domingo, mayo 20, 2007

Malosolores

Distraído o disperso, no sé bien, me la pasé buen rato buscando el origen de un olorcillo malo, desagradable, mínimo, en la casa mía. Levanté algunos enseres menesteres, hurgué, escudriñé, casi cedí a la tentación de limpiar algunas de sus partes, caminé a cuatra patas con la nariz abierta, y nada, el olorcillo andaba como en todos lados, presto a saltar, reacio a mostrarse. Recordé de pronto que horas antes, la panza de mi camiseta había recibido el golpe certero de un cierto líquido oloroso y molesto, usado contra algunas cepas malditas de hongos filatélicos. Caí en la cuenta, el olorcillo aquél, me seguía por donde iba pues era yo mismo quien lo portaba. Prefiero, al menos por hoy, no proponer moralejas, pues son demasiado obvias...

2 comentarios:

Arturo Herrera dijo...

¡Que te digo!

Esto de voltearse hacia adentro (mirarse a uno mismo (olerse lo propio))tiene sus recompensas.

Un abrazo

p.d. ¿Qué pasó con el cd de las fotos?

Anónimo dijo...

Me ha encantado.

A pesar de la "obviedad" de la moraleja nunca deberíamos olvidar quiénes somos.

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