El lunes, me pregunta si me interesaría un libro. Suyo, desde luego.
El martes me lo envía.
El miércoles llama para saber si ya le tengo respuesta.
Hoy, jueves, que proso estas líneas, se indigna al no tener respuesta. Amenaza con buscar otra editorial. Él necesita tenerlo impreso para fines de año. ¿Cambio de sexenio?, me pregunto.
Mañana, viernes, que los dioses se apiadan de mí mismo y le den la fuerza para ir por otro.
Cuando pido paciencia franciscana, muchos, creen que bromeo. Cuando hablo de lentitud, creen que no soy serio. Cuando les digo que no soy de fiar, apenas sonríen.
Cada día odio más las prisas. Propias, casi no tengo. Ajenas, todas son tan extrañas...
[Cumplo ya casi tres semanas de no ir a la oficina. Es tentador no ir nunca más. Desespera no poder hacerlo.]
Para publicar, deposite sin colgar otra moneda...
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