the world population for any given date. For January 1, 1600, we will accept that the global population was 536,870,911.2 In our argument, we had at the same time one vampire.

We will ignore the human mortality and birth rate for the time being and only concentrate on the effects of vampire feeding. On February 1, 1600, one human will have died and a new vampire will have been born. This gives two vampires and 536,870,911–1 humans. The next month, there are two vampires feeding, thus two humans die and two new vampires are born. This gives four vampires and 536,870,911–3 humans. Now on April 1, 1600, there are four vampires feeding and thus we have four human deaths and four new vampires being born. This gives us eight vampires and 536,870,911–7 humans.

By now, the reader has probably caught on to the progression. Each month, the number of vampires doubles, so that, after n months have passed, there are
2323 . . . 32=2n
{
n times
vampires. This sort of progression is known in mathematics as a geometric progression—more specifically, it is a geometric progression with ratio two, since we multiply by two at each step. A geometric progression increases at a tremendous rate, a fact that will become clear shortly. Now, all but one of these vampires were once human, so that the human population is its original population minus the number of vampires excluding the original one. So after n months have passed, there are
536,870,911–2n+1
humans. The vampire population increases geometrically and the human population decreases geometrically.

Table 1 lists the vampire and human population at the beginning of each month over a twenty-nine-month period. Note that by the thirtieth month the table lists a human population of zero. We conclude that if the first vampire appeared on January 1, 1600, humanity would have been wiped out by June of 1602, two and a half years later.

All this may seem artificial, since we ignored other effects on the human population. Mortality due to factors other then vampires would only make the decline in humans more rapid and therefore strengthen our conclusion. The only thing that can weaken our conclusion is the human birthrate. Note that our vampires have gone from one to 536,870,912 in two and a half years. To keep up, the human population would have had to increase by the same amount. The Web site (U.S. Census) mentioned earlier also provides estimated birth rates for any given time. If you go to it, you will notice that the human birthrate never approaches anything near such a tremendous value. In fact, in the long run, for humans to survive in the given scenario, our population would have to at least double each month! This is clearly far beyond the human capacity for reproduction. If we factor in the human birthrate into our discussion, we find that, after a few months, the human birthrate is very small compared to the number of deaths due to vampires. This means that ignoring this factor has a negligibly small impact on our conclusion. In our example, the death of humanity would be prolonged by only one month.

We conclude that vampires cannot exist, since their existence would contradict the existence of human beings. Incidently, the logical proof that we just presented is of a type known as reductio ad absurdum, that is, “reduction to the absurd.” Another philosophical principle related to our argument is the truism given the elaborate title, the anthropic principle. This states that if something is necessary for human existence then it must be true since we do exist. In the present case, the nonexistence of vampires is necessary for human existence. Apparently, whoever devised the vampire legend had failed his college algebra and philosophy courses.


También bordan sobre el curioso fenómeno, observado por casi todos nosotros, de que los fantasmas pueden caminar sin problemas, e incluso subir escaleras, pero traspasan muros y personas.

miércoles, octubre 31, 2007

El malestar de la digitalización

Muy buen artículo de Anthony Grafton en el New Yorker.

Future Reading
Digitization and its discontents.
by Anthony Grafton
November 5, 2007

In 1938, Alfred Kazin began work on his first book, “On Native Grounds.” The child of poor Jewish immigrants in Brooklyn, he had studied at City College. Somehow, with little money or backing, he managed to write an extraordinary book, setting the great American intellectual and literary movements from the late nineteenth century to his own time in a richly evoked historical context. One institution made his work possible: the New York Public Library on Fifth Avenue and Forty-second Street. Kazin later recalled, “Anything I had heard of and wanted to see, the blessed place owned: first editions of American novels out of those germinal decades after the Civil War that led to my theme of the ‘modern’; old catalogues from long-departed Chicago publishers who had been young men in the eighteen-nineties trying to support a little realism.” Without leaving Manhattan, Kazin read his way into “lonely small towns, prairie villages, isolated colleges, dusty law offices, national magazines, and provincial ‘academies’ where no one suspected that the obedient-looking young reporters, law clerks, librarians, teachers would turn out to be Willa Cather, Robert Frost, Sinclair Lewis, Wallace Stevens, Marianne Moore.”
[completo]

sábado, octubre 27, 2007

Remedios insumisos

De la medicina me place la contundencia. Tiene tal y cual enfermedad que se cura tomando tal y cual remedio, léase, fármaco. Los antibióticos no precisan de mi voluntad para matar a cuanto bicho infame y microscópico, viviente para más señas, se atravisa en su torrente camino. Mi voluntad, en sentido estricto, les es tanto indiferente cuanto irrelevante, impertinente. Así muchos otros fármacos y remdios. Nuestra manía simbólica trabaja denodadamente para decirnos que o todo está en la mente o todo está en el ambiente. Pero el mundo sigue siendo el mismo, ¡cuidado con ser diferente! que todos dios, literalmente, todo dios, obrará en tu contra. ¿Para qué sirve la medicina? Para vivir mejor, según mi nada humilde opinión. Me encanta recordar que hace menos de cien años tenemos analgésicos, anestésicos, antihistamínicos y antibióticos. En promedio vivimos cada vez más, y no gracias al new age. No es lo mismo, con todo, dar tratamiento, dar terapia y dar consuelo, pero obliteramos la diferencia.

viernes, octubre 26, 2007

3) ¿Por qué creemos que es inteligente aquel que piensa como nosotros?

¿Por qué creemos que es inteligente aquel que piensa como nosotros?, pregunta estrella, a quien agradezco ahora su otrora comentario. Por nuestro afán legislativo. No emitimos opiniones, lanzamos decretos al planeta, como Jlébnikov. En él, futurista irredento y rey de los planetas, poeta entre los poetas, todo le debiera haber sido permitido. A todos los demás mortales, príncipes pequeños si acaso, nos encanta pensar que el mundo debeira ser como nosotros queremos. Así, señalamos lo que debe escribirse y cómo debe escribirse en un blog, o en un libro, cómo debe gobernarse un país o cómo debe hacerse cualquier cosa y, por ello, sólo quien piensa igual demuestra sumisión a nuestros decretos.

Curioso, ¿no?, ahora tenemos cada día más posibilidad de leer lo que nos plazca, de escuchar lo que nos plazca, de ver lo que nos plazca, pero seguimos legislando. Infantilismo puro, el deseo es el deseo del otro. Quizás sea la respuesta...

Oliver Sacks y la musicofilia

Agradezcamos que exista Oliver Sacks. Disfruto, he disfrutado y espero disfrutaré todo lo que ha escrito. Lo he leído en inglés con extremo gusto y he leído con placer las traducciones al español de sus libros. Su libro sobre los helechos es asombroso, pues él es el asombroso en todos los casos. Aparece ahora un nuevo libro dedicado a la musicofilia, donde intenta explicar la música. Para Sacks decir desde un punto de vista humano y neurológico es lo mismo, por ello estoy de plácemes. Aparece uno de los artículos en New Yorker y hay dos algunos videos en Amazon. Un festín.

jueves, octubre 25, 2007

Yo digitalizo, tú digitalizas, él digitaliza...

¿Cómo recuperar todos los libros publicados, valga, escritos? Es la pregunta del momento, desde luego. Los libros ya no son lo que hubiesen sido antes, ni volverán a ser lo que hubieran sido de no haber existido la otrora invención digital. Y antes tener un libro no radicaba en haberlo leído (sigue sin radicar ahí, mora en otra parte) sino en poseer físico alguno de sus ejemplos. Y debemos traducir en un trasvase preciso y perfecto, en la sarta de ceros y unos que es tan cara a las máquinas. Curioso, Open Content alliance y cualquier proveedor de impresión bajo demanda tienen casi el mismo costo para digitalizar, unos treinta y tantos dólares por libros. Claro, es lo más parecido a fotografiar la página de un libro y tener no tanto el texto del libro en binario cuanto un album de fotos de las páginas del libro en binario. De donde falta la parte fundamental, la búsqueda del contenido, tan caro al proyecto de Google, que se toma en trabajo de trasvasar a su vez la imagen en texto puro y duro.

