viernes, noviembre 30, 2007

Subastarán cartas de amor de Octavio Paz a Elena Garro

Según Notimex: ...miembros de la familia Garro subastarán una serie de 23 cartas originales de amor que enviara Octavio Paz a Elena Garro, en 1935, así como los derechos de autor para publicar un libro sobre dichas misivas.

De nuevo, los derechos de autor. Los benditos derechos de autor. Los miembros de la familia Garro tienen los derechos, en dado caso, de lo escrito por Elena Garro. La heredera universal de los derechos de Paz, Marie José Paz, tiene los derechos exclusivos sobre lo escrito por Paz. Así, entonces, las cartas de amor mencionadas deben tener, para su publicación comercial, contrato escrito, según las leyes mexicanas, tanto con los herederos de Elena Garro como con los herederos de Octavio Paz, o herederas, imagino. ¿Qué subastarán como derechos de autor? ¿La autorización para publicar un libro sobre dichas misivas? O es una tontería, pues no se precisa derecho alguno para publicar sobre esas cartas, o una engañifa, pues sólo pueden autorizar la publicación de lo escrito por Garro. Benditos derechos de autor.

sábado, noviembre 24, 2007

Los placeres exponenciales

Dos inventos grandes y asombrosos son parte de nuestra vida de todos los días. Uno, de dos mil años, el papel, tan poco festejado. Seguimos haciendo el papel de la misma exacta manera que hace dos mil años, lo que no es poca cosa. Claro, hemos automatizado el asunto todo y lo dejamos todo en las manos máquinas. El otro, no tan longevo, apenas medio millar de años, es el tipo móvil, dicho de otro modo, la impresión reiterada de las páginas de los libros. Con lo cual vinieron, primero, la impresión de pliegos (la imposición de páginas), las dobladoras, las alzadoras, las cosedoras y las forradoras, todas máquinas para hacer posible la producción mecánica de libros. Mucho creen que la tecnología digital está para reemplazar esa producción, pero temo que no sucede de esa manera, o no totalmente. Cuando hablamos de libros digitales casi siempre hablamos de objetos varios. Primero, casi todos los libros ahora (y revista y periódicos) son digitales en tanto se crean digitalmente, nadie usa ya tipos móviles, pero tampoco linotipos ni fotocomponedoras ni máquinas tipográficas. Se escribe en computadora (digitalmente) para diseñar en computadora (digitalmente) para producir un libro. Puede producirse para la pantalla, pero es una de las varias posibilidades. Lo fundamental, para mí, en dado caso, es que ese objeto digital es versátil y muy moldeable. La gran revolución digital es la absoluta inutilidad actual de los negativos, necesarios para la impresión en offset (hay variante, pero no las tomemos en cuenta). Primero, con la salida directo a placa, es decir, la placa de la máquina offset ahora puede "quemarse˝ digitalmente, con lo cual no precisamos negativos. Pero mejor, la impresión digital, como se le ha llamado, es decir, la impresión de páginas sin necesidad de tinta. Puro originales, pues. Y entonces el costo ha dado un cambio radical. Hagamos un poco de historia, imaginaria, como casi todas las que merecen la pena. Cuando los libros se copiaban eran carísimos, pues se precisaban muchas horas nalga para producir un solo libro. Todas eran ediciones lujosas, pues se dedicaban a decorarlas y embellecerlas. Todos eran ejemplares únicos y distintos. El tipo móvil permitió la reproducción a mayor escala, centrada en cientos. El desarrollo de esa tecnología permitió imprimir en miles después, cuando se perfeccionaron las artes de la imprenta. Las nueva tecnologías, linotipo y offset, hizo pensar en decenas e incluso centenas de miles. Pero esta última parte sólo fue para los periódicos, los libros nunca han sido pensados más allá de los millares. Unos pocos, muy pocos, se imprimen en decenas de miles, una minoría pequeña, en centenas de miles. Un millón es lujurioso en cualquier sentido para un libro. Y todo cada día más barato. La tipografía de plomo hacía rentable los libros digamos a partir de dos millares. Los negativos se dejaban para la reimpresión. Luego cambio el asunto para ir directo de la tipografía (la fotocomponedora) al negativo. Con la revolución digital, la tipografía es muy barata, realmente barata. Quien desee puede ver el primer número de la revista L=A=N=G=U=A=G=E, de las épocas prehistóricas de 1978. Navegar por sus números, cuyas imágenes páginas están disponibles ahora sin intermedio del papel, nos da una idea clara de la dificultad de crear tipografía sin demasiado dinero. Ahora es sencillísimo, dicho de otro modo, baratísimo. Es el primer cambio sustantivo, la tipografía está en manos de cualquiera, lo mismo que la preparación del libro, es decir, su diseño y maquetación. El segundo cambio, mucho más profundo, es la impresión digital y su facilidad. No se precisa invertir ya en negativos. Y los tirajes cortos, impresión bajo demanda, sobre pedido, on demand, o como quiera llamarse, tiene su límite mínimo en un ejemplar, desde luego, pero permite imprimir 10, o 100, o 1000 ejemplares. Es cada día más barata e imprimir digitalmente con impresora láser de alta velocidad es mucho más barato, aunque hay que encuadernar artesanalmente. Con ello llegamos a una paradoja: el avance tecnológico nos permite revivir métodos de producción artesanales porque ¡son más baratos! Vaya maravilla. Y entonces, no es que vendamos uno o dos ejempalres al años, es que podemos ir imprimiendo de a 20 o 30 ejemplares cada mes, para hacer frente a la demanda pequeña de nuestros libros, y hacer mucho más viable un negocio que de siempre ha sido pequeño, o menor. Y hablamos de papel y encuadernación. Lo que deja de exisitr es el sentido de tirada única, ahora es una tirada continua. Claro, los lectores digitales van a ser parte importante del futuro de los materiales impresos, valga, aunque sean impresos con tinta digital, pero no serán los únicos libros, periódicos y revistas que existan. Habrá libros, desde luego, que no merezcan nunca el papel, congratulémonos, otros que merezcan un excelente papel desacidificado, cosido con nylon y con pastas prestas a permanecer sin mácula por 500 años, pero serán y han sido, pocos. Olvidamos siempre que la gran revolución de los libros es que tiene públicos minoritarios, por definición. Sólo una minoría se interesa por cada título. No podría ser de otra manera. Lo mismo sucede ahora con la música, gracias a la revolución digital. Lo mismo comienza a suceder con otros medios masivos. El libro siempre ha sido el menos masivo de los medios y, ahora, permite editar para unos cuantos sin mengua de la calidad y con posibilidad de sobrevivencia. Las posibilidades de placer cada día son más variadas e interesantes: el camino del exceso, desde luego, lleva si no a la sabiduría, al gozo de los lectores. Quien no lee, no goza, así de sencillo. Y cada días está más al alcance de muchos todos.

