jueves, noviembre 30, 2006

Esther Píscore

¿La musa de los escarabajos?

La escaramusa.

¿La de las arañas?

La musaraña.

Octavio Paz

Acaba de emitirse el timbre de Gansito. Así, sin más, Gansito de Marinela. ¿Por qué México no ha emitido ningún timbre de Octavio Paz? Digo, sólo tenemos tres premios Nobel, García Robles, Molina y Paz. El primero tiene varios timbres, merecidos, sin duda alguna. El segundo, por demás merecido, pero emitieron un timbre poco interesante, merecía un mejor timbre el doctor Molina. ¿Paz? No tiene nada.

¿Por qué México no emite un timbre de Octavio Paz?

La federación mexicana de futbol, tiene varios. Chabelo tiene, el Chavo tiene, hay varios dedicados al beisbol mexicano. Hasta Memín tiene uno. ¿Por qué Octavio Paz no tiene un tiembre en México? ¿Qué significa que Octavio Paz no tenga un timbre en México?

Será bueno preguntárnoslo.

Amparo

Obtuve ampara en contra del desechamiento del recurso presentado ante el IFAI sobre una resolución del Fondo de Cultura Económica. Cuento un poco más aquí. Prometo ahora sí pasar al otro blog el tema de la obscura, negra, transparencia.

lunes, noviembre 27, 2006

¿La obscurísima transparencia?

Me escribe Tommo Terada en un comentario:

Alfredo:

Lo siento pero el correo que tengo de ti me rebotó, y la página de Verdehalago está en reparación.
Soy miembro de la mesa de redacción de la revista Replicante, de la que es editor Rogelio Villarreal.
En el número actualmente en circulación, el 9, analizo los documentos que te entregó el Archivo General de la Nación, acerca de Elena Garro. Los bajé de tu sitio. La conclusión a la que llegué es que esos documentos no prueban que Elena Garro haya sido espía y que, al contrario, todo indica que se le puso una trampa.
Señalo que Alonso Lujambio, el comisionado ponente de tu petición y actual presidente del IFAI, debe presentar una disculpa pública por haber hecho ese señalamiento sin tener verdaderas pruebas. Por cierto, yo ya le escribí a Lujambio avisándole de mi texto, y tengo el debido acuse, por si a futuro tengo que demostrar que sabía de su existencia.
Te menciono expresamente en mi texto y, aunque no lo escribí, pienso que también tienes parte de responsabilidad en este desaguisado porque, por lo visto, no tenías claro para qué querías esos documentos y no los analizaste con cuidado.
Tal vez te envíe escaneado mi texto. Como Replicante no tiene los medios publicitarios de Letras Libres, me dirijo a ti directamente.
Saludos.

Tomoo Terada


* * * *

Tomoo, no tengo parte, tengo toda la responsabilidad de solicitar los documentos al AGN. La transparencia es incómoda para casi todos, porque permite que quienes, como yo, son preguntones, logren obtener documentos que no saben ni para qué los quieren. A todos a quienes molestan mis preguntas dicen lo mismo, en la UAM, en la UNAM, en Educal, en el FCE, en el Colmex, en el Instituto Mora, en el CIESAS, en el INBA, en CONACULTA, en Aeropuertos y servicios auxiliares, en El Colegio de la frontera norte, en El Colegio de Michoacán, en el AGN, en Gobernación. Lo importante es la existencia de esos documentos y que podamos leerlos sin demostrar interés jurídico. No son, hasta ahora, pruebas jurídicas de nada, pues nadie pretende, hasta ahora, probar jurídicamente nada. Creo, como tú, que el comisionado ponente se precipitó. Creo, como tú, que Elena Garro no espiaba a nadie. Lee el texto de Carlos Monsiváis en Confabulario sobre el tema para ver que, de pronto, informaba de más a quien no debía. Mi interés, lo he dicho, era contrastar la vigilancia hecha a Paz y a Garro. ¿Trampa? Lo dudo mucho. ¿Conoces los expedientes del FBI sobre Garro? Son igualmente interesantes.

Por cierto, te sigues de largo sobre el asunto de los documentos. Sin mostrar otros documentos, no sabemos si los de Garro son típico o atípicos. La falla en los nombres vienen, de seguro, de los agentes, que no tenían la más mínima idea. Ve el informe de la asamblea donde habla Garro en la UNAM y el Memo donde los campesinos la tildan de “palera” de Legorreta. Debemos investigar más esos archivos, pedir copias de esos documentos nos ayudará a entender esa época, esa manera de control y todas las torpezas. No tengo opinión hecha sobre Garro, pero hay muchas zonas por demás obscuras y opacas. No termino de entender la tesis de la trampa. Pero, ¿visto lo muy poco que hay de Paz? ¿No te sorprendió su denuncia de intento de soborno a sus subalternos? Y, desde luego, ¿no es por demás extraña la denuncia de Garro? Muchos tenían miedo, pocos, pero muy pocos, hicieron lo que hizo Garro.

