La revista del Instituto Max Planck quería decorar su portada con un poema chino. Pensaron haberlo encontrado y fueron felices. El problema fue otro. El tal poema chino era, en realidad, el anuncio de un club nudista, donde anunciaban "esposas calientes" y encomiaban altamente su "actuación encantadora y coqueta, bellas como el jade, con cuerpos ardientes".
Claro, hubiera sido, digamos, científico, buscar alguien que en verdad supiera chino y pudiera entender lo que decía el letrero. No faltó quien les propuso que, tan sólo, escriban en chino: "somos analfabetos". Decorativamente servirían igual.
Se cuentan historias de tatuajes con significados muy distintos de los que piensan sus portadores. Uno dice "Soy un extranjero muy feo" o "Es fácil separar a un tonto de su dinero". Cierta joven alemana tiene un tatuaje chino en su cuello que significa: puta.
Ay!, el chino...
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