jueves, junio 29, 2006

Tiraje, bodega y deseos

Hoy fue un día llenos de noticias. ¿Todo se sabe? Quizá. Insisto, si entre todos lo sabemos todos [Reyes dixit], por lógica, entre todos los ignoramos todo [¿Bárbara Celaren, Darii Ferio quizás, quizáses?]. Se rumora, me dicen, que he vendido la editorial, y sonrío.

Pero platico hoy con otra editora y poeta, o poeta editora, y hablamos de los tirajes y las ventas y los tirajes cortos, digitales, sobre pedido o bajo demanda, que tienen todos esos nombre y más. Le comento mi gozo por Alicia García Bergua y su nuevo libro, Una manzana en medio de la tarde. Me asusta el tiraje: mil ejemplares de un libro de 80 páginas a 150 pesos. Luego, hablo con nuestro comandante en jefe, con nuestro evangelizador, con nuestro cruzado, con nuestro adelantado [coordinador de ventas, le mientan en otros lares] y me cuenta del tiraje de los Aforismos de Kafka: cinco mil ejemplares. ¿Cómo planean estos hombres y mujeres sus tirajes? Porque, digo, hay tan pocas librerías en este país que es fácil, en dos hojas sencillas, o en pizarrón pegado a la pared, y no muy grande, escribirla el nombre de todas y poner el número exacto de ejemplares de la primera dispersión, valga, cuántos pedirá cada librería. Hay errores, pero se pueden con facilidad llevar a su expresión mínima. 100 a 250 para librerías de la capital, 50 a 200 para el distribuidor de provincia, 0 [cero] a 100 ejemplares para el distribuidor en España, pues hay títulos que no le interesan o son riesgosos para él. El peor escenario 150 ejemplares de primera dispersión, con una reposición anual prevista del 30%. Tiraje de dos años: 195 ejemplares. Digamos, se pueden hacer 220 a 230 ejemplares y estar seguro de vender la mayoría en dos años. El mejor escenario: 550 para la primera dispersión, con un 50%: 775. Hagamos 800 ejemplares. Y si no tenemos la más remota idea, pensar en el peor escenario: las bodegas las rentan los optimistas, los pesimistas quiebran y los previsores se angustian, así se cifra el medio editorial. Excepto de Pessoa, de quien hemos llegado a imprimir 2000 ejemplares, y es Pessoa, de nadie más, si no queremos tener ejemplares por más de dos años, pues cada ejemplar cuesta 6 centavos al mes por vivir en la bodega. Por cada 100 ejemplares de puro optimismo, por el número de novedades al año, por el número de años que tiene la editorial [100 x 30 x 15 = 45 000] por los seis centavos al mes [2 700] por los doce meses [32 400] sólo de optimismo, más lo previsto, más las devoluciones. Y hay quien dice que la bodega no cuesta, en las épocas digitales que vivimos, ocupar un lugar en el espacio cada día es más caro, de ahí que los problemas sean de dónde poner a tanta gente, dónde tanta basura, dónde crear viviendas, porque espacio bien conectado a la telefonía, a las microondas, a los drenajes, a la electricidad, a la televisión y a los sinfines más de fibras ópticas y optometristas cuesta cada día más dinero y es menos y menos rentable. Las bodegas, en el futuro, estarán en estaciones espaciales o en otros planetas...

Entonces, ¿1000 ejemplares de un libro de poesía? Cuando más hubiera hecho 250. ¿5000 ejemplares de Kafka?, a lo más 900 ejemplares. Buscaré una comparación que hice hace tiempo entre la impresión fija de novedades, digamos 1000 o 2000 ejemplares, y la impresión calculada. En el primer caso, se tardaba 15 años en tener utilidades la editorial, en el segundo se tardaba dos años. Claro, el comparativo se hizo bajo un supuesto falso, pero no lejano a la realidad: demanda pequeña y fija. Podría hacerse por medio de una demanda pequeña y variable y cambiaría un poco el tiempo. Ahora, con los tirajes cortos baratos es posible reducir el tiempo de rentabilidad.

Número y letras, números y letras, número y letras...

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