Dos días extrañamente fluidos en la Ciudad de México. Vengo de tomar un café, nueve y media, y la ciudad, incluso, parece habitable. Ayer, decidí aventurarme al centro para curiosear a mis anchas y a mis largas la Feria del libro de Minería. Un centro tranquilo, pese al bloqueo en la Asamblea del DF. Y con el día de hoy, me siento extraño: ¿no sabrán los demás algo que ignoro sobre estos lares?
Soy el felicísimo propietario, y pronto lector, de La historia de Genji, de Murasaki Shikibu, editado por Atalanta con intermedia o falsa traducción de Jordi Fibla. Falsa, porque no es del japonés, sino hecha a partir de la excelente, según es fama, de Royal Tyller al inglés, que a diferencia de las de Arthur Waley y Edward Seidensticker, está bien escrita, es por demás completa e incluye notas iluminadoras y exactas. La de Waley parecía libro condensado, la de Seidensticker, era a veces tan fiel que se volvía ilegible. Falsas traducciones las ha llamado la tradición, pero falsas fueron casi todas las clásicas... Y como no he leído la de Tyller, pues bienvenida ahora la española, por primera vez, al parecer, completa.
Pero quería hablar del precio. En inglés vale unos 25 euros, de Penguin; la de Atalanta, en España, unos 45 euros, en México la misma de Atalanta tiene un precio de lista de casi 85 euros, aunque en la feria se puede conseguir en 55 euros. ¿Por qué las diferencias? Muy simple, en México los distribuidores duplican, o casi, el precio de lista de los libros españoles que importan, y de los argentinos, colombianos e incluso estadunidenses y franceses, pues como las librerías piden entre 45 y 50 por ciento de descuento, es, según dicen, la única manera de comercializarlos. La ley de precio único no avanza en el congreso, entre otras razones, porque en México todos están pensando en las próximas elecciones y el asunto del precio único no está claro para nadie, pues la cadena que más vende, que equivaldría a las grandes superficies de otros países, no ofrece ningún descuento, y las librerías sí, hasta del 30 por ciento. Lo que complica todo. Pues hacen falta, y con urgencia, librerías. Los altos precios generan buenas ganancias, aunque a costa de la muy baja lectura. Siempre es mejor ganar mucho más que sus pares españoles, tanto por parte de los libreros como de los distribuidores, dada la venta menor. Me dediqué a preguntar en las grandes editoriales por ciertos autores poco famosos, casi ninguno estaba a la venta en la feria.
Y festejo, desde luego, que Jacobo Siruela haya vendido su editorial para iniciar otra, Atalanta. Debe ser adicto a los retos y las dificultades, y Siruela, de cierto, ya caminaba con soltura...
1 comentario:
Como quieren que la gente lea con esos precios???
¡Y yo muriéndome de hambre porque sólo escribo de lo que me apetece! Y claro, no gusta la literatura subversiva xDD
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