Por último, a mí me pareció de clara labor de inteligencia mexicana el llevar un registro pormenorizado de las visitas a los presos políticos. Es uno de los hilos que hay que seguir. Lo que me sorprende, sobremanera, es ¿por qué no piden más y más documentos? Me asombra que se me cite, cuando soy lo menos importante. Lo importante es la apertura de esos archivos y, como sociedad, la estamos desperdiciando.

Saludos y parabienes (y un gusto generar diálogos)

sábado, noviembre 25, 2006

El premio FIL, antes llamado como se llamaba...

El premio FIL, antes llamado como se llamaba, nombra, de nuevo, a sus ganadores y tiene el prestigio de sus ganadores y la gente lo reconoce por sus ganadores. ¿De qué protestarán ahora? ¿De que nadie se acuerda de ellos? Porque de Rulfo, todos nos acordamos. Y del premio FIL, también. El nombre, contra lo que ellos pensaban, los familiares, no tenía, ni tiene, la menor importancia. Era un homenaje, que los herederos han envilecido y aniquilado. Enhorabuena por ellos que ahora regresa el nombre, sólo el nombre, como marca comercial, a su uso propio.

martes, noviembre 21, 2006

Y una errata hace justicia

El 4 de julio de 1947 llegué con mis padres, víctimas sobrevivientes del Holocausto, al puerto de Buenos Aires. Mi mamá bajó del barco cubierta por una mantilla, una de sus manos envueltas en un rosario y en la otra, el catecismo de nácar que había comprado en Europa, como si fuera una católica". Diana Wang tenía dos años cuando viajó con su familia en el barco Bialystok. Venían desde Gdynia, Polonia, y tuvieron que "disfrazar" su condición de judíos para entrar a la Argentina.
El 12 de julio de 1938 había entrado en vigencia la Circular 11, un documento secreto a través del cual, el entonces ministro de Relaciones Exteriores y Culto, José María Cantilo, ordenó a los cónsules argentinos que negaran el otorgamiento de visas a los judíos europeos que huían del régimen nazi. Por eso muchos ocultaban su identidad religiosa.
Hoy, 58 años después, una línea roja tacha la palabra "católica" en el casillero "Religión" del certificado de ingreso de Diana Wang. Y una errata hace justicia: "Léase judía".

[nota completa][Más]

El legado de los salvadores

Durante la Shoá -Holocausto-, en la Europa ocupada por los nazis, yo ayudé a que algunos judíos salvaran sus vidas. Lo hice en situación de riesgo personal y contraviniendo las leyes vigentes que culpaban a los judíos de todo el mal y alentaban su persecución, hostigamiento, detención y asesinato. Sabía que si me descubrían, correría el mismo destino que los perseguidos. Reaccioné casi sin pensar y como pude frente al sufrimiento, la humillación, la injusticia y el asesinato. No era gente acusada por algo que hubieran hecho sino por el hecho de haber nacido. Eran perseguidos por causas que no comprendían, sin poder defenderse ni proteger a sus hijos. Me fue imposible permanecer indiferente. Aunque no eran de mi familia, aunque no eran amigos, aunque a algunos ni siquiera los conocía, no podía seguir viviendo mi propia vida sin tender mi mano. Aunque tal vez pensaban distinto, creían distinto, hablaban distinto, tenían apariencias físicas distintas, esas diferencias no me ocultaban que eran personas como yo. Por el contrario, en esas diferencias me reconocí a mí mismo, porque sabía que, mirado desde su posición, el diferente era yo. Lo humano es diverso y las diferencias entre individuos y entre grupos, son parte de nuestra humanidad. Lo que le hacen a otras personas es como si me lo hicieran a mí. Lo que sucede alrededor mío es en parte mi propia responsabilidad. Vencí la tentación de resignarme a la idea de que no se puede hacer nada. Y no estuve solo. Aunque no fueron muchos, otros como yo lo probaron con su conducta: siempre se puede hacer algo.

