sábado, noviembre 28, 2009

Por encargo

Sí, en definitiva. Hacemos libros por encargo, lo que significa, en puridad, algo sencillo: no imprimimos n ejemplares de ningún título para lanzar al mercado libro alguno. Hacemos todo el trabajo editorial y creamos una matriz digital (de hecho ahora dos, una de las edición en pasta dura, para México, y otra de la edición en rústica para España). Tenemos cuantos pocos en el taller.

La idea de hacer libros por encargo no es, como varios me comentan al preguntar, vender directo a los lectores, aunque desde luego lo hacemos. Las librerías nos encargan libros, nuestro distribuidor en España también lo hace. Por encargo los hacemos para llevarlos a las librerías en México, algunas pocas más cada día, por encargo le pedimos a una empresa de impresión por encargo (IPE, sería bonito volver canon las siglas tales) hacer lo propio para España. No tenemos, pues, distribuidor en México, pues nosotros mismos distribuimos. Sí, en España. Por todo lo aterior dicho, no veo motivo de sorpresa alguna que nuestros libros yazgan en las mesas de novedades o enhiestos pacezcan en los laboriosos anaqueles de las aquellas, como en las aquestas, librerías. Algunas pocas veces, nos encargan pocos muchos ejemplares para colegios mixtos de niños y niñas estudiosos. La confusión, quizá, asoma la cabeza por los límites. La tecnología de impresión antes pedía números altos (miles, ahora incluso cientos) para hacer una tirada. Ahora es posible hacer miles, pero también cientos e, incluso, un ejemplar único en cada tirada y no hay límite para esas tiradas, pueden hacerse una tras otra, día a día, sin modificar casi el costo. Es igual de costoso, o barato, hacer diez ejemplares hoy y diez mañana, que veinte hoy. No sucedía así.

Quizá, también, la confusión nace de cómo se venden los libros. Hasta ahora las librerías siguen siendo el lugar de mayor venta, pueden ser ahora virtuales, pero las librerías siguien siendo el mejor lugar para vender libros. Crecen las ventas en las grandes superficies, sí. Crecen las ventas directas, sí, pero por sectores. Para vender Biblias, digamos, quizá las librerías no son el lugar mejor. Por ello, vender libros significa, en la gran mayoría de los casos, venderlos a una librería, sea directamente o a través de un distribuidor. Y en esa venta comienza nuestro encargo.

Serán las nuevas tecnologías, pero a veces no explico nada bien o nada bien me entienden...

Lectores comunes

Dice Harold Bloom:

Los lectores comunes, y afortunadamente todavía tenemos algunos, rara vez pueden leer a Dante; pero pueden leer y presenciar a Shakespeare. Sus pocos iguales –Homero, el Yahwehista, Dante, Chaucer, Cervantes, Tolstoi, tal vez Dickens– nos recuerdan que la rerpresentaciòn del caràcter y la personalidad humana sigue siendo siempre el valor literario supremo, ya sea en el teatro, en la lírica o en la narrativa. Soy lo bastante ingenuo como para leer incesantemente porque no puedo lograr por mi mismo coocer a bastante gente de manera bastante profunda.

Traducido por Tomás Segovia.

De Shakespeare. La invención de lo humano, desde luego.

Uno de los mayores logros editoriales

Nos dice Andrew Motion, en The Gauardian, que la edición, la nueva edición, de la correspondencia completa de Van Gogh es uno de los mayores logros editoriales de nuestra época. Y lo es, ni duda cabe, también o sobre todo por el uso pertinente de las nuevas tecnologías. La edición consta de 6 volúmenes y un cedé. Aparece bajo el sello de Thames and Hudson.





El precio es alto: 325 libras antes de 2010, 395 después. Casi 8500 pesos en el 2010. La maravilla es que todo el trabajo de edición, sistemático, pulcro, inteligente, está disponible en línea. Se hizo una edición minuciosa. Se transcribieron de nuevo las cartas, se tradujeron por completo con un criterio de fidelidad, se identificó cada una de las obras a las que se hace referencia en las cartas y se incluyen reproducciones, los esbozos y dibujos del pintor se reproducen a tamaño real, las cartas están completamente anotadas, sin embargo, la lectura es sencilla y fluida. Es, en verdad, uno de los mayores logros editoriales.



Hay formas novedosas y creativas de hacer libros, todavía hay formas novedosas y creativas que usa lo mejor de cada tecnología. Podemos, como en este caso, usar la tecnología para decir y no, como en otros casos, decir lo que nos conmina la tecnología, para ser especialista en todo.

jueves, noviembre 26, 2009

Paro mientes

Paro mientes, rato hace, en la transformación de la otrora oficina en taller. Dije: cuando llegue a... Debí decir: taller, pues taller nos hemos decidido.

