jueves, julio 29, 2010

Permanencia, inmanencia, trascendencia y ausencia

Quizás, lo adelanto como simple hipótesis, hemos confundido la reproducción óptica con la edición háptica (lo digital con lo tradicional, los bitios con la celulosa). No son las dos ediciones o, si se quiere, editar es siempre háptico, reproducir es óptico, y no tienen nada que ver.

Los libros no tienen 500 años, 500 años tiene la edición. Y los libros siempre han sido hápticos y siempre han sido permanentes, tanto por su contenido, como por su continente. Los bitios, por otro lado, ansían la velocidad y lo instantáneo. Inmanente, pues, a los libros la permanencia de sí mismos y de lo que dicen. A los bitios la ausencia. Lo fugitivo. Lo momentáneo. Al menos como están por ahora organizados.

Luego, tiene sentido que los libros ópticos, o digitales, o ebooks, o electrónicos, o comoqueramosllamarlos, sean sólo el texto, pues quizá su característica fundamental es ser desechables. Origen también de toda la confusión y toda la guerra. Lo desechable no puede costar lo mismo que lo permanente. Su valor mayor radicaría en sus amplios y cachetones metadatos, metadatos que ahora no tienen o son pobres, muy pobres.

Los derechos de autor de un libro los tiene el autor y los renta el editor, pero la edición es del editor, no del autor, pues lo que el editor puso (cómo organiza, la tipografía elegida, cómo despliega la mancha tipográfica, dónde pone notas, dónde hace aclaraciones, cómo y dónde pone puntos y comas y comillas) es del editor. Si los agentes editoriales y algunos autores desean publicar el texto simple y llano, mejor o peor para ellos, pues no hay edición alguna de por medio.

Velocidad, desde luego. Muchos libros los compro en saldo, pues muchas obras buenas y excelentes se venden poco (Françoise Cheng en Losada, por ejemplo, a 30 pesos, dos y medio dólares, en la última feria de saldos en México). Con las Apps de iPad, quizá podamos llegar a los saldos de manera inmediata e instantánea. Y algunos libros, regulares, puedan leerse a precios bajos y algunos otros, excelentes, a precios irrisorios.

¿Por qué los libros electrónicos deben ser más baratos? Porque no son permanentes, porque son efímeros, porque son la compra de una ausencia. Por ahora no suman, restan.

El papel sueña con la eternidad, los bitios con su eterno instante bipolar.

Quieran los dioses de la edición que el futuro nos sea bueno, pues bien podemos tener lo mejor de ambos modos de hacer libros; por desgracia, las guerras financieras nos pueden dejear lo peor de ambos o, con fina ironía, dejando lo peor del peor de los modos de hacer libros.

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