miércoles, noviembre 21, 2007

Oscar Wilde

Ningún editor debiera expresar nunca una opinión sobre el valor de lo que publica. Un editor es, simplemente, un intermediario útil.

Oscar Wilde

jueves, noviembre 08, 2007

Gestión colectiva y muy abstracta

Gonzalo señala, en comentario sobre la entrada anterior, que cobra más vía derechos reprográficos que por regalías directas. De hecho, creo que es el futuro, y todos ganaríamos. Digamos, como editores podríamos pagar sobre lo realmente vendido, sin menester de grandes adelantos, para obras en el limbo, es decir, esos libros que nadie ha editado en 50 años y que nadie sabe quién tiene los derechos, si acaso alguien los tiene. Todos podrían imprimir copias digitales en bibliotecas, todos podrían encargas libros bajo pedido por medio de internet y todos los autores ganarían. La lucha de los derechos de autor viene dado porque pierden el monopolio, tanto autores, como editores, como empresas. No olvidemos que las películas cobran derechos de autor, y las frases publicitarias, y las camisetas con parafernalia de Walt Disney, y los muñecos de los Simpson, y sólo por medio de ese monopolio pueden controlar los precios. Clásico ejemplo de restricción. El problema es nuestro mundo cada día más exponencial, más diverso y más abundante (y por ello mismo más desigual). La lógica y la estructura de los derechos de autor no la crean los autores, la crean las concesionarias. Por ello hemos llegado en algunos lugares, como México, a extender a 100 años después de muerto el autor la reserva de los derechos autorales. Los derechos de Octavio Paz vencen, por poner un ejemplo, en 90 años. ¿Quién tendrá en 75 la exclusiva de explotar sus obras? María Kodama no vivirá eternamente, ¿dónde estarán en 40 o 50 años esos derechos? Hay libros cuyos adelantos oscilan entre 100 y 200 dólares, curioso, entre editoriales norteamericanas sin agentes literarios. La idea de renovar contratos suena bien, para los autores, pero sobre todo para los agentes, para las editoriales no es tan buena idea, pues cada determinado tiempo la inversión en derechos debe hacerse de nuevo, lo que cierra la posibilidad para los libros de bajo desplazamiento. Todos lo sabemos, el modelo no es bueno, sólo beneficia a unos pocos, los más poderosos en el juego. Y seguro intenrarán ir por 150 años, pues el negocio es muy lucrativo. De hecho, cada día se hace más lucrativo por las nuevas tecnologías.