Todo una maravilla. El activo mayor es nuestro catálogo (¡Santas sorpresas!) y ese catálogo, pese a no tener la editorial mayoría legal (18 años, pues), ha pasado por el cambio tecnológico en el más extremo sentido. Nunca hicimos libro alguno en linotipo, pero sí en fotocomposición y en las primeras impresoras láseres (bonito plural, ¿no?). Un amigo me regalaba la tipografía, hecha con el venerando programa TEX, antes de que existiera nada más en México. Después compré mi primera computadora y mi primera impresora. El problema, en este momento, es reunir las versiones distintas de esos libros. Algunos están en programas que ya no existen (¿alguien recuerda Ventura?), otros se hicieron en versiones realmente viejas, ahora, de PageMaker, digamos 4 y 5, que los nuevos programas como InDesign no pueden convertir. Y otros más están chapeteados en versiones nuevas y perfectas. Pero debemos hacer arqueología, en apenas 18 años de existencia, con libros producidos con tecnología digital. ¡No imagino qué sucederá dentro de 100 años! Casi todas las computadoras que ha tenido la empresa siguen funcionando, aun cuando no se usan por ser obsoletas en verdad, no pueden hacer ahora casi nada, pues no tienen la capacidad para hacerlo. Ayudan, claro, en estos momentos para ir recuperando archivos de versiones anteriores a versiones legibles por los nuevos programas, pero algunos libros no podemos ya recuperarlos y debemos decidir, entonces, si digitalizamos o volvemos a producir.

Y salta el problema de la disponibilidad del contenido. ¿Quién es el dueño del contenido de los libros de una biblioteca? En el caso de las editoriales, es muy sencillo, lo son las editoriales mientras tengan contrato de cesión de derechos vigente y, por 50 años, de las características editoriales de su publicación, según reza la ley mexicana. Luego entonces, ¿de esa mayoría absoluta que está en la tierra de nadie de los derechos de autor? Es decir, que no son de dominio público pero nadie tiene la más pálida idea de quién detenta los derechos.

Porque si queremos que cualquiera pueda leer cualquier libro desde cualquier máquina, los libros deben estar codificados digitalmente, sea como imagen o como texto. Y hay un problema de derechos de autor, dolor de cabeza de casi todo dios en este olimpo digital. Porque, el contenido en sí de un libro, digamos las obras completas de Quevedo, es dominio público, patrimonio de todos y entonces de nadie, cualquiera puede leerlo, desde luego, pero también cualquiera puede obtener un lucro sin pagarle nada a nadie. Así de sencillo. El problema es cuando pasamos, por ejemplo, a una edición digital a base de imágenes de la primera edición. Alguien digitalizó y, por ello, tiene derechos sobre esas imágenes y puede restringir su uso, comercial o no. ¿Quién tiene ese derecho? ¿La biblioteca? ¿Google, si lo hizo? ¿Una persona, si lo hizo?

Digamos, una primera edición en español de un libro de Lord Byron, del cual soy el feliz poseedor, no tiene restricción alguna de derechos. Claro, supongamos, por mor de la argumentación, que es el único en el mundo que existe y las páginas las digitaliza cual imágenes y produzco una edición facsimilar, cualquiera puede publicar el contenido del libro, es decir, el texto, sin pago alguno de regalías. Pero nadie puede publicar otro facsimilar sin pagarme, pues, supusimos que era el único ejemplar existente. Como la Mona Lisa y el Louvre. La Mona Lisa es dominio público, pero como el cuadro es propiedad del Louvre y no es visible desde lugar público, entonces es imposible tener una imagen de la Mona Lisa sin pagarle derechos al Louvre. Ese camino, me parece, quiere seguir Google. Impedir esa senda, pretende Open Content. Ganará, como casi siempre, el dinero.

miércoles, octubre 24, 2007

Se va, se va

Recibo noticia de la posible salida de Consuelo Sáizar del FCE. Rumores, como todo se maneja en este país. No faltará quien prenda una veladora, para que se queda, no faltará quien la prenda para que se vaya, dentro y fuera de la editorial, desde luego. Al tiempo...

Gusano entre los gusanos

Gusano entre los gusanos, nada más. Una nada, pues. Lo demás es demasiado.

¿Quién preguntó?

Con el nuevo portal del IFAI, se puede husmear mucho en lo preguntado por los otros. Para mi sorpresa, alguienes preguntaron ¿quién solicitó los documentos de Elena Garro? Curioso, no les interesaba obtener los documentos sobre EG en el CISEN, sino el nombre de quien preguntó. La respuesta del AGN es memorable: el ciudadano se identificó a sí mismo como Alfredo Herrera Patiño. Y hay de todo en los recursos de revisión, desde francas ingenuidades, hasta francas aversiones...

Contenidos

¿Cuál es el activo mayor de la editorial?, preguntaba hace un rato. No son los libros impresos, en sentido estricto, pues bien pueden destruirse todos. Digamos, cuando una editorial compra a otra, ¿qué compra?: los contenidos, es decir, por una parte las patentes de derechos de autor, que en términos económicos significa la cuota de mercado que tiene, por ello planeta compró a Diana, pues tiene a García Márquez, que no es poca cosa. Y las obras, pese a estar libres, que ya están procesadas. Espasa Calpe, digamos. Que también compró Planeta. La facilidad de producción nos ha cambiado. Y le da una fluidez que no tenía el contenido. Antes un libro era la edición realizada, ahora es sólo una de sus manifestaciones, por decirlo así.

sábado, octubre 13, 2007

Natura mirante

Forma por demás clásica, imagino, de proferir un recórcholis, cáspita o cuánta sorpresa. Me dedico ahora al análisis. Digamos, me quedo viendo por un rato, con cara de tratar de entender, lo que significan los números que miro, porque, bien mirado, los números no significan nada hasta que representan algo, aunque sea a ellos mismos. Pero dejemos los platonismos. Si a la manera de moda creo etiquetas para cada uno de mis libros y luego analizo cómo, dónde, cuántos se han vendido, descubro asuntos y trasuntos maravillosos. No son ya las librerías donde más vendo, con trabajos alcanza un 50%. Vendo más cronopios que famas, digámoslo así. Vendo mucho traducido del japonés y el chino, pero mucho más del francés y menos del inglés, aunque no me queda claro el asunto. Hay distorsiones todavía, que debo eliminar. Lo infantil crece, pero no a costa de la poesía, por ejemplo. La novela y el cuento por los suelos y las brevedades se vuelven extensas. Dejamos de coeditar, por lo cual las ventas institucionales son más a bibliotecas ahora, lo que es bueno en general. En fin, asaltan dudas. ¿Vendemos más de los que nos gusta porque nos gusta? ¿O porque lo editamos mejor? ¿O por razón ninguna? Sorprende el aumento de libros sin contenido (carpetas, libretas, cuadernos para escribir) y accesorios (separadores, sobre todo). Intento sacar conclusiones.

Mi hipótesis básica sigue siendo la misma, la hipótesis Enszenberger. Resumo, seguramente mal. La industria editorial, para sobrevivir, debe semejarse cada día más a la culinaria. Así como la uniformidad de las grandes cadenas no ha matado a los pequeños restaurantes, así tampoco morirán las pequeñas editoriales. Claro, deben aprender de los restaurantes que, digamos, financian parte del negocio con su carta de vinos y, sobre todo, aprender a valorar sus viandas. No puede costar lo mismo una hamburguesa que un filete. Hasta aquí, con mi memoria, Enszenberger. Luego, debemos buscar financiamiento diverso (separadores, libretas, etc) y elevar los precios de acuerdo al libro. No volverlo prohibitivo, sólo rentable.

Llegarán las conclusiones, no me cabe duda.

viernes, octubre 05, 2007

Lo perdimos, señores, lo perdimos...

Santas cuántas sartas, lo hemos perdido, dirá el lector de esas líneas, pero me he puesto un tanto metafísico, pero más ontológico. ¿Es el libro una cosa? ¿Un objeto entre los objetos del mundo? NO, gritan mis adentros. El libro no es un cosa, ningún libro es una cosa, en el momento mismo en que se vuelve cosa deja de ser un libro. El azar llevó a mis manos, en una hora en que debía esperar sentado cierto acontecimiento, el libro de Bradbury Farnheit 451, donde no moraba hace muchos años. Más honesto, la infinita sucesión de causas y efectos me tuvo en su fila esa tarde. Cito:

...los libros sólo eran un tipo de receptáculo donde almacenábamos una serie de cosas que temíamos olvidar. No hay nada mágico en ellos. La magia sólo está en lo que dicen los libros, en cómo unían los diversos aspectos del universo hasta formar un conjunto para nosotros... ¿sabe por qué los libros... son tan importantes? Porque tienen calidad... Calidad, textura de información. La segunda [condición], ocio para asimilarla. Y la tercera, el derecho a emprender acciones basadas en lo que aprendemos por la interacción o por la acción conjunta de las otras dos.

jueves, octubre 04, 2007

¿Cuál libro?