Por supuesto que tuve miedo. Por supuesto que las cosas no fueron fáciles. Por supuesto que en muchos momentos vivía el terror de lo que podría pasarme y añoraba mi perdida comodidad. Pero no era momento de lamentos, ni añoranzas ni fragilidades. Había que responder con urgencia frente al horror que me rodeaba. Conseguir escondites posibles, buenos documentos falsos, suficiente comida, dinero, remedios, resolver las enfermedades y problemas que surgían a cada paso, convencer a otra gente para que ayudara, ocultar mi conducta ante vecinos, amigos, conocidos y parientes que podían denunciarme. Tuve que mentir, sobornar, y mantener, al mismo tiempo, el simulacro de una vida normal para no despertar sospechas. Sabía que me podían descubrir. Extremé los cuidados y tuve la suerte que otros no tuvieron, de tener éxito en la salvación de algunas personas y en no haber sido descubierto.

Lo que hice estaba expresamente prohibido. Cometí el delito de desobedecer las leyes con conciente y firme convicción. Frente a lo que la ley me imponía, elegí lo que consideré legítimo, lo que creía que estaba Bien. Una ley que aliente el Mal me resulta inaceptable. Aunque la propaganda insistía en que no se trataba de personas, que eran enemigos, que debían desaparecer por el bien de la sociedad, no podía dejar de ver en cada uno a una persona como yo, con el mismo derecho a vivir que tenía yo. Hay preceptos morales que son superiores a cualquier ley, son los que nos guían y que trataré de transmitir a mis hijos para que éstos a su vez se los transmitan a los suyos. El Bien es para mi una idea clara y sencilla, que puede resumirse en "ama a tu prójimo como a ti mismo". Y veo como prójimo a todo ser humano, piense como piense, crea en lo que crea, hable como hable, tenga el aspecto que tenga.

Este es mi legado. Es lo que me han enseñado. Es también lo que he aprendido. Lo que hice no tiene ningún mérito ni requiere un reconocimiento particular. Era lo que había que hacer.

Escrito en español. Leído y entregado en el Encuentro Internacional "De Cara al Futuro", en Buenos Aires, Argentina, noviembre 2004.

[Recibido de Diana Wang]

viernes, noviembre 17, 2006

Lee un libro o ¡te madreo!


Vía La imagen social del bibliotecario, una maravilla...

Querido Alfredo

Recibo carta de un autor a quien le envío ejemplares de su libro. A veces hay respuestas inesperadas, ciertamente. Apunto mi gozo...


Querido Alfredo,


El libro es muy hermoso y supera mis expectativas. El verde de la portada me encanta y el tratamiento tipográfico que lograste me deja muy contento. Sé que es posible esperar de ti respuestas inesperadas y, a veces, no muy agradables --como tú mismo te encargas de hacernos saber a todos los que tratamos contigo--, pero sé también que verdaderamente tienes un mundo propio, el rigor siempre raro de un editor y me alegra este nuevo vínculo. [...] Un abrazo,

[cierto autor]

Publicada en esta bitácora sólo con autorización de quien pulsa las teclas [:)].

jueves, noviembre 16, 2006

Nadie me va a enseñar...

De todas las soberbias, la docta ignorancia o, mejor, la orgullosa ignorancia, no es de las menos terribles. No es cuestión de creer que se sabe, digamos, sino de negarse a siquiera escuchar razones. Hemos, en este año, hecho proyecciones puntuales de la cantidad de libros que deben enviarse a cada una de las librerías donde distribuimos directamente desde la editorial y de la cantidad esperada de ejemplares por reponer, para tener un mayor control en los tirajes. Claro, siempre nos equivocamos, pero el márgen de ese error no es tan grande, económicamente hablando. Por desgracia, la mayoría de quienes distribuyen suponen que su trabajo es mandar, mecánicamente, los libros a las librerías, sin ropaje ni reflexión algunos, en cantidades arbitrarias e infladas. Ante la pregunta, sobre cierto título del cual no tenemos ya existencias en la editorial, y del cual ellos disponen de un centenar, de cuántos de esos que tienen consignados se venderán responden, primero, con un espero que todos, para pasar, ante la insistencia, a un no lo sé y, después, al enojo ante la exigencia de alguna razón o algún plan y la explosión: eso nadie lo hace, y por nuestra respuesta, nosotros sí, y hemos mejorado mucho el desempeño de la editorial en todos sentidos, el ensayo de ofensa: pues a mí ningún pendejo me va a venir a enseñar... Y más allá de su cólera, resalta algo simple, no reflexionan sobre lo que hacen y, al no hacerlo, terminan por irse hundiendo más y más. Como un amigo editor quien me decía, muy seguro, no es rentable imprimir menos de 1000 ejemplares. ¿Y más sí lo es?, le preguntaba con una sonrisa... Hacer los libros, cuesta. Almacenarlos, cuesta. Distribuirlos, cuesta. Y si no se venden, pueden costar mucho, de salidas y entradas de almacén, de envíos y recolecciones, de limpieza y catalogación, de retractilado y etiquetado. Si no se vende un libro, cuesta el doble su logística, y si no se vende por varios años, cuesta varias veces esa logística. Lo rentable, pues, no es vender más de cierta cantidad de ejemplares, sino vender cierto porcentaje, digamos el 80%, de los que apostamos vender, da igual si son 100 000 ejemplares o 20o, pues si logro vender el 80% de 200 ejemplares, es decir, 160 y hago mis cuentas sobre la venta de esos 160 ejemplares y, entonces, intengo obtener ganancia de esos 160 ejemplares, la situación puede ser buena. Ahora es muy fácil hacer menos de 200 ejemplares, antes no, y de esa imposibilidad técnica proviene el mito del millar de ejemplares.

