La sapiencia, buena vista y mejor disposición de Eugenio Ímaz nos privaron de una errata de proporciones metafísicas. Leyó en los pliegos impresos de cierto libro, según le cuenta Francisco Giner de los Ríos a Elena Aub, en conversación grabada y conservada en el archivo de la palabra del INAH.
Cierta página hablada de un toro unigénito, en errante traducción de la bula (bull) unigenitus.
Ay! Voltaire. Adiós fundamentalismo. Viva la lidia metafísica.
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