viernes, septiembre 30, 2011

El paraíso lector

Nunca había sido tan sencillo leer. Nunca. Poesía, matemáticas, física, novela, filosofía. Libros, periódicos, diarios, revistas, cartas. Palíndromos, haikús, teoremas, fórmulas. Nunca había sido tan sencillo recibir tantas y tan buenas recomendaciones. Nunca había sido tan sencillo adquirir un libro recién publicado en cualquier lugar del planeta casi en cualquier idioma. Nunca había sido tan sencillo leer los últimos artículos académicos de temas tan distantes y distintos como la psiquiatría molecular o la ingeniería genética o la física de partículas. Domina el inglés, es cierto, pero no se limita a él. Nunca había sido tan sencillo ser superficial o profundo, centrado o disperso, monotemático o abarcante. Podemos leer la primera edición del Quijote sin dejar en prenda ninguna falangeta. Las cartas de van Gogh sin perder fortuna alguna, del todo inexistente en la mayoría de lo casos. Quevedo, el grande y jocoso y venenoso Quevedo. O la primera reseña de Principia Mathematica. O las obras de Galileo. O al grande Swift. Los rollos del mar muerto, códices varios. Nunca habías sido tan sencillo leer.

¿Por qué entonces tantas y tan frecuentes quejas de los lectores? Nadie defiende la telefonía fija ni los teléfonos de disco y nadie lo hace por la sencilla razón que no hay nostalgia alguna. Nunca, tampoco, había sido tan sencillo realizar una llamada telefónica, de casi cualquier parte a casi cualquier otra. El teléfono fijo es un modo más, y no el mejor ahora, de estar conectado. Nadie defiende las máquinas de escribir o las plumas estilográficas. Es mucho más sencillo utilizar los teclados de todos nuestros aditamentos. Pero los lápices y las plumas y las libretas siguen existiendo y nadie teme su desaparición.

Nunca había sido tan sencillo editar. La tecnología ha hecho simple y barato hacer libros. Impresión offset con tecnología de placa directa, impresión digital para pequeños tirajes, impresión digital para impresión bajo pedido (POD), impresión digital de pliegos y encuadernaciones artesanales, ediciones cartoneras, ediciones artísticas con tipos móviles y muchas máquinas baratas. Libro electrónico, desde el ya viejo PDF, hasta libro web, epub o app, pasando por el inicial texto puro y duro del tipo del proyecto gutenberg. Nunca habíamos tenido tantos formatos por elegir.

Insisto, entonces, ¿por qué tantas y tantas quejas y lamentos? Ensayo las siguientes razones. Primera, si es asequible no es importante. Para muchos el esfuerzo por encontrar y llegar a ciertos libros o ciertos autores los hace más valiosos. Si se elimina la dificultad se elimina el valor. Segunda, populariza lo que debe ser elitista. Si cualquiera puede leer a Shakespeare, Shakespeare peligra. Hay un sentido de veneración. Tercera. No hay posibilidad de exquisitez si la copia es idéntica al original o, si se quiere, si todas las copias son originales, lo cual no sólo sucede con los libros electrónicos sino con la impresión digital. No hay libro raro cuando en cualquier momento puedo volver a realizar otro ejemplar idéntico e igual de raro o común. Cuarta. No hay permanencia. Los grandes libros son eternos y el sentido de eternidad con la reproducción digital se pierde. El pasado se vuelve tan incierto como el futuro, pues podemos tener, sin demasiado problema, copias de primeras ediciones que antes era imposible tener.

Profesan convicciones. Nunca leeré en pantalla. Nunca dejaré el papel. Siempre compraré libros, etcéteras y etcéteras. Y el olor, ¡ay!, cómo fascina el olor de los libros, como si tuvieran libros sólo para olerlos.

Los problemas no siguen siendo los mismos. Hay quienes no saben leer. Hay quienes no tienes acceso a ningún tipo de libros. Hay quienes no tienes acceso a la educación de calidad para poder leer libros. Problemas todos que ni dependen del olor ni de la consistencia de los libros sino de nuestros proyectos colectivos. Decía, no son los mismos, son más graves. Ahora, en el paraíso lector, las carencias son más inexplicables.

2 comentarios:

arati dijo...

Excelente e iluminador.

Por mi parte sólo dos breves anotaciones, a mi entender:
- Resulta más difícil leer una superfície vertical que no el hecho de que se trate de papel o pantalla. Ahí radica buena parte de la resistencia de las generaciones acostumbradas a leer en papel, que no leen en pantalla de computador pero sí en dispositivos móviles y tabletas.

- La cultura internet y de contenidos digitales impulsa un tipo de lectura sincopada y breve, forma lectores impacientes.

- Los libros, sí, son objetos hermosos y de deseo, nos gusta poseerlos: no me gustaría tener que renunciar definitivamente a ellos.

Un saludo

Palimp dijo...

Totalmente de acuerdo.

Soy lector empedernido y suelo decir en cuanto tengo ocasión que vivo en el mejor de los mundos posibles. Puedo leer opiniones y reseñas no mediatizadas, recomendaciones internacionales, puedo comprar esos libros por internet en papel o en formato electrónico. Puedo elegir cómo leer -y elijo papel y pantalla. Tengo todos los clásicos en el disco duro ¡gratis!

No, no encuentro ningún motivo para la queja.

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