Lo dicho, sigo en la ruta del nuncamás, o del nomeolvides, o del nuncamehabíapasado. Porque, ¿cuál es el libro? Digamos, ¿cuál es, no pensamos en los mayores paralelepípedos, tan sólo en los humildes, pero sólidos, La isla del tesoro, no El Quijote? Un tanto cuanto la paradoja de Teseo, y un tanto cuanto acotación borgiana, pero ¿cómo es el mismo libro el mismo libro? ¿Qué pervive para llamarlo el mismo? La isla del tesoro es la misma, en un sentido importante, y es muy distinta, en otro sentido importante, en los diferentes idiomas que existe y en las diferentes ediciones que ha sufrido o gozado. Porque en cuanto a las ediciones, motivo de mis actuales pensamientos, podemos decir que, al menos en un idioma, el texto es el mismo (falso, gritan las erratas, pero no las escuchemos, por horrendas). Su mismidad (salve David Wiggins) es entre todas las ediciones la misma e idéntica a sí misma. Hay, luego, un isomorfismo entre todos ellos, aunque sean muchos, o sean pocos, o sea uno solo. La mismidad del libro es el texto, aceptémoslo. No la manera en que se ve el texto, no el modo en que se despliega, el texto, la sarta de letras y espacios. El lenguaje binario, tan digital ahora, permite todo. Si asignamos, como hacen las máquinas, un código, (ASCII, para mayor dato) a cada letra, tendremos una única sarte de ceros y unos que es, sin duda alguna, La isla del tesoro. En cuanto a las traducciones, necesitaríamos un metalenguaje para lograr entendernos y decir que hay una clase de equivalencia entre todas esas sartas, pero sería, pese a la belleza, en sentido estricto falso (defecto de casi cualquier teoría hermosa). Digamos, con Octavio Paz, que cada una de esas sartas distintas, que provienen de la primigenia, crea los mismos efectos por medio de distintas causas.

Pero La isla del tesoro (La isla del pirata, fue, si no su primer título en español, por cierto, uno de los primeros) en tanto libro, es ese texto. Y llegamos a las ediciones. Y llegamos, entonces, al momento preciso en el que estamos. Antes esa sarta se trasvasaba, digamos, a cajas henchidas de tipos móviles. Luego, se trasvasaba en plomo fundido. Después fue fotográfico el asunto, ahora tiene más que ver con las curvas de Bézier, pero se trasvasa, no hay vuelta de hoja. ¿De qué hablamos entonces cuando hablamos del libro La isla del tesoro? Hay como un tufillo a unicidad y continuidad y permanencia.

Claro, trato de encontrar sentido a la destrucción de los ejemplares. No destruyo, al destruir un ejemplar de La isla del tesoro, a La isla del tesoro, destruyo uno de sus ¿epifenómenos? (Salve Lezama, se nos fue la vida hipostasiando), de sus ¿costumbres?, de sus ¿modos? de sus espinozianas ¿afecciones? Destruyo papel manchado tan ordenadamente que es legible, pero es papel. Claro, claro, claro, confieso, que no es el único, como en la edad media, cuando de ciertos libros existía en el mundo todo un ejemplar único. Agradezcamos las faltas de goteras en esos monasterios (salve David Markson), pues a su muy azarosa ausencia debemos la existencia actual de El satiricón. Pero no es el caso. Vivimos en la época posterior a la reproducción mecánica, donde la mismidad se daba, campechanamente, en máquinas y trazas (salve Cervantes), y ahora se da casi gödelianamente.

Que salir de la reproducción mecánica y llegar a la reproducción digital, hemos de dar una paso.

Y entonces, editar un libro, se vuelve tarea extraña, cada día más extraña.

Sigo en el azoro.

miércoles, octubre 03, 2007

La editoriales del futuro y la tristeza

Roger Colom se deja llevar por la fantasía (forma harto olvidada de describir el mundo) y nos cuenta cómo podría ser el comercio futuro con los libros. Y es fundamental. Cambiará la intermediación, así está sucediendo cada día más. Por una parte, se da el boca a boca en un sentido nuevo, por medio de blogs y páginas y correos, con una amplitud mayor y usos nuevos. Por otro lado, se da la intermediación de los grandes, google, ebay, technorati, youtube, etc. ¿Las librerías? Dejarán de ser lo que era, para convertirse en cualquier otra cosa. No creo que las librerías sean el lugar más obvio para encontrar un libro, no hablo del futuro, hablo ahora. Las tradicionales.Prefiero mil veces navegar por Amazon o por Alibris que ir a una librería, sea grande o pequeña. En cuanto a novedades, nada como Amazon. En cuanto a los hallazgos, nada como Alibris. Y en cuanto a rarezas, nada como ebay. Anécdotas, para entendernos (forma harto obvia de confesar mi confusión). Por medio de la maravillosa biblioteca nacional de francia pude ver la compilación que Sidney Colvin hizo de las cartas de Robert Louis Stevenson (agradezcamos que existe Robert Louis Stevenson, Borges dixit), dos volúmenos más que regordetes editados por los hijos de Charles Scribner en el año del señor 1901. Después, en ebay, pude hacerme de dos juegos de las dichas cartas a precios mínimos. Tener la edición original en doble me permite, desde luego, tener los grabados originales y no las copias al muy alto contraste de la digitalización de Gallica. Y con estos avatares y donaires, la decisión es obvia. Digitalizo yo a mi vez los libros, para lo cual tengo las dos copias, una la desencuaderno para volver sencillo hasta la nimiedad el proceso todo, con el objeto de lograr una reproducción fiel, gozosa, pues, del libro, con todo y sus grabados, y publicar una edición mínima, digamos 20 ejemaplares, de las cartas de Stevenson. Y llegamos a un lugar insospechado: como editor mexicano, pequeño, distrañido e independiente, puedo comenzar a publicar, en forma rentable, libros en otros idiomas. Y ya preparo, en el delirio total, edición de La guerra de la china por el Tártaro del Palafox y Mendoza, y de su tocayo, Mendoza, Noticias del gran reino de la china. Libros imposibles, desde hace años, muchos años, que ni siquiera están como tal en biblioteca alguna mexicana y pocas en el mundo. De Palafox, desde luego, están sus obras completas, que las he tenido en la mano en la Bibliotaca Lerdo de Tejada, pero es edición inmanejable, y del otro tengo humildes fotocopias.

Y entonces, llevado por la fantasía de Roger, llegamos a una suerte de paraíso. Puedo, entonces, no sólo tener acceso a tal o cual título, las cartas de marras, sino puede tener acceso a clones, por utilizar el lenguaje de moda, de las ediciones originales. ¿Alquier quiere la primera edición del Quijote en clon modesto? No está nada lejos. Octavo lleva haciendo ediciones fotográficas, por llamarlas así, de los clásicos mas caro a la tradición anglosajona. Nunca había visto la vida mía obra de Blake tan clara, y festino. Gaudete, grito.

El problema, como casi todo problema interesante, no es tecnológico, es humano. ¿Cómo lograr una red rentable por medio de pequeños? No tengo idea. Pero llegamos entonces al gozo extremo. Quien hace ediciones digitales, mínimas, pues, se converite en red y entonces puede llegar a ser rentable imprimir el libro en cualquiera de los lugares donde tenga negocio. Los costos de transportación desaparecen.

Pero para lograrlo debemos olvidarnos del sustento material, el papel. Tener libro almacenados impide avanzar, es volver fin lo que es medio. (Debiera ser el segundo mandamiento, no confundas los medios con los fines. El primero, cumple con las leyes de la termodinámica, pero es otro asunto). Y llego a la tristeza, o desazón, de Marcos Taracido de Libro de notas. No se destruyen los libros, de ninguna manera, se destruye o recicla, si se prefiere, ese papel. El libro sigue existiendo. Por razones tecnológicas los ejemplares eran la única posibilidad de existencia del libro, desde los a mano escritos, hasta la era del barbón Gutemberg. De las tantas copias, esas tantas, que iban desapareciendo, eran la única existencia del libro. Hay algunos de los cuales no quedó nada, desde los códices mayas o nahuas, destruidos casi todos, hasta obras de la antigüedad clásica. De Heráclito nos quedaron las citas que de su obra otros hicieron, nada más. Ahora el libro no está sólo en el papel, de hecho tiene muchas más posibilidades de sobrevivencia por medios digitales, por esas sartas de ceros y unos en la que vivimos, y ocupa muy poco espacio. Es una gran ventaja, sin duda alguna. Y nos permite una exactitud inimaginable y el paraíso del lector, del editor y del librero. En un mundo ideal, en las librerías sólo estaría los libros que se venderán ese día, el editor sólo imprimirá los libros que venderá ese día y todo para que todos los lectores encuentren todo lo que busquen ese día. Tecnológicamente es posible, así de sencillo. El tiempo de planeación se acorta drámaticamente, el tiempo de dispersión, también. El tiempo de entrega, mucho más. Precisamos, tan sólo, cambiar nuestro modo de pensar. O engañarnos a nosotros mismos, lo que resulte más fácil. Al destruir los libros editados con la tecnología anterior no los elimino, los resucito, por llamarlo así. Les permito entrar en igualdad de condiciones otra vez con los demás libros y encontrar, centro absoluto de todos nuestros afanes, los lectores que se merece, no los que pueda alcanzar, sino lo que merezca tener. Sean tres, sean miles.

