Cierto, el buen Keats nunca logró entender que Cortés y Balboa no eran la misma persona. Pero, ¿cómo alguien logra convertir On first looking into Chapman’s Homer en La primera investigación de la carrera de Chapman?
La ignorancia del español tornó, en Trabajos de amor perdidos, la fortuna de la guerra en lafortuna delaguar, pero ¿no el mismo descuido impele al propio Shakespeare en Los dos hidalgos de Verona a enviar a Valentín al puerto de esa Verona tan pariente de Barataria?
Al paso de los años y tras la pérdida total de referencias, terminaremos por leer:
Primeras noticias del maratón de Homero Simpson, por el señor Keats.
Mientras, llano y simple, deberá mediar sentencia judicial para obligarme a leer El código Da Vinci.
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