viernes, noviembre 10, 2006

Doctor en gentiles

El arte filatélico mexicano cifra, y descifra, al país completo, con sus llanezas, sus obscuridades, sus retruécanos, sus frivolidades y sus malas entrañas. Que funciona sin saber bien a bien cómo, que lo han dirigido quienes no saben nada y, cuando aprenden, los despiden. Que lo refundan con cada nuevo director y que, los timbres mismos, son un desastre. La errata mayor, el colmo, la gloria misma, el timbre didicado al doctor en gentiles, fra Junípero Serra. Parece broma, pero no lo es. En el timbre emitido por el Servicio Postal Mexicano, dedicado a Serra, aparece en realidad fra Francisco Palau, cercano, en todo sentido, a Serra, tanto, que aparecen juntos en el mural de donde tomaron la imagen de uno creyéndola del otro. Desde luego, el timbre nunca fue retirado (ya los imagino, ¿quién se va a dar cuenta, papá?) y en desagravio emitieron una cinderella (un timbre fake, por seguir con la terminología castiza) con Serra en el lugar de Serra, o mejor, con Serra en su papel de Serra. Quizás, para filatelistas, fra Francisco Palau en el papel de fra Junípero Serra, raro, muy raro en verdad todo el asunto. Quien desee adentrarse en los retruécanos, los meandros de la filatelia mexicana, intente descubrir los años de edición de todos y cada uno de los timbres de la serie México exporta... Ni el Servicio Postal Mexicano lo sabe... Nadie está obligado a lo imposible dicen las leyes mexicanas, pero nadie está impedido tampoco, díganlo si no estos todos timbres...

domingo, noviembre 05, 2006

Muy filatélicamente


Comienzo un divertimento, otra bitácora. Digo:

Sin mayor pretensión que publicar, si se puede diariamente, un timbre, sello o estampa postal de escritores, filósofos y músicos, sin otra relación que mi gusto y haberlo recibido por mensaje, compra o intercambio. No soy, en sentido estricto, filatelista, aunque ahora pasan por mis manos algunos cientos de timbres con regularidad. No era coleccionista, tampoco, pero comienzo a serlo. Bueno, tengo libros pero no en el sentido del coleccionista, o al menos no hasta ahora.
Será genético, imagino, ese gusto por la acumulación sin sentido, algo quedó, pues, de la necesidad de acumular que ahora vemos en el arte y, también, en las timbres.

viernes, noviembre 03, 2006

Hábitos

De pronto habitualmente dejé de escribir en la bitácora, diaria casi para mí, pues, y menos circunstanciada acaso que el acaso mismo. ¿Cuándo nace un hábito?, me preguntaba y respondía. La vida, constato de nuevo, se parece mucho más a resolver un problema que a plantearlo. De cierto, a todos nos acostumbramos, a las presencias y a las ausencias, por algo somos animales de costumbres.

Pronto escribiré de fray Junípero Serra y su intimbre, ¿cómo decirlo?, mexicano. Vaya errata.

A cambio de los cambios, por mis manos pasan ahora muchos timbres postales, algunas antigüedades chinas y japonesas, algunos impresos antiguos, grabados y litografías y uno que otro ex libris. Abriré nueva bitácora para ir colgando (¿no es hermoso, ahora no se publica, se cuelga...?) imágenes de escritores varios, algunos músicos y uno que otro científico puestos a viajar en timbres postales de varias partes del mundo. No soy filatelista, y no lo soy por razón distinta que mi ignorancia, me encantaría saber muchas cosas variadas de los timbres, pero apenas barrunto algunas cosas. Lo que sí, me encanta encontrar Pasternaks y Wittgensteins y Willacartesrs y Elliots y Daríos...

Retomo la palabra, la cuelgo de nuevo...

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