Sigo pensando, desde luego.

Y preparo ediciones, lo mejor...

sábado, septiembre 29, 2007

Los libros interiores, revisitados

Tanto Roger Colom como Antonio Graell comentan sobre el fin de la bodega. Claro, lo mismo se aplica a la música y a las revistas, pero en otro sentido. La música ha sufrido una transformación que la industria editorial no ha podido sufrir, aunque quisiera. La música se independizó del sustrato material, así de sencillo. Antes, la música, debía ser en vivo, nada más. Luego, se volvió acetato. Llegó el CD y ahora es nada... múscia solo. Hay miles de maneras distintas de escuchar música ahora. Y los catálogos de quienes ofrecen música crecen exponencialmente. Porque tener en catálogo no cuesta, o cuesta casi nada. El costo de almacenar información (un catálogo) tiende a cero, si bien se le mira. Y entonces viene el asunto planteado por Roger. Casi todos bajamos de las alturas celestiales de los servidores la música. Soy un fan confeso de comprar tracks. Que ahora dispongo de una respetable antología de casi 150 versiones de Summertime, que me gusta. A esas locuras podemos llegar.

Pero a nadie le preocupa cómo se escuchará esa música. Si alguien la quiere en CD, pues alla él. Si alguien la quiere en ipod, allá él. Si alguien la quiere en su computadora y nada más, allá él. Los modos de reproducir y escuchar esa música se han vuelto asunto de gusto, no parte sustantiva, como antes, de su comercialización.

En el caso de los libros todos somos fetichistas extremos. Amamos insanamente el papel, acariciamos lascivamente sus pastas, (confieso que hay cierto libro encuadernado en piel de vaca nonata que me hirsuta, pese a adjetivo, pero otro día hablaré de mis perversiones), olisqueamos con carnal deleite sus tintas, gozamos las redondeces de sus letras, llegamos al dente ante sus cajas proporcionadas, pero todas esas perversiones mayores y menores, que también somos acumuladores obsesos, no son, ya lo habíamos descubierto como humanidad, sustantivas al contenido. Los libros manuscritos eran incluso más aquestos, digamos, pero tampoco sustantivos.

Lo importante, entonces, es el contenido. Y ese contenido es el que ofrece, ya sea quien lo produce (díganlo las bitácoras, blogs, paseadas por el mundo) o quien se especializa en seleccionarlo, los editores, en el caso de los libros y revistas. Roger menciona el New Yorker y tiene razón toda. Lo leo con placer en internet, aunque sería feliz de comprar alguna impresión decorosa. Pero también compré todo el New Yorker en DVD, hemeroteca total, y ha sido una felicidad extrema navegar (otros menos paganos decimos hojear) por su historia.

Y entramos a la diversidad. Precisamente porque seguimos presos del papel diseñamos todavía de modos extravagantes. No ha nacido el gran tipógrafo del siglo xxi. No ha nacido, tampoco, el gran diseñador. Pensamos, todos, bidimensionalmente y encerrados en la nada apetecible planaridad. Podría llegar el momento donde elijamos el tamaño, el tipo, los materiales, o simplemente compremos el modelo normal, común.

Lo interesante, desde luego, es poder ofrecer gran cantidad de libros distintos. Y de revistas, también. Sigamos con los 300 ejemplares, digamos, pero volvámoslos rentables. Cada día es más barato editar en papel. En internet cuesta el esfuerzo sólo de quien lo hace. Creo, Roger, que lo interesante no es, no me lo parece, que una revista de poesía hecha en Argentina tenga 300 lectores en Argentina y alcance 5000 en el mundo. Lo interesante, creo, es que alcance 300 en el mundo y pueda hacerse.

El comercio se fundaba en la escasez. Intercambiamos lo que nos hace falta. Pero ahora el comercio se funda en el exceso. Hay demasiado de todo. Claro, como siempre, el comercio es sólo para quienes tienen dinero, y por ello hay enormes partes desmonetarizadas en el mundo donde se vive en modos anteriores al xix. Migran para monetarizarse, para integrase al comercio, para entrar al mundo. Repito lo que otros muchos dicen. Nada me ha dejado más claro el asunto que la filatelia. Ahora es casi imposible no encontrar un timbre, lo que convierte a la filatelia en una entretención extrtaña. Debe plantear nuevo acertijos. Digamos, una colección de todos los timbres con errores conceptuales (la partitura no es del autor que homenajea, la máquina de impresión no es la primera del país, etc.), fetichismos, manos, pies, cabezas, digamos, o todos los mozarts del mundo. Pero es fácil conseguir casi cualquier timbre, por lo cual el modo y manera en que se comerciaba con los timbres dejó de ser rentable, por ello tantas filatélicas quebraron, pues no supieron enfrentar el cambio.

Lo mismo sucede con los libros. Las librerías funcionaban bajo la lógica de tengo lo que nadie más, pero ahora es imposible. De entrada, por la concentración distribuidora y productora. ¿Qué hacer? Apostar por la diversidad. ¿Para qué editar lo mismo que los demás editan? Basta repasar los catálogos de casi cualquier país para darse cuenta que los poetas publican en casi todas las editoriales que publican poesía. Digamos, que las editoriales independientes, culturales, diversas, pequeñas o distraídas publican a los mismos poetas. Casi nadie se arriesga. Y entonces tenemos la paradoja infame de que varias de esas editoriales tienen libros, a veces los mismos libros, publicados de, digamos, Mandelstam, pero ninguna Jlebnikov. Cuando el último es, quizás, el mayor del siglo recién muerto.

La diversidad debe utilizarse para crear espacios, pero no tiene sentido que todos los independientes, o etc., publiquemos el mismo universo de libros. No tiene ningún sentido. Pensemos en José Watanabe, grande poeta, muerto hace poco. De las oscuras ediciones peruanas de sus obras, de pronto Renacimiento lo edita y luego PreTextos. ¿Cambió en algo? No. Ninguno de sus libros se consigue en México, pues a las distribuidoras no les interesa ni las oscuras ediciones peruanas ni las nuevas de las editoriales españolas. No seguimos igual, en realidad estamos peor, porque de ese modo matan a la diversidad.

¿Quién edita ahora a Pablo Palacio?, digamos. Lo editan, desde luego, en Ecuador, pero igual de inconseguible el libro, es labor titánica.

Luego, es el primer paso. Lograr que se puedan imprimir pocos ejemplares de muchos varios. Los modelos son claros: Google y ebay. Lo preocupante es que, ambas, son muy jóvenes empresas (en cualquier chico rato quiebran) y son empresas, su interés es comercial, nada más. Pero nos ayudan a entender el modo y manera en que pueden suceder las cosas. Comercio entre pequeños por medio de grandes empresas. Distribución de contenido por medio de grandes empresas. Google no me plantea objeción para tener mis libros en su gran catálogo. Ebay no me plantea objeciones para vender lo que yo desee por su medio. Es una apuesta, habrá otras, desde luego. Pero como dato curioso, las librerías en México me plantean problemas para dar de alta mi catálogo, se llegan a tardar, algunas, tres meses en dar de alta en su base un libro, lo que es irracional y suicida, para ellas, no para mí, pues como editor hace mucho que no dependo de esas librerías para vender.

Mencionaba a Reyes por esa razón en la entrada anterior. Sólo aparece en Amazon.

En fin, sigamos en la reflexión y, mientras, les mando parabienes.

PD. Marcos, un saludo agradecido...

¿Quién hizo qué tan mal en los últimos 10 años?



¿Quién digitalizó las obras de Alfonso Reyes?: Google.

¿De los anaqueles de cuál institución o empresa?: la universidad de California.

¿Cuál librería las tiene en su base de datos?: Amazon.

¿Cuándo las digitalizó?: julio de 2006.

¿Cuántas bibliotecas en México tienen un ejemplar, según WorldCat?: Cuatro.

¿Cuántas en EUA?: 13

¿En GB?: 2

¿En Canada?: 2

¿Cuántas bibliotecas en México las tienen digitalizadas?: ninguna.

¿La editorial las ofrece en línea?: no.

¿La Biblioteca Nacional?: no.

¿La Biblioteca Vasconcelos?: no.

