martes, febrero 17, 2009

La impresión digital y el desperdicio de papel


Leo una reseña harto interesante sobre la industria editorial en Inglaterra en plena guerra, Print for Victory de Valerie Holman. El logo de arriba indicaba que el editor cumplía con las condiciones impuestas por el acuerdo realizado con los editores, acuerdo que implicaba no desperdiciar papel. Por ello, no debían dejar páginas en blanco.

Si ven el video de la Espresso Book Machine, el libro está diseñado para imprimirse en una máquina láser dúplex en tamaño carta o A4, dejando un amplio blanco hacia el lomo. Para los cánones de la falta de papel es criminal. Con todo, la impresión digital implica ese desperdicio porque no hay grandes tirajes. En el caso que nos ocupa, es un libro por vez, para unos cuantos en todo el mundo, pues de otro modo es más barato y eficiente imprimir en offset.

Los libros no se escriben, cito la cita clásica, se hacen, son los textos los que se escriben. La historia de los libros es la hitoria del sustrato material en la cual se han reproducido los textos, no en el cual se han escrito (que sería la historia de los originales). Los libros, por tanto, deben seguir haciéndose, a no ser que pensemos que cualquier autor tiene dones para hacer libros, no solo para escribirlos. Porque incluso para la edición digital, alquien debe elegir cómo se despliegan las letras, la mancha tipográfica, sobre la pantalla o sobre el papel electrónico.

Y seguirán existiendo buenos y malos libros, buenas y malas ediciones del mismo texto. Será interesante ver cuáles cambios en el diseño de los libros, entendido como la armonía de los blancos, trae la nueva tecnología. Hasta ahora, poco, más bien recuperan lo clásico.

Espresso Book Machine

Camilo me deja un vínculo agradecible de Epstein, compañero al que había puesto de la Autopsia de la industria editorial, por lo de la Espresso Book Machine y el tema de la última entrada. En fin, dejo el video de la tal máquina:

martes, febrero 10, 2009

La lentitud de los libros

El problema con los libros radica en sus distancias. No dispongo de datos, pero Amazon o Alibris se convirtieron en alternativas porque dieron salida a la distancia. Hace 25 años, por ejemplo, para poder leer un libro editado en Estados Unidos era prácticamente imposible. O bien pedirlo a una librería especializada que cobrara a precio de oro el libro y lo surtía en seis meses, o ir a comprarlo, mucho más caro. Hacía pedidos a quien viajaba, y era un gozo, desde luego, recibirlos. No recuerdo ahora la primera librería electrónica a la cual le compré, lo hice mediante Telnet, ya se pueden imaginar hace cuánto. Ahora, por ejemplo, espero The Unimaginable Mathematics of Borges' Library of Babel de William Goldbloom Bloch, Lo compré el 5 de enero y todavía no llega. Dos meses, en promedio me tardan en llegar libros desde estados unidos. Si pudiera imprimirlo en México, es decir, si cualquier librería mexicana tuviera una máquina para impresión bajo pedido o me vendieron un PDF imprimible, lo compraría sin problemas. La revolución digital será la posibilidad de comprar cualquier libro en cualquier librería, de otro modo sólo es fantasía. Los lectores digitales son una opción, pero no lo única ni la más interesante. La razón, para mí, es simple. Los libros no se descomponen. Los libros no caducan.

¿Quién empezará en México a publicar bajo pedido?

Cada rosa es Babel y la moral de la usura

Leo en La Jornada, a propósito de la muerte de Marco Antonio Montes de Oca, Cada rosa es Babel. Curioso error: Cada cosa es Babel.

Montes de Oca dedicó las 1182 páginas de sus obras incompletas, pues luego le publiqué un otro libro: A todos los que me ayudaron a eluir la moral de la usura. No gané el pan con el sudor de mi frente: el trabajo era otro y aquí están sus escombros.

Cesó la enfermedad. Quitemos las dedicatorias, quedémonos con sus poemas...

sábado, febrero 07, 2009

Desaparece Hoja por Hoja

Para el suplemento de libros Hoja por hoja su fortaleza (generar el contenido, compartir los beneficios de la venta de publicidad y dejar que otro, una cadena de periódicos, pague la producción) devino su debilidad. Reforma, columna central de esa producción, decidió suspender el proyecto debido al aumento del papel, en este caso, a la devaluación enorme del peso (cerca de 40%).

Optimistas, ellos prefieren hablar de hibernación. Se les desea lo mejor, desde luego. Pero me hace temer. Su excelente proyectos Libros sobre libros depende, también, de acuerdos con el Fondo de Cultura Económica, que significa, en este país, de la actual directora, pues cuando cambian directores se reinicia todo; mala costumbre, no sé si nacional. Las colecciones Gestión cultural y QED las hacen junto con Conaculta. DIEM, el directorio de la industria editorial, depende de la fortaleza del sector, en fin, que la situación parece muy poco halagüeña, como poco halagüeña parece para todos.

Tumbona hace poco hablaba de un año negro. Monte Carmelo reduce tirajes. Editorial Colibrí termina por ¿desaparecer? Su página nos habla de ello o, también, de la falta de pago del dominio y ya sabemos cómo proceden ciertas personas de buena fe, según ellos.

Es la edad, estoy cierto, pero la presente crisis me encuentra cansado... En puridad, es mi tercera crisis... y la ley del libro, inexistente. Es mi segunda ley del libro, comienzo a imaginar que también será cíclico este asunto de que nunca entra en real vigor.

jueves, febrero 05, 2009

¿Videolibros? ¿Vbooks? ¿Se trata del contenido, idiota?




Harper Collins publicó el libro de Jeff Jarvis, What Would Google Do? y, también, ensayó ¿el primer? video libro, a la venta ahora en Amazon. ¿Se trata del contenido, idiota? No lo sé. Como los audiolibros, quizá digan lo mismo stricto sensu, pero... Es interesante, digamos, ver a un profesor dictar su clase en Yale, de contenido abierto, desde luego, pero trata de volver accesible a quien quiera el aula universitaria. En el caso de los videiolibros, ¿qué son?, ¿charla informal del autor? Insisto, no lo sé... Pienso, siempre, en los cines. Antes eran enormes, con miles de butacas, ahora son pequeños, en general en complejos de ocho o diez cines pequeños, de 100 a 150 butacas. El hecho es evidente, el público cinematográfico se ha reducido en términos relativos y, sobre todo, en términos reales en los últimos cincuenta años. Lo mismo sucede, curioso, con la televisión y no dudo que suceda lo mismo con la música. Con los libros es más que evidente, la venta de libros decrece en términos relativos en los útlimos años. Y la tendencia no cambiará. Si el libro es sólo su contenido, da igual que ese contenido sea escrito, auditivo o audiovisual, y me queda claro que no es así. Un libro pertenece al reino de lo escrito. ¿Deseparecerá el libro? ¿Desaparecerá la escritura? ¿Dejará de ser dominante? ¿Lo fue alguna vez? Postman lo dice por ahí, la cultura impresa inventó la infancia, los medios audiovisuales la desaparecieron. Ahora somos digitales, lo que significa que la cultura impresa y la cultura audiovisual dejan de ser preponderantes, son secundarias. Las tendencias económicas parecen señalar ese camino, pero habrá que esperar...

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miércoles, febrero 04, 2009

Senado exhorta al presidente para que expida el reglamento

El senado de la república exhorta el día de hoy al presidente de la ídem para que expida el reglamento a la ley del libro. ¿Será?

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