lunes, marzo 13, 2006

Cinco hechos (historia de horror)

¿No es el absurdo la única forma de reaccionar razonablemente a la desconexión de los hechos? Los hechos, decía el primer Wittgenstein, son independientes de mi voluntad. Máxima casi de Buster Keaton. Pero además de su independencia, pese a nuestras urgencias hermeneúticas, no son siempre interpretables.

Cinco hechos separados, sin ninguna conexión entre ellos, excepto yo mismo, me han dado vueltas en la cabeza los últimos días.

El primero, una amiga, a quien no conozco (ahora me explico) intentó suicidarse por sobredosis de fármacos. Y no la conozco no por razón distinta que nuestras conversaciones han llevado la senda, primero, de las lecturas cibernéticas y, después, de las conversaciones telefónicas. Ahora que Mozart todo lo abarca, la invité a escuchar un concierto del tal Mozart, con la doble intención de conocerla y animarla, pero terminó por sentirse indispuesta, pues los lavados le destrozaron el estómago. No hemos coincidido, no hemos podido coincidir. La he llamado, me ha llamado, dos veces ha pasado por la editorial pero no me ha encontrado. La noticia me tomó en medio de la lectura de Why people die by suicide de Thomas Joiner, editado a fines de 2005 por Harvard University Press. Pretendo entender un poco.

El segundo. Thomas Joiner se ha dedicado desde siempre a intentar comprender los suicidios. Las estadísticas nos dicen que se suicidan más hombres que mujeres, cuatro veces más, excepto en China, donde es casi igual el número de mujeres y hombres que se suicidan; medio millón de personas se suicidan al año en el mundo, 30 000 en Estados Unidos. Los hombres tienden a utilizar medios violentos, las mujeres medios farmacológicos. Lo que decidió a Joiner a escribir este libro, fue el suicidio de su propio padre. Ese es el segundo hecho.

El tercero. La editora de mesa, como ahora se le llama, de la editorial tiene una gata de la tercera edad, en plenitud, como quiere la corrección política. Nunca sale de la casa, es una gata mimada y protegida. Hace ocho días desapareció, la encontró al otro día en el estacionamiento de un edificio vecino, bastante maltrecha. Despotricó contra los perros, pues todo la hacía suponer un ataque de algún pulgoso animal. A media mañana del viernes, casi en llanto, fue a ver al veterinario pues le habló que estaba muy mal. No había sido un perro. Alguien había utilizado tijeras para cortarle buena parte de la oreja y picó sistemática y sádicamente una de sus patas hasta llegar al hueso. La zona de la oreja estaba necrosada, la perderá. La pierna no estaba tan mal, pero el pronóstico no es nada bueno.

El cuarto. Hace muchos años salí con mi maestra, profesora invitada donde yo mismo daba clases (dos años me dediqué a intentar enseñar, luego desistí) y cursaba una maestría. Diez años mayor, había un coqueteo extraño entre nosotros que no terminó bien a bien en nada. Murió hace algunos años, imagino que por cáncer. Desde que desistí del camino universitario nunca volvimos a vernos. Hace un año compré un libro donde le rinden homenaje sus amigos y compañeros de la universidad donde trabajaba. A vuelapájaro lo aquilaté, lo leí este fin de semana. Alguien relata: La noche del 22 de mayo de 2001 dijo: las experiencias más profundas de la vida tienen que ver con nuestro cuerpo, aunque nos creamos racionales y espirituales. Filósofa: ¿era preciso morir para comprenderlo, tú, inteligentísima?

El quinto. Gillian Rose enfrentó un destino parecido. Supo que tenía cáncer muy avanzado casi simultáneamente a su nombramiento como catedrática. También se enfrentó a su cuerpo, a su materialidad, desde la perspectiva de ser filósofa, y socióloga, y mujer inteligente, inteligentísima. Escribió dos libros sobre su propia muerte. Love‘s work y Paradiso. Prefiero el segundo, por completo espitirual y corpóreo. Verdadero en el sentido más cierto. Hace tiempo traduje un libro de Rose al español, el primero y al parecer único que se tradujo.

Nada tienen que ver esos cinco hechos, pero parecieran quererme decir algo. Esa, quizá, es la labor del arte, encontrar relación y explicación entre hechos inconexos. ¿Cómo saberlo sin escribir una historia de horror, el horror de la existencia ignorada, quizá, con esos hechos?

¿Cómo saberlo?

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