miércoles, febrero 01, 2006

De cómo los poemas pésimos son, pese a todo, poemas

La libertad de expresión debe ser universal para existir. No acepta asegunes ni alomejores ni quizáses, debe ser total. Bien es cierto que el poema de Witz, La patria entre mierda, es pésimo. Pero es un poema. Y como todo poema debe evaluarse estéticamente, no penalmente, ni siquiera, legalmente. Mi argumento es sencillo:

Un poema pésimo es un poema.
Cualquiera puede escribir poemas [pésimos].
Cualquiera puede publicar poemas [pésimos].
Nadie puede ser juzgado por sus poemas [pésimos] penalmente.

No defiendo a Witz en lo absoluto, mucho menos defiendo a su pésimo poema, defiendo su derecho a escribir y publicar poemas pésimos y a que se valoren sus poemas y su acto de publicarlos a nivel estético, no a nivel legal.

Mal anda el país cuando el ministro de la suprema corte califica, precisamente, de pésimo poema a un pésimo poema desde un punto de vista estético para, sobre ese juicio estético, establecer un juicio moral que convierte en juicio legal para negarle el amparo. José Emilio Pacheco dice: No amo a mi patria. Cierto que legalmente no hay obligación de amar a la patria, al menos por ahora, pero alguien podría demandar a Pacheco por injuriar a la patria y, lo que me parece muy grave, el juez tendría que aceptar la demanda y resolver sobre la misma, pues la suprema corte negó el amparo de que la ley sobre los símbolos patrios es menos importante que la constitución, pues ciñó la libertad de expresión a los límites de no crearle problemas a nadie en su moral, buena fama, moral pública y símbolos patrios. Porque una de las mayores estrategias en México para restringir la libertad de expresión es acusar a los periodistas de Difamación y daño moral. Recordemos el caso de Lydia Cacho. Y la difamación en gran parte del país es un delito penal por el cual puede cualqueira ser encarcelado. Y la suprema corte dijo, al final de cuentas, que esas leyes menores tienen más peso que la propia constitución, que establece la libertad de expresión, que viene junta a la libertad de pensamiento, de creencia y de información.

Esa parte es la que me parece grave. La imaginación de Witz es elemental y por demás escatológica, vamos, propia de un niño pequeño que juega apenas con palabras y conceptos y repite caca entre carcajadas. Pero nadie puede juzgarlo en tribunales por ello. Puede, podemos, evaluarlo estéticamente, y decir que es pésimo y, junto a ello, decir que tiene todo el derecho de publicar sus poemas.

PD. Vamos, podríamos reclamarle a los demandantes de Witz daño moral, pues de no haberlo demandado no hubiéramos tenido necesidad alguna de leer a Witz...

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