miércoles, septiembre 12, 2012

7. ¿La rentabilidad es fundamental para los libros?


Si el libro tiene dignidad, decía, no tiene precio. Quienes defienden la superioridad moral del papel defienden, en muchos casos, el carácter absoluto del significado otorgado por el libro. La rentabilidad se torna esencial por el hecho de que editar es un proyecto. No hay editores de un solo libro. Y un proyecto necesita recursos. La tensión se torna extrema cuando asignan al libro electrónico el carácter de cosa material, simple estofa de comercio. 

El problema es doble. Por una parte el libro mismo como ventana al sentido, por decirlo así. Por otra parte la dignidad expresada en esa materialidad que, para sostener el proyecto, debe ser rentable. Vayamos por partes.

El libro es un objeto significante y logra serlo por medio de su materialidad medida y precisa. Es un objeto cuyas partes fundamentales, las páginas, despliegan su instrumento más preciado: la tipografía. La invención del tipo móvil y con él de las artes todas de la imprenta permitió crear una ventana a la comunidad. La tipografía nos lleva a los otros, pues los otros son el lenguaje fijado en la página. Inventó también al individuo como lo entendemos ahora. Permitió conectarse con otros por medio de esa ventana que es la mancha tipográfica. Bien lo decía Beatrice Ward, la buena tipografía es transparente, como una copa de cristal, como una ventana. Es un hecho fundamental. La tipografía significó el significado, permitió acceder al pensamiento y el sentimiento de los otros de una manera sistemática y permanente. Y lograr esa ventana fue históricamente costoso. La forma de hacer accesible esa ventana fueron el aumento de tirajes y los préstamos gratuitos: las bibliotecas. La justificación de la rentabilidad de las empresas editoriales (que fueron primero imprentas, luego librerías, luego editoriales) radicaba en la estética tipográfica y la nervadura de la que hablábamos antes. 

Las discusiones sobre la tipografía digital se tornan, a veces, delirantes y otras tristes. La ventana no se logra ahora por medio de la estética de la página, se logra con cualquier texto codificado, etiquetado, en una pantalla. Tan no es fundamental ya la tipografía que servicios por Readit son agradecibles. Leer como me sea más fácil a mí, no como lo decida ni el editor, ni el diseñador, ni… Quienes se quejan de la falta de precisión en los libros electrónicos son los mismos que se quejan de que no hay filtros, pues editar era filtrar y parece que deja de serlo. Ahora todos editan, sí, pero faltan muchos por editar. Pregunta sencilla, si no hay contenidos digitales suficientes en español: ¿por qué no comienzan las bibliotecas a publicar en electrónico? ¿Las editoriales universitarias especializadas? ¿Los maestros para los alumnos de su clase? Pensemos en los muchos contenidos de dominio público, ¿qué lo impide? Nuestras cárceles mentales, nada más.

Lo mismo con la rentabilidad. Ya no es necesario gastar mucho para lograr esas ventanas de sentido. En la biblioteca, en el salón de clase, en grupos de estudios, en apuntes específicos, en la edición gozosa (Ganso y Pulpo, por ejemplo) no hace falta hablar de rentabilidad. Porque, además, la rentabilidad desde el inicio estuvo unida al tiraje, a la cantidad de libros. Ya no existe el problema. ¿Editar para nadie? Sí, es posible y no es un problema. Editar para muy pocos. Editar para un momento. 

Parece pues que la dignidad no está unidad al precio. Quizá por primera vez. Lo que nos lleva a un lugar nuevo: el libro electrónico, cuando tiene dignidad, la tiene en verdad. Claro, puede venderse, pero también puede regalarse o liberarse.

 Digámoslo de una manera mucho más sencilla: por primera vez es posible editar sin necesidad de vender lo editado. Publicar, hacer público, sin necesidad de pasar directamente por el comercio. El proyecto Gutenberg señaló un camino, Unglue.it señala otro. Debemos inventar muchos otros.

¿Por qué no hay ninguna biblioteca en lengua española que tenga proyecto editorial electrónico? Me es un misterio. Pensarán que debemos ir a la página a leer y no podemos llevarnos los libros y tenerlos. ¿Por qué? Porque no se han enterado de la dignidad del libro electrónico.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Interesante y acertado artículo, con el que estoy totalmente de acuerdo. No es necesario vender para escribir.

En cuanto a bibliotecas con proyecto editorial electrónico, en Málaga están haciendo cosas interesantes. Te dejo un enlace a un artículo de mi blog:

http://scriptaverba.wordpress.com/2012/09/12/las-acertadas-compras-de-la-red-de-bibliotecas-publicas-de-malaga/

Disculpa el auto-bombo y hasta pronto!

Bernat

Alfredo Herrera Patiño dijo...

Bernat, gracias por el comentario. Pero digo que para editar no es necesario vender, no sólo para escribir. Es el gran e inmenso cambio. Antes se editaba para vender y recibir dinero y editar o gastarse el dinero o se recibía dinero de mecenas o del estado apra editar. Ahora no es necesario y las bibliotecas deberían comenzar a utilizar sus presupuestos para editar algunas cosas, como también, por ejemplo, los hospitales o las líneas aéreas.

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