Y todo por Google maps y su vista a pie de calle. Recordaba a un vendedor de máquinas abejas (de imprenta), pero no tenía del todo clara su ubicación. Recorrí virtualmente la zona donde recordaba su bodega y la encontré después de algunos afanes. Lo sorpendente, desde luego, fue ver la máquina en la calle cubierta con la msima lona azul que paciente espera en la foto de Google. Primer problema ¿cada cuando las actualizarán?

Adana virtual

¿Se tropieza uno con algo en estos lares virtuales? Pues tropecé, al buscar otras cosas, con la siguiente animación de la prensa plana Adana, de cinco por tres pulgadas. Busco y busco comprar una, pero sólo encuentro, algo caras, en Inglaterra y en Estados Unidos, y los gastos de envío son altos. Pronto, espero.

Dejo el vínculo.

miércoles, noviembre 25, 2009

¡Eso no es un libro!

Desde que inicié en las aventuras editoriales he escuchado que lo publicado por la editorial donde gravito no es un libro. Primero, por el formato. Una caja de cerillos no es un libro. Luego, por el contenido. Los aforismos que publican no son aforismos, y me citan, casi siempre a Hipócrates, algunos buenos, otros como El otoño es mala estación para los tísicos... ¿Preferirían llamarlos donaires? ¿Dichos, sentencias, máximas y donaires...? Y otros, por la facilidad. ¡Es muy fácil hacer libros así! Pues será que soy bestia, pero a mí todos me cuestan trabajo. La mayoría de las veces se psicoanalizan de incógnito. Y concluyen, desde luego, sus libros suyos sí son buenos y arduos. Enhorabuena, digo yo. Siempre insisto, ¿alguien recuerda a los editores del Quijote? Esperemos que no, sería maligno. Pero ahora escucho uno nuevo, ¿no qué sólo hacías libros sobre pedido y artesanales? Y todo porque encontraron uno en Machado libros. Ser taller no es pelearse con la tecnología, todo lo contrario, es utilizar tecnologías pertinentes al tamaño de la editorial y al libro por publicar. Muchos lo olvidan, nosotros lo olvidamos, y ceñímos nuestra producción a una tecnología. Cuyo tiraje mínimo era muy alto para nuestras posibilidades reales de venta. Ahora, vendemos toda la producción, da igual si es digital toda la producción o sólo la impresión y la encuadernación artesanal. Y es difícil hacerse a la idea de que no tenemos bodega. Cómo es difícil. Así me pareció ese comentario. ¿Cómo hay libros tuyos en España si no tienesn bodega...? Porque no tener bodega le parece a muchos contra natura... Quizá lo es.

Los libros deben ser muchas cosas, pero no están peleados con el gozo.

PD. Por cierto, me llegaron algunos correos donde me preguntan dónde compré los tipos de madera. Ni modo, la globalidad. Un vendedor en Inglaterra. Si alguien desea los datos, mándeme un correo a la dirección señalada arriba en la cabecera de este blog a veces tan dormido...

lunes, noviembre 23, 2009

Tipos de madera

Encontré, feliz, las letras justas para el nombre querido, en tipos gordos de madera. Pronto, espero, enmarcarlos. Todavía algunas pocas tiendas en México los venden nuevos, pero son raros usados. No hemos tenido nunca industria gráfica robusta, lo que explica las pocas máquina de prensa plana pequñas a la venta en estos lares, a diferencia de Inglaterra o Estados Unidos, donde hay muchas en el mercado. Lo mismo para los tipos duros, de metal o madera. Aquí hay pocos y malos. En algunos años renacerá el gusto, y a tratar de hacer las máquinas abejas...

viernes, noviembre 20, 2009

Un linotipo por 20 dólares


La decadencia es clara. De rey de las máquinas a fierro viejo. Sin el linotipo, la cultura hubiese sido otra. En algunos años valdrá una fortuna cualquiera de estas máquinas prodigiosas.

Un pingüino en una estampilla...

No es común ver un libro en una estampilla, cuentimenos festejar el diseño de uno. Un gozo, desde luego.

Y claro, como los ingleses inventaron las estampillas, son los únicos que no precisan poner el nombre de su país en sus timbres postales, y señalan en este caso no el precio, sino el servicio: doméstico de primera..., el cual, difícil de creer en un lugar como México, llega el siguiente día hábil.


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