¿Quién hizo qué tan mal en los últimos 10 años?

viernes, septiembre 28, 2007

La rapidez editorial y los libros interiores

Rápido, en el mundo editorial, significa cinco años. Hay quien todavía delibera si pasar a los negativos digitales o seguir con los ópticos de toda la vida. La bodega es la pesadilla de algunos editores, a otros les tiene sin cuidado. Las bodegas de los muy grandes, digamos Random House, FCE, Alfaguara, deben tener, al menos, cinco millones de ejemplares sin movimiento, es decir, cinco millones de ejemplares que no se mueven de su estante en todo un año. Cinco millones de ejemplares cada uno de esos grandes (¿de dónde los saldos, si no?). A una editorial pequeña, risueña y distraída como la nuestra, el costo de bodega por ejemplar es de seis centavos mexicanos. Es decir, 80 000 ejemplares (que tenemos en bodega, santa madre de los libros guardados) nos cuestan $4,800.00 pesos al mes, unos 440 dólares. ¿Para qué guardar tantos libros que no vendo? Sentimentalismo puro, imagino. En parte hay ejemplares de otros fondos, que devolveré. Pero bien puedo tener 50 000 ejemplares, que no he vendido ninguno en dos años y que, de seguro, no venderé en los próximos 10, ¿qué hacer con los libros que no se venden? El único culpable soy yo, pues los he editado. ¿Destruirlos? Quizá termine por tomar esa decisión terrible. En tres años me han costado unos 15,000 dólares, y son un lastre financiero ya. Y no son cálculos sobre la base del costo del metro cuadrado o del personal contratado, nada de eso. Son el costo exacto que me cobra una empresa de logística por tenerlos en su almacén y conservarlos en buen estado. Así, migraremos a las ediciones mínimas o sobre pedido u on demand o al gusto, quizás fuese mejor decir. Ediciones al gusto. Mínimas, digo, porque podré publicar desde 20 ejemplares hasta 300, de acuerdo al tanteómetro de cuánto se venderá. Y en este caso menos es más. Si elimino el costo de la bodega y el costo de los negativos para al impresión en Offset, podríamos publicar un promedio de 10 novedades mensuales, pues el mercado solicita novedades. Y el catálogo lo mandaremos a internet.
Según los clásicos, desde Unwin hasta Enaudi, la fortaleza vivía en el catálogo, y bajo esa especie funcionamos desde nuestro inicios. Cuida el catálogo y agrándalo,aconsejaban, pero llegamos al límite. El catálogo nos hace ahora quebrar, desaparecer.
No se precisa la genialidad, pues, para darse cuenta de lo obvio. Cuidar el catálogo no significa, ahora, cuidar la bodega y cuidar el programa de reimpresiones. Cuidar el catálogo significa ampliarlo con tirajes mucho menores y tener disponible todo lo que se haya editado en cualquier momento en ediciones al gusto del lector. Porque, en estos momentos exponenciales, la demanda nunca tiende a cero, tiende a uno, y la oferta debe tener a crecer indefinidamente. No hay título, pues, que no venda al menos un ejemplar al año y, cuántos más títulos en catálogo, más venderás.
Las librerías, ¿en su estertor final?, apuestan por las novedades, pese a que las hunden cada día más.
Los grandes, los enormes, funcionan por mor de la exhibición, entonces ya son como revistas, editan el doble para que la mitad sirva como promoción para vender la otra mitad y destruirla, como se destruyen las revistas. No hay, en esos libros con fecha mortuoria, nada digno de elogio. Papeles malos, ediciones regulares, tipografía con índices rentables, no legibles, y portadas llamativas, pero no artísticas, necesariamente. Llegamos, entonces, como en tantas otras cosas, a la división estricta y clara entre cultura y entretenimiento. El libro fue cultura, ahora es, en cuanto venta, entretenimiento. Los libros interiores, por llamarlos así, los libros cuya importancia no es económica, no tienen mayor camino en el entretenimiento. Pero internet promete mucho, si aprendemos a utilizarlo.
Palinuro de México o Terra Nostra o Adán Buenosayres o La guaracha del macho camacho o Tres tistres tigres o... es punto menos que imposible cosneguirlos en las librerías del mundo. Cuestión de tiempo que dejé de suceder.
Nos volvemos etéreos, dejaremos de tener bodega y comenzaremos a imprimir sólo lo necesario. Curioso, en verdad curioso... ediciones inmateriales

domingo, septiembre 23, 2007

Google, ¿una errata?

Guglear es una palabra bastante nueva. Curioso que, en realidad, provenga de una errata. Googol. Vean el video de Hotwords.

Editores de quienes deben alejarse como de la peste

1. Los que piden dinero para leer la obra.

2. Los que piden dinero para publicar la obra.

3. Los que piden dinero para la promoción.

4. Los que piden dinero para la distribución.

5. Los que piden dinero...

Cinco consejos para no ser publicado.

1. Amenaza al editor con que tienes varias otras propuestas y que si no decide rápido, te vas.

2. Pídele un adelanto para mandarle la obra a dictamen.

3. Pídele a una tía del editor, a su mejor amiga o a ..., que te concerte una cita. Entre más cerano, más seguro que cumplido el compromiso con la otra persona no vuelve a pensar en tu obra (en ti, nunca llegará a pensar).

4. Retira la obra de la editorial diciendo que te la pidieron para dictamen en Anagrama, pero que si no les interesa se la devuelves...

5. Indígnate hasta la ignominia antes las sugerencias de cambios...

Decálogo de las conversaciones editoriales, para uso de autores.

Digo, a cuento de las respuestas un decálogo de las conversaciones editoriales, para uso de autores.

1. Empieza por el final.

2. El editor no es tu padre ni tu terapeuta.

3. El editor no te debe dinero por no publicar tu obra.

4. Si debes de explicar la obra, no está bien escrita.

5. Recuerda que le pides al editor que invierta dinero en tu obra. Dinero.

6. Por regla general, el editor conoce a más autores, a más editores y ha leído más libros que tú. Porque, si no es así, ¿para qué conversar con él?

7. No estás ofreciendo amistad, estás ofreciendo una obra.

8. La erudición está muerta, estamos ya varios años d.g. (después de google).

9. 100 a 1 a que no le interesa tu vida, debe ser como el 99% de las vidas, no de los autores, de todas las personas.

10. El único que tiene prisa eres tú. Nunca lo olvides.

Respuestas a Red de blogs y libros

URL

http://errataseminentes.blogspot.com/



- ¿Quién está detrás del mismo? (Voluntario)
¿La CIA?, porque el CISEN...

Alfredo Herrera Patiño
Editor, encuadernador diletante, escritor en ciernes, traductor ocioso, otrora impresor, diseñador lírico, distribuidor distraído, tránsfuga de la filosofía, gordo confeso y atropellado constante (llevo cuatro, dos de la especie salí volando y dos de me embarraron en el piso; sin consecuencias éticas para los perpetradores ni estéticas para quien esto escribe ni metafísicas para la marcha del mundo). Soy un enfermo muy sano, ya uso lentes multifocales y mi barba tiende a la blancura.
Añado, además de la nota anterior que aparece en el blog:
Director y cofundador de la editorial mexicana Verdehalago.
Colaboré por muchos años en el Fondo de Cultura Económica, donde traduje mucha filosofía y publiqué algunos textos en La Gaceta. Terminé una licenciatura en filosofía. Escribí para Posdata y para la revista Cambio. Colaboro (poco y mal) en Libro de notas. He publicado en Verdehalago cerca de 400 títulos, ninguno mío, al editor gracias. El más reciente Forma, tamaño y lugar de El infierno de Dante, de Galileo Galileo. Está en prensa Lo infraordinario de G. Perec.



- Por qué, cuándo y cómo surgió

Después de escribir hace algún tiempo un artículo titulado Erratas eminentes para Posdata, donde repasaba las erratas más gozosas, incurridas o topadas, de pronto me nació la idea de irlas reuniendo junto con reflexiones sobre el proceso de hechura, venta y desaparición del libro.



- La vida que ha tenido


Casi dos años. Cada día hay más quienes me comentan leer algo en el blog. Otro lo niegan. A todos les insisto que lo escribe un otro distinto con seudónimo igual.



- Qué creéis que aporta

Humor y reflexiones al vuelo de temas del libro y, a veces, del acceso a la información. No creo, como muchos, que ser editor nos vuelva especiales en ningún sentido importante. Nuestro catálogo no es como una novela que vayamos escribiendo, es un lista de precios para vender, nada más. Me encanta que la mayoría de los nuevos editores rechazan mi ayuda de manera sistemática, por la cual ya no la ofrezco. Por razones neuronales me es difícil planear con grado alto de certeza todo, y llegó a dejar sin cumplir o a cancelar sin mucha antelación más citas de las debidas, y muchos lo consideran una ofensa, pese a que me niego a concertar citas y lo hago sólo por la insistencia. Por razones que desconozco, muy poca gente del medio editorial confía en la letra impresa, en los mensajes telefónicos y en la letra digital. Siempre quieren ver físicamente a la gente y tienen cosas por decir imposibles de decir por teléfono o emilio.

