jueves, mayo 20, 2010

Las falsas portadas

Quizá sea moda, pero varios andamos en las desventuras o aventuras de crear falsas portadas para los libros, nuestros o no. Nuestro libros ahora son serios y negros, con un tejuelo azul parco y sereno. Maravillosos para leer, un tanto cuanto arduos para vender en la mesa competida de las novedades. Ideamos una salida sencilla, ponerle en el frente una falsa portada, digamos, una postal con la portada hecha para los libros en rústica comercializados en España. El experimento marcha.




Descubro que Google hace un poco de lo mismo. Ciertos libros, dicen, tienen hermosas ilustraciones en su interior, pero portadas más bien feas. Sobre todo los libros que digitalizan provenientes de bibliotecas. ¿La solución? Hacer falsas portadas.




Ya Joseph Sullivan había señalado el asunto de las falsas portadas de los libros en prensa.

No entro al asunto de los distintos medios. Una portada, ahora, debe resultar atractiva físicamente, pues morará en este valle del señor con sus átomos muy bien reunidos en todas sus moléculas suyas, pero también la imagen de esa portada debe verse bien en la pantalla donde tus ojos miran ahora las letras que pulso, y debe hacerlo a escala, pues pequeñas de muestran.

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