La normalización significa, también, la creación de un
discurso anormal o disidente o periférico. Si no todos pueden vender
los libros no es sólo, y obvio, que no todos pueden leerlos, implica la
creación de un espacio de alteridad, alteridad que define lo normal al
estar fuera. La pornografía blanda, por usar la terminología al uso, por
ejemplo, estaba dentro de los límites, en la frontera, pero con carta
de ciudadanía del centro. Lo mismo ciertas disidencias.
Los
últimos 60 años al menos hemos visto los caminos de los significados más
externos. La normalización del feminismo, de los movimientos LGBTTI, de
los verdes, ahora de los piratas. Lo que, por decirlo así, estaba fuera
del discurso se convierte en uno de sus centros. La normalización,
pues, implicaba un centro hasta que, al integrar tanto, ahora hay una
multitud de centros.
Las perversiones de ayer son los mercados
de mañana es el eslogan claro de quienes quieren solamente vender y
viven en el centro. Claro que al no existir un solo centro las cosas han
cambiado. La normalización implica también la imposibilidad, en
principio conceptual, de encontrar otras manera de comercializar. Así
les ha ido a quienes no desean el cambio.
Curioso, los libreros
españoles demandan a Amazon por la sola razón de que no tienen manera de
competir y, como no pueden competir, suponen que el otro viola la ley.
¿Más normalizado? No hablemos de regalar los libros o de permitir
leerlos por vía de suscripción. Si cualquiera puede vender libros, no en
tanto potestad sino en cuanto hecho mismo, la necesidad de espacios
dedicados desaparece. Sorprende, en verdad, la casi ausencia de
proyectos colaboradores para crear una alternativa a Amazon. B&N
defiende su mercado anterior, cambia para intentar seguir igual.
Pensemos en Google Books. Primero digitalizó y ahora, lo que es dominio
público, intenta venderlo. HP ensayó vender ejemplares impresos de lo mismo. Volvemos, pues, al asunto de la nervadura.
El caso extremo, patológico, es vender un libro en cero. El proyecto Gutenberg
fue, en ese sentido, el inicio del cambio fundamental de la manera de
vender libros. (Venta en tanto puesta en circulación, pues la nervadura
anterior implica que la única manera se da por la venta, pues la
biblioteca pública presupone la compra de libros). Entre los ejemplos
recientes: Ganso y Pulpo, Unglue, 24symbols, Red Lemonade. Amazon,
parece, ensaya lo mismo: vender suscripción a su servicio premium y
pagar por descarga al autor o a la editorial un cantidad mínima. ¿Qué significa que proyectos
opuestos y antagónicos ensayen lo mismo? Debemos pensarlo a fondo. Ensayo: los libros ya son periferia...
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