He comparado el oficio del editor al de los meseros y las putas. A nadie le intereso el símil gastronómico (¿qué sería de la dicha de comer sin los meseros?), pero quizá el post, como dicen ahora los puristas, más citado y repuesto sea el de los editores y las putas. Ambos damos placer y ambos cobramos por darlo. ¿No es obvia la comparación? Entonces, me parece que llama la atención hacia lo cotidiano del oficio del editor, hacia su fragilidad y hacia su desaparición. Somos como aquellos copias cuando apareció Gutemberg, representamos una época, una manera, obsoleta y en desaparición. Los copistas podrían haber ayudad mucho al perfeccionamiento rápido de las artes de imprenta, pero la soberbia se los impidió. Pasa ahora un poco lo mismo. Pocos somos los editores realmente preocupados y ocupados en las nuevas tecnologías, de maneras creativas y novedosas. Al tiempo...

Sólo añado, bien decía un amigo psicoanalista retirado, pese a dedicarse 35 años a tratar con la parte más oscura del alma, no se dio cuenta de algo simple: hay mucha gente mezquina. La edición me lo ha enseñado, y con creces. Hay muchos autores, muchos editores y muchos libreros mezquinos y, hasta donde veo, en índice un poco mayor que en los demás mortales, donde los hay muchos.



- De qué escribes o escribís habitualmente

Me encanta incurrir y encontrar erratas. Son una máquina poética delirante (los cerditos hipotecarios, el tigre de agua, las erratas inminentes, el delito de la poesía...). No hay libro sin erratas, pues los libros son humanos. También, ahora, me dejo llevar un poco por la filatelia, donde la errata vuelve valioso lo que quizás no lo era.



- Ventajas que le veis al blog

A mí me divierte, a los demás quién sabe. Hay quienes me creen inteligente, lo cual es mucho. Si escribes con cierto humor, todo cabe. Puedes decir toda la verdad que nadie te creerá nunca. Siempre comentan la broma de los cuatro atropellamientos, pero es verdad... A los demás quizás les permita parar mientes en ciertos temas de la edición. A otros quizá logre enojarlos para que paren esas mismas mientes. A la mayoría, les importa un reverendo cacahuate.



- Cualquier otro tema o comentario que consideréis de interés.

En el mundo se publican 3000 títulos nuevos cada día. A principios del siglo 20 la industria editorial era la cuarta más grande del mundo. Todo cambió, no hace falta recordarlo. El siglo 20 transformó de modo radical la relación entre el individuo y la colectividad, el siglo 21 promete hacerlo de nuevo. ¿Qué es lo importante del libro? ¿Qué debe sobrevivir de los libros? No tengo duda, preferiría mil veces que en México se dejara de gastar en libros a nivel de gobierno y compraran las 32 millones de computadores de 100 dólares necesarias para darle una a cada uno de nuestros escolapios. México cambiaría. 3200 millones de dólares. Poco, si lo comparamos con los beneficios. Poco si lo comparamos con el PIB. Destinar, ahora, 3200 millones de dólares a la compra de libros para esos escolapios no significaría nada para nadie, excepto para las editoriales (ya sabemos cuales) que los venderían, pero para nadie más. El efecto sería mínimo. Destinarlos a computadores baratas y a conectar a todos los niños del país por medio de internet con bibliotecas virtuales, con tutores y con millones de otros niños en el mundo, cambiaría a México y al mundo.

Erratas inminentes

Salve, Juan Blanco amigo. Regalarle a un coleccionista de erratas una como: Erratas inminentes es uno de esos gozos gozosos, cejiseparados, cejilineales, cijicontentos, que la vida regala pocas veces y, siempre, inmerecida.

Soy un hombre feliz en día domingo. Mañana será lunes, pero no se puede pedirle demasiado a la vida...

miércoles, septiembre 19, 2007

Notas al pie, literalmente

Una estrella de la fama con erratas

La imagen de una espléndida Michelle Pfeiffer a punto de cumplir 50 años recibiendo por fin su estrella en el Paseo de la Fama de Hollywood dio la vuelta al mundo la pasada semana. Sus dos hijos, su marido y el productor de televisión David E. Kelley la acompañaron en este inolvidable momento, pero pocos se percataron de que ese instante que quedará siempre en la retina de la actriz no fue perfecto.

La culpa la tuvo un garrafal error de ortografía en el nombre que adornaba el centro de la estrella y que, en principio, pasó desapercibido para los cientos de fans que rodearon la ceremonia a los pies del Teatro Kodak y también para la buena de Michelle que, no sabemos si deliberadamente, ingnoró el fallo para no acabar con la magia del momento

Concretamente, el nombre que presidía la estrella número 2.395 del paseo de la fama de Hollywood, la que recibió la interprete estadounidense, era el de Michelle Pfieffer, una curiosa adaptación de su apellido real Pfeiffer, que alteró el orden de las vocales dejando así en evidencia a la organización de estos glamourosos fastos hollywoodienses.


Alguna vez en portada imprimí el nombre de José Kozer (ese don de la naturaleza hecho poema, como lo llamaba ese otro don de la naturaleza Joseph Ramón Bach) con S, y no de supermán. Como José es buena persona, ahíto mohíno, imagino, alma buena, me mandó una carta generosa, como todas las suyas. Son, creo, las peores erratas del mundo, las nominativas. De suyo, es la mía peor de todas.

Como tengo cara de Alfonso, me ha pasado en varias veces tornarme tal en portada y en interiores, en vez del germánico consejero de los duendes. Hace muchos marzos, no lo primero que publiqué en letra impresa, pues en secundaria, santa madre de las apariciones misteriosas, inicié mis afanes editores con una revista de tintes amarillistas, desde luego, donde casi todo estaba mal escrito, decía pues, no lo primero, pero sí lo primero bueno, digamos, en la Gaceta del FCE, benemérita como pocas, aparecí como Alfonso. Luego, como hacen todos los editores erráticos, me dieron una portada alfrédica. Victoria Camps y Juan Nuño, mis primeros entrevistados en el mundo (¡cuánto tamaño de escrúpulo el mío!) y Juan Nuño generosísimo (Esa es una pregunta muy inteligente, como todas las suyas), maestrísimo. Hace unos días, por cierto, regresé a sus Mitos filosóficos, libro motivo por el cual ensayamos una conversación. Perdimos ambos, Victoria Camps y yo nuestra virginidad periodística, pues nunca la habían entrevistado y nunca había entrevistado yo a nadie. Debería regresar, que es harto agradecible.

En fin, que las erratas onomásticas me ponen nostálgico.

martes, septiembre 18, 2007

Red de blogs y libros

Red de blogs y libros


El año pasado coincidiendo con el Liber en Madrid se llevó adelante un primer encuentro de Blogs y Libros . En este tiempo la blogosfera lectora-libresco-tecnológica, con todos los matices que se quiera, o personas que habitualmente hablan con cierta frecuencia bien individualmente o como editores, bibliotecarios, lectores, curiosos, críticos, libreros y un largo etcétera del libro, la lectura, los contenidos, la tecnología y su incidencia sobre el sector, las bibliotecas, etc, etc. ha ido aumentando. Así que este año en una pequeña nueva locura se nos ha ocurrido elaborar un recopilatorio lo más amplio posible, sabiendo que ya hubo intentos en su momento de los posibles blogs que pululan alrededor de este micro mundo.

Las referencias que vayamos recibiendo las iremos colgando en el blog de Trama y Texturas y, paralelamente, iremos elaborando un documento que incluya todas las respuestas.

Por nuestra parte haremos de acicate con algunos amigos y blogs que seguimos, pero todos estáis invitados a tejer la pequeña red.

Os planteamos un posible guión que si estáis interesad@s nos gustaría que en no más de dos folios (3.600 caracteres aproximádamente, sin contar espacios) nos contestaseis o contaseis:

- URL

- ¿Quién está detrás del mismo? (Voluntario)

- Por qué, cuándo y cómo surgió

- La vida que ha tenido

- Qué creéis que aporta

- De qué escribes o escribís habitualmente

- Ventajas que le veis al blog

- Cualquier otro tema o comentario que consideréis de interés.

- Para ir haciendo red: Enviarnos tres urls de blogs que aborden el “tema” para intentar contactar con ellos.

Las respuestas a (jm.barandiaran@convalor.biz)

¡Les pagan por enviar libros!

