martes, diciembre 09, 2008

¿Cuántas erratas son tolerables?

Me dejan un comentario:

En una edición estándar de un libro, pongamos por caso de 250 páginas, ¿cuántas erratas pudieran ser tolerables? me gustaría muchísimo saberlo, porque soy esclava de las galeras. Mi neurosis raya la pesadilla: antes de que llegue el libro de la imprenta sueño que al abrirlo se le caen las letras y hay que pegarlas una a una en una artesanía de manicomio, incendio o inundo la imprenta, la última vez soñé que me entregaban libros cuyas páginas no se separaban...eran un bloque de madera.

¿Cuántas erratas son tolerables? La ortodoxia dice ninguna, la pragmática dirá que un buen libro es aquel cuyo número de erratas no excede el 1% del número de páginas, es decir, para 250 páginas, 2 y media erratas es tolerable. Tres, para decirlo claro. La realidad nos dice, ahora, que podemos multiplicar por 10 esas tres erratas y no estar en galeras penitenciarias.

Reflexiono. La errata ha dejado de tener significado moral. En épocas del grande Karl Kraus la las erratas eran un síntoma. Cito, ay!, Wikipedia:

Karl Kraus estaba convencido que cualquier pequeño error, aunque de una importancia que aparentemente estuviera limitado al tiempo y al espacio, muestra los grandes males del mundo y de una época. Así, él podía ver en una coma que falla un síntoma de aquel estado del mundo que permitiría una guerra mundial. Uno de los puntos principales de sus escritos era mostrar los grandes males inherentes a lo que aparentemente eran pequeños errores.

La lengua era para él la más importante reveladora de los males del mundo. Él vio en el tratamiento descuidado de sus contemporáneos hacia lengua como un signo de descuido del mundo en general.


Con el tiempo vimos que uno de los países más cultos del mundo logró engendrar el nazismo, lo que, en puridad, le resta sustento a las teorías de Kraus. La única salidad del propio Kraus fue el silencio ante tamaño despropósito, silencio, digamos, elocuente, activo. La errata perdió su significado moral cuando la letra impresa dejó de ser morada del ser y se torno comercio. Llegamos, entonces, a la errata como simple falta, como fallo, con un problema de calidad: un asunto administrativo.

Ahora, con ese comercio con las palabras extendido, llegamos al puro merchandising y a la mercadotecnia dura. La erratas se han vuelto tolerables por la sola razón de que no significan pérdidas. Nadie ha regresado nunca un libro por sus erratas, luego entonces, nadie deja de comprar un libro por el número de erratas que tenga. Es, pues, irrelevante del todo.

Anónima galerada, el abismo es el de todos quienes nos dedicamos a los libros por mor de las palabras. La imagen es correcta del todo, al abrir un libro se le van cayendo las letras pues esas letras se han ido cayendo desde hace algunos muchos años. Intentamos, sisifescamente, ponerlas en su lugar y hacerle casa al espíritu, cuando sabemos bien que el ser, el espíritu, está en otro lado. Lo que no nos deja dormir es que, quizás, esté en el interior de ese libro de madera y nunca más podamos abrirlo.

¿Dónde mora el ser en estos días decembrinos del MMVIII? No en los libros (el lenguaje) en ellos yace su fantasma, tampoco en la técnica, de cierto. ¿Dónde entonces?

No hay manera, pues, de corregir galera alguna, pues no hay lenguaje.

Queda, espero, el consuelo de la administración tipográfica de la pregnta misma: ¿cuántas son tolerables? En sentido absoluto, ninguna, pero es imposible. En sentido pragmático, depende, por desgracia, de los contadores...

Saludos y parabienes anónima galerada...

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Me ha gustado. Sí.
Añadiré que yo a la segunda errata suelo cerrar el libro, ahí está mi límite con los errores de los demás... pero después me lo vuelvo a pensar y normalmente sigo leyendo...

Sonic Reducer dijo...

Hola, Alfredo. Afirmas: "La erratas se han vuelto tolerables por la sola razón de que no significan pérdidas". Eso depende de quién lo diga. He cuidado ediciones y cuando llega el libro a mis manos, me asola un temblor que no es de emoción, sino de miedo ante la posibilidad de que las erratas aparezcan con el mismo ímpetu que el acné lo hacía en mi, ayer, juvenil rostro el día que tenía una cita con la dueña de mis suspiros. Recuerdo que Octavio Paz le señala a Orfila, en una carta, que ha encontrado más de 80 erratas en la primera edición de Corriente alterna. Esa cifra vaya que rebasó al decoro.

lacuevadelaloba dijo...

Gracias, querido Alfredo, por tu sapientísima respuesta que me devuelve el piso y el ánimo para no cejar, ni morirme en el intento de lograr una edición que tenga albura, hojas, raíces y pueda dar un pequeño fruto... conjuro druida que hago para no volver a soñar con un bloque de madera inamovible. Un gran abrazo.

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