lunes, noviembre 05, 2007

Monopolio y derechos de autor

Los derechos de autor son un monopolio. Quien o quienes detentan el derecho para comercializar la obra, el cual no necesariamente es el autor, pues bien puden ser los herederos o sus agentes, por decir lo menos, autoriza o no la reproducción de la obra. La idea original, del todo buena, era sencilla, que se le pague al autor por la explotación comercial de la obra. Todos, ahora, de acuerdo, aunque pasaron muchos años, mucho años, para que sucediera de ese modo. El problema es que también ha llevado a la prohibición y a la más absoluta censura. Así, prohibiciones para citar la obra de cierto autor en obras críticas incómodas, prohibiciones para reproducir en antologías, censura directa de la obra misma, y muchos etcéteras. El monopolio debiera durar veinticinco años a lo más, es decir, después de muerto el autor, los herederos tendrían el monopolio absoluto para autorizar o no las ediciones de las obras cuya explotación comercial heredaron, para después sólo hacer exigible el pago de la explotación comercial sin tener nunca control sobre quién la edita. Si no se sabe a quién pertenecen los derechos de explotación, podrían depositarse en los institutos de derehos de autor o en las sociedades autorales para su reclamación posterior. Con ello tendríamos una posibilidad real de editar y reproducir lo que quisiésemos, sin menester mayor que pagar. Abriría el mercado y, con ello, las posibilidades de edición. Un justo medio, pues la diversidad no garantiza la calidad, desde luego, pero el monopolio cuantimenos.

jueves, noviembre 01, 2007

De como la inexistencia de los vampiros es necesaria para la humana existencia

El Skeptical Inquire prueba, mediante reducción al absurdo, que los vampiros no existen. ¡Cuán hermosas las disecciones y autopsias conceptuales!

Vampires

Anyone who has seen John Carpenter’s Vampires, Dracula, Blade, or any other vampire film is already quite familiar with the vampire legend. The vampire needs to feed on human blood. After one has stuck his fangs into your neck and sucked you dry, you turn into a vampire yourself and carry on the blood-sucking legacy. The fact of the matter is, if vampires truly feed with even a tiny fraction of the frequency that they are depicted as doing in the movies and folklore, then humanity would have been wiped out quite quickly after the first vampire appeared.

Let us assume that a vampire need feed only once a month. This is certainly a highly conservative assumption, given any Hollywood vampire film. Now, two things happen when a vampire feeds. The human population decreases by one and the vampire population increases by one. Let us suppose that the first vampire appeared in 1600 c.e. It doesn’t really matter what date we choose for the first vampire to appear; it has little bearing on our argument. We list a government Web site in the references (U.S. Census) that provides an estimate of the world population for any given date. For January 1, 1600, we will accept that the global population was 536,870,911.2 In our argument, we had at the same time one vampire.

We will ignore the human mortality and birth rate for the time being and only concentrate on the effects of vampire feeding. On February 1, 1600, one human will have died and a new vampire will have been born. This gives two vampires and 536,870,911–1 humans. The next month, there are two vampires feeding, thus two humans die and two new vampires are born. This gives four vampires and 536,870,911–3 humans. Now on April 1, 1600, there are four vampires feeding and thus we have four human deaths and four new vampires being born. This gives us eight vampires and 536,870,911–7 humans.

By now, the reader has probably caught on to the progression. Each month, the number of vampires doubles, so that, after n months have passed, there are
2323 . . . 32=2n
{
n times
vampires. This sort of progression is known in mathematics as a geometric progression—more specifically, it is a geometric progression with ratio two, since we multiply by two at each step. A geometric progression increases at a tremendous rate, a fact that will become clear shortly. Now, all but one of these vampires were once human, so that the human population is its original population minus the number of vampires excluding the original one. So after n months have passed, there are
536,870,911–2n+1
humans. The vampire population increases geometrically and the human population decreases geometrically.

Table 1 lists the vampire and human population at the beginning of each month over a twenty-nine-month period. Note that by the thirtieth month the table lists a human population of zero. We conclude that if the first vampire appeared on January 1, 1600, humanity would have been wiped out by June of 1602, two and a half years later.

All this may seem artificial, since we ignored other effects on the human population. Mortality due to factors other then vampires would only make the decline in humans more rapid and therefore strengthen our conclusion. The only thing that can weaken our conclusion is the human birthrate. Note that our vampires have gone from one to 536,870,912 in two and a half years. To keep up, the human population would have had to increase by the same amount. The Web site (U.S. Census) mentioned earlier also provides estimated birth rates for any given time. If you go to it, you will notice that the human birthrate never approaches anything near such a tremendous value. In fact, in the long run, for humans to survive in the given scenario, our population would have to at least double each month! This is clearly far beyond the human capacity for reproduction. If we factor in the human birthrate into our discussion, we find that, after a few months, the human birthrate is very small compared to the number of deaths due to vampires. This means that ignoring this factor has a negligibly small impact on our conclusion. In our example, the death of humanity would be prolonged by only one month.

We conclude that vampires cannot exist, since their existence would contradict the existence of human beings. Incidently, the logical proof that we just presented is of a type known as reductio ad absurdum, that is, “reduction to the absurd.” Another philosophical principle related to our argument is the truism given the elaborate title, the anthropic principle. This states that if something is necessary for human existence then it must be true since we do exist. In the present case, the nonexistence of vampires is necessary for human existence. Apparently, whoever devised the vampire legend had failed his college algebra and philosophy courses.


También bordan sobre el curioso fenómeno, observado por casi todos nosotros, de que los fantasmas pueden caminar sin problemas, e incluso subir escaleras, pero traspasan muros y personas.

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