No sé ustedes, pero tenía harta gana de leer la antología y el esbozo biográfico de Lezama Lima hecha y hecho por Ana Nuño. Pero por estos lares mexicanos el libro de entre 35 y 40 euros, valía casi 80 dólares. Así, me abstuve por mucho tiempo. Hasta hace poco unas semanas que, gracias, imagino, a la generosidad del transportista transatlántico que debe haberle pagado a la editorial, a la librería o al distribuidor cantidades bastante porque enviaran por su medio este libro (y otros de la misma colección), he podido comprarlo al muy extraño y ridículo precio de 3.33 dólares. Porque la otra explicación es imposible, que los hayan vendido casi como basura. Eso, diría Socorro, sería ridículo. Cuantimás, contestaría Auxilio, en cubándose tratando. Demasiado cejijunto, por usar esta palabra tan cariña para LL, el asunto todo. Si hay exceso, ¿que hacer con el exceso de excedentes? A mí, al menos, me queda claro desde hace mucho. Yo leo barato, que los ensayos completos de don Lima los compré en 100 pesos en la edición muy trajeada de aguilar, vendida, por trajeada, en cantidades industriales a quienes compran todos esos muchos libros.

domingo, septiembre 16, 2007

Atracción por las erratas

Algunos ejercemos atracción especial sobre las erratas de imprenta, el muñequito o el haba de la Rosca de Reyes y las espinas del pescado. Suerte que no comemos ballenas, porque nos tocaría Jonás. En otro siglo, pudimos sacarnos de la boca, al saborear un pescado, el anillo de algún Dux de Venecia o la esmeralda de Polícrates.

Claro, Alfonso Reyes

Disculparán lo monárquico, pero sus libros se me han ido pegando...

sábado, septiembre 15, 2007

Lo que el tiempo encoge

Se va más de prisa conforme se va más lejos y en etapas cada vez mayores. Quiero decir que, al ensancharse el espacio humano mediante los nuevos recursos de comunicación y transporte, el tiempo humano se ha reducido en razón inversa. Y es perfectamente lícito hablar ya de “lo que el tiempo encoge”, como en nuestra frase casera.

Alfonso Reyes, marzo de 1955, primer ciento de las burlas veras.

Primera hipótesis de la desaparición del contenido en aras del mercado. El tiempo se encoge, y al encogerse, nos deja menos espacio, valga, para elegir, luego entonces la normalización: mucho todo de lo mismo. Otros, menos paganos, lo llamarán el imperio de la moda. Como quien sufre por la ombliguda BS o la muerte de Diana. Es mejor dejar en los otros la responsabilidad de uno mismo. Luego entonces, es mejor ver Technorati para elegir los blogs por leer, a guisa de ejemplo, o quejarse porque es imposible leer todos los blogs, o afirmar que el 99% de internet no sirve para nada, pues en estos lares y avatares el contenido debe buscarse, y si alguien sólo encuentra 99% de cosas sin importancia, pues será resultado de sus búsquedas o de su incapacidad, de nuevo, para buscar y dejar que otros le digan qué encontrar. Así pasa, pues, con los libros. El tiempo se encoge y los libros duran semanas en librerías. Si nos quedamos en esa queja, santas pascuas. Pero al tener semanas en librerías, pueden tener años en internet. ¿Qué hemos hecho los editores? Casi nada. Bueno, lo de siempre, quejarnos, maldecir a los comerciantes (como si no lo fuéramos nosotros), a los malos lectores (por definición los que no compran nuestros libros) y pedir apoyos fiscales y ayudas en efectivo para seguir editando. Lo mismo, pues, pedirle a alguien que lleve nuestras culpas a cuestas y nos solucione mientras el expediente de ser quien somos.

Comercio librero

Así, pues, de los libros nos quedó el comercio, y como en el caso de todos los otros comercios en este mundo propio y pequeño, el comercio se maneja por vía del exceso: grandes cadenas que venden lo mismo en muchos lugares distintos. Un Walmart es un Walmart es un Walmar. Un McDonalds es un McDonalds es un McDonalds.

La diversidad debe provenir de lo artesanal, de los pequeño, de lo minúsculo. El comercio como fin precisa y busca la uniformidad y la repetición, la expresión lo distinto y lo único, por ello se contraponen, pero no se aniquilan.

Debemos encontrar modos otros de llevar los contenidos a quienes les interesen. ¿Cómo? Lo pienso y lo pienso, y me es todo confuso. Pero quizás logre aclararme.

viernes, septiembre 14, 2007

Celebración de Palinuro de México

Me encanta esta novela porque da al traste con las formas ortodoxas de novelar, siguiendo modelos precisos como el Ulises o En busca del tiempo perdido o Rayuela; en Palinuro se desdibujan las voces narrativas y se hacen una y la misma: ¿quién cuenta tantas cosas?: nadie reconocible, ubicable, sino un coro compuesto por Palinuro, Molkas, Fabricio, el general que tiene cien ojos de vidrio, don Próspero, la tía Luisa, mamá Altagracia, el abuelo Francisco…: unos y otros se arrebatan la palabra y llevan el discurso por donde quieren hasta que otro se las quita y hace lo propio. Por lo mismo los protagonistas son también esquivos en el sentido deliberado del término, dejan de ser ellos mismos para metamorfosearse en otro, en otros: los linderos de la unicidad se diluyen a favor de lo múltiple: es, así, una novela polifónica, compuesta de muchas voces y de distintos caracteres. Y ojo, ese vaivén no la vuelve confusa, deshilachada, sino le da una fisonomía coherente y distinta a cuantas conocía en nuestro medio.

Ignacio Trejo Fuentes festeja Palinuro de México en Milenio. Ahora que recibirá Fernando del Paso el premio otrora llamado Juan Rulfo, es bueno recordar una de las mejores novelas del siglo pasado, secreto bien guardado también.

Quien no la haya leído nunca podrá conocer la felicidad, quien no la haya releído nunca, nunca podrá dejar de estar nunca.

sábado, septiembre 01, 2007

La conspiración

Leer los poemas de Homero es uno de los más puros e inagotables placeres que ofrece la vida. De algún modo, también, es uno de los secretos mejor guardados de nuestra época.
Eva Brann

domingo, agosto 12, 2007

Perdónala

Fe de erratas:

Donde dice: de inspiración arrebatada como a otros compositores románticos

Debe decir: arrebatada a otros compositores románticos

Donde dice su copiosa producción

Debe decir su copiada producción


¿Quién más que Les Luthiers?

sábado, agosto 11, 2007

Octavio Paz y los cerdos

11 de agosto de 2007

Dos hermanas que pretendían ganar dinero fácil se robaron seis pequeños cerdos para posteriormente hacerlos chicharrón y venderlos. La dueña del criadero de los animales pudo identificarlas y denunciarlas ante las autoridades, que lograron detenerlas.

Se trata de las consanguíneas Magdalena y Esperanza, ambas de apellidos Morales Velásquez, de 26 y 32 años de edad, respectivamente, quienes robaron seis lechones para sacar dinero.

Las presuntas ladronas tienen su domicilio en la calle Postdata, número 514, de la colonia Octavio Paz, en donde tenían dos de los animales que no lograron vender por lo que la dueña solamente ésos pudo recuperar.

Según cuenta la afectada, la señora Alicia de León, quien tiene su criadero en la colonia Emiliano Zapata, ella se dio cuenta del hurto cuando su hija pequeña le avisó que los animales se encontraban gritando.

Al revisar el corral, alcanzó a ver a una de las hermanas que se llevaba el último de los animales por lo que acudió a interponer la denuncia correspondiente.

Los elementos de la Dirección Estatal de Investigación (DEI) realizaron la captura de las dos hermanas, a quienes se les comprobó el robo de los animales por lo que fueron puestas a disposición del Ministerio Público.

En su declaración, ambas confesaron el ilícito e informaron que dos de los animales los habían hecho chicharrón y se los comieron, en tanto que los otros dos los lograron vender a diferentes personas.

¿Errata metafísica, poética, posmoderna?

viernes, agosto 03, 2007

Sombreros y libros

¿Dejaron los libros de tener importancia? El negocio de los sombreros fue importante por mucho tiempo en todo el mundo. Ahora está casi desaparecido. Los libros, curioso, no están desapareciendo, ya desaparecieron. Nos quedó el comercio, nada más. Vamos, nadie está interesado en el contenido de los libros, o muy, pero muy pocos. Muchos, en cambio, en las marcas y los nombres (que vienen a ser lo mismo). Todos quieren conclusiones, no procesos de pensamiento. La industria fortaleció al libro, las comunicaciones lo asesinaron. Deberemos, pues, regresar a lo artesanal para difundir el pensamiento. y la imaginación. El asceta ya no desea no desear, desea desear de nuevo en verdad...

lunes, julio 09, 2007

Libros a la guillotina

¿Qué les sucede a los libros que las editoriales no venden? Las respuestas son variadas: pueden acabar en una bodega, ser donados o rematados, pero la realidad es que una gran parte es destruida.

La última opción parece extrema, pero la biblioclastia sí existe en nuestra época. Aunque drástica, la destrucción de libros no es por razones represivas, simplemente, para algunas editoriales, es la mejor opción, por cuestiones financieras. [Seguir leyendo]

Claro, faltó aclarar que gran parte de lo publicado nace basura...

sábado, junio 30, 2007

Trosky, Paz, la duda razonable y la fuerte presunción

Curioso que la comisionada JPM, como la señalan en la propia página del IFAI, haya sido ponente en dos recursos ante entidades diversas con el mismo fondo, la declaratoria de inexistencia. En un caso, JPM dijo tener fuerte presunción, cmabiada a duda razonable bajo la espada damocliana de la justificación legal y los precedentes, pues era público, del conocimiento público, en este caso, JPM lo sabía de cierto, ¿qué?, que Siqueiros participó en la planeación y quizás en la ejecución en México de Trostky. No era, para JPM, público, que Octavio Paz haya sigo becario de El Colegio de México. Claro, resta pedir la búsqueda de todo documento relacionado con Octavio Paz en el archivo administrativo de el colmex. Vivimos al antojo de los comisionados, en general, confieso, comparto esos antojos, pero no puede funcionar el IFAI, ni la ley misma de tarnsparencia, de esta manera. Se debe aplicar la ley, obligar a entregar la información. El caso del sindicato de Pemex es clarísimo del antojo. Cambiemos sindicato de Pemex por sindicato de la UNAM o por sindicato del colmex. No me queda claro que los recursos de las cuetas sindicales sean dinero público. Las aportaciones de Pemex o la unam al sindicato, sí, desde luego, pero las cuotas sindicales de los trabajadores no es nada claro que sean dinero público. Lo fue el dinero con el cual se paga al trabajador, pero una vez cobrado, el trabajador lo aporta. Claro, le pide a la institución que lo retenga y se lo pase al sindicato en conjunto, pero el sindicato tiene una afiliación. Creo, lamento, que la ley de transparencia no puede fiscalizar a los sindicatos, para poder hacerlo debe cambiarse la ley del trabajo y señalar a los síndicatos como entidades de interés público.

Opiniones, prejuicios y antojos. En realidad deben declarar sentencias cuasi judiciales, con la ley como única consideración. Interpretar la ley, pues. Cada día habrá más recursos, cada día más amparos...

jueves, junio 21, 2007

El Colego de México no tiene expediente de Octavio Paz

El Colegio de México declaró la inexistencia de expediente alguno de Octavio Paz en sus archivos. Presenté recurso de revisión y el pleno del IFAI confirmó la respuesta, aun cuando la modificó. Maravillas de la transparencia, confirmó la respuesta modificada, pues nunca me dio acceso a la declaratoria de inexistencia, como señala la ley. Ahora deberé pedir la documentación que sobre Octavio Paz tenga en sus archivos administrativos, pues fue becario de El Colegio, por los buenos oficios de Alfonso Reyes, cuando Paz rondaba su treintañera existencia. Y tengo dos amparos contra resoluciones del IFAI. En fin, el principio de máxima publicidad es, como muchas cosas en México, buena intención. Paciencia...

Saldos, adelantos y derechos de autor

Contratar otra vez cada determinado tiempo, digamos cinco o siete años, los libros publicados, parece, en principio, bueno para el autor, pues recibe, de nuevo, un adelanto por sus regalías, pero en realidad es parte de la crisis editorial en la que vivimos. La defensa del cobro de regalías es buena, pero no a costa de condenar al olvido muchos libros. Según el bueno de Pareto, en realidad del doctor Juran, y su principio 80/20, regla casi religiosa para la venta de libros, se dice que el 20 por ciento del catálogo genera el 80 por ciento de las ventas. Lo que, en buen cristiano, significa que el 80 por ciento del catálogo genera el otro 20 por ciento. Todo, antes de internet (ai, para otros, ay!). Asintóticamente, sobre el eje del tiempo la venta de los libros tiende a cero. Ni modo. Pero al darle término a ese tiempo, cinco o siete años, lo no vendido debe convertirse en cero, y el único modo es el saldo, vender los libros a precio de costo, o incluso por debajo. Todo lo cual ha llevado a la pésima costumbre de querer vender rápido. No son, por desgracia, los autores quienes ganar, son los intermediaros (agentes literarios, les llaman en mi pueblo). Es como en el cine, a cambio de que algunos, muy pocos, ganen muchísimo, muchísimos se entusiasman con la posibilidad e intentan ingresar a las filas del cine, lo que logran muy pocos, para que uns pocos ganen muchísimo... La consecuencia es, de hecho, la poca o nula disponibilidad de viejos títulos, en general los mejores.

[Cambio detalles, andaba cantinflesco, bueno, más de lo normal]

domingo, junio 10, 2007

El caballero de los domingos

Irving Wallace tituló así alguno de sus libros. Leí todos los libros de Wallace en mi adolescencia, pues todos estuvieron a mi alcance. Orfebre entretenido, previsible en gran medida. Como, en México, Luis Spota, a quien también leí, también casi completo, en esa época. Recordé el título del libro porque, me doy cuenta, me torno ese caballero de los domingos con respecto al blog. Recuerdo el libro de su hija sobre Carlos Castaneda. Cuenta una costumbre de Castaneda bastante tierna. Al final de su vida, Castaneda ya no leí libros, pues según él ya no lo necesitaba, y no lo necesitaba no porque supiera demasiado, lo cual seguro creía, sino porque ya no necesitaba el proceso mismo de leer. Con sólo dormir junto al libro podía hacerse de su contenido. ¡Eso es fetichismo por la letra impresa!

El sonido del pensamiento

Muchos años me dediqué a la traducción, a la difícil tarea de comprender... Traduce quien comprende, quien logra leer a profundidad un texto, culquier texto, y logra expresarlo en el propio idioma, al menos en mi caso. Traduje algunos gordos libros de filosofía. Como todo traductor, generé mal entendidos (errores, pues) memorables: tonterías. Hablo de cuando, además de la juventud y la curiosidad, había necesidad. Elementos, todos, casi imposibles de separar de la traducción. El mayor adelanto tecnológico, cuando dejé de traducir y me convertí en editor, fue una máquina eléctrica que compré en abonos y me pareció el paraíso mismo. ¡Cómo y cuánto hubiera trabajado con las computadoras!, ahora que la erudición es tan démodée, pues todo está a un paso de googlearlo, y no hay referencia ni cita, por oscura o críptica (bueno, quizás la crítica de Crescas a Aristóteles o algún cabalista portugués) que no ceda ante algunas horas de navegación transatlántica. Leí y dejaba que mis dedos pensaran, el sonido, entonces, del pensamiento, era el golpeteo de la máquina, de las letras al pegar en el papel para mancharlo con sus formas. ¿Typewriter?, le pregunta una juvenil editora al escritor octagenario. No sólo nunca había visto uno, no sabía lo que era, pensando en el linotipo. Todo a cuento porque he encontrado un sencillo programa que le da sonido de máquina de escribir, de typewwriter, a mi computadora, y lo he instalado y me he dedicado a pensar con los dedos como hacía muchos años no lo hacía. Ahora escribir es mucho más silencioso, el ruido ha dejado de ser parte pensar. Inútil del todo, pero harto nostálgico. Cuán accesorios y prescindibles resultan ciertos acompañantes del pensamiento: la pluma fuente, la máquina de escribir, el humo del cigarro... de cierto, la computadora, pero todavía no nos percatamos.

domingo, junio 03, 2007

Ezra Pound y el Dr. Atl

Leo los artículos y panfletos del Dr. Atl y recuerdo a Pound. Ambos cercanos a Italia, ambos fascistas, ambos antisemitas, ambos más nacionalsocialistas que otra cosa. ¿Por qué? Que grandes o pequeños artistas puedan ser personas pútridas, no hay duda. Que la inteligencia no significa sabiduría, también. Que el pensamiento mismo no impide el fanatismo, debiéramos estar ciertos. ¿Qué vieron en ese fascismo? No lo sé. Laughlin creó New Directions para que Pound tuviera donde publicar siempre. Después de la segunda guerra, luchó y trabajó para separar las ideas políticas de Pound de su poesía. Lo logró, desde luego. El Dr. Atl tuvo todos los honores esperados. Pintor volcánico, desde luego, escritor interesante. ¿Extravagancias? ¿Perversiones? Curioso, la esclavitud y el entonces nuevo mundo convivieron bastantes siglos, pocos, en verdad pocos se opusieron a ella. ¿Por qué nos sorprenden los casos de Pound y Atl, al menos, por qué me sorprenden y no lo hace el de Bartolomé de las Casas, por ejemplo?

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