¿Por qué los libros nunca tuvieron publicidad? [Bueno, algunos sí, pero fue muy experimental y nada útil. Recuerdo una colección francesa de poesía directorio, porque antología no eran, donde en cada página par había un anuncio de lo que fuera y en cada página non un sentido poema.] La respuesta es sencilla: los libros no tienen públicos masivos. Los lectores de cualquier libro son minoría en una sociedad. Así de sencillo y así de maravilloso. Como adelanto tecnológico fue maravilloso, acepta tiraje enorme, como los millones que regala ahora el gobierno de Luis González y González [he recibido tres en la oficina, ninguno en mi casa] pero también acepta 100 ejemplares.
No sé qué sucederá con los libros. Los libros de referencia desaparecieron en celulosa hace mucho. Hacer una edición en papel de Wikipedia es más una gracejada que otra cosa. Los libros informativos y de textos están anclados a una tecnología en verdad obsoleta. Mucho mejor la computadora para enseñar con sonidos, imágenes, simulaciones, programas y aplicaciones varias. Tratar de entender, por ejemplo, la encuadernación copta contada detallada y con imaginación por alguien empeñoso en el siglo XIX nono se compara en nada a un viendo en youtube de 4 minutos. En un caso hay que leer 50 páginas, en el otro poner atención unos minutos, la diferencia es obvia.
¿Qué nos queda? La reflexión, la crítica, la imaginación. Si una novela ahora tiene banda sonora su edición no es un libro, será otra cosa, mejor o peor, pero no un libro.
Los intentos de edición electrónica son interesantes, pero casi nadie considera la posibilidad de imprimir los libros, sea por medio de la expreso book machine o por medio de talleres artesanales.
El asunto cada día salta más a la vista, toda la discusión sobre los derechos limita, no abre mundos. Los agentes literarios quieren el monopolio y volverse ellos quienes administren toda la cadena, los editores lo mismo, las distribuidoras igual. En un mundo globalizado, como se mienta, es obsceno que el mismo libro cueste en México el doble que en España y, lo peor, que sea un arduo y doloroso camino conseguir su versión en bitios.
Libranda es horrible. Cierto agente literario es casi mi enemigo por la razón sencilla de pedir derechos para hacer 50 ejemplares, pues no creo vender más. Si desea, mencioné, puede darme los derechos sólo para la Ciudad de México. No puede hacer el libro, no puede. Por cierto, nunca menciones que su urgencia es psicológica, pues es un camino automático para cancelar cualquier contrato. Ni se quejen, por favor, de que los llamen mejicas, así y tal cual, pues no son racistas ni discriminan, agente dixit, pues tiene amigos sudacas.
En fin, que los derechos de autor impiden el crecimiento del libro en celulosa y en bitios [lo tomo, desde luego, el asunto de los bitios de Libros y bitios]. Lo mismo intentaron con la música y así les fue. Parece que desean que alguien como Apple negocie directo con los causahabientes de los derechos patrimoniales, con los primigenios. Mucho de lo que se edita en español, se les olvida, es derivado. Y nada podrán contra Apple o Google.
No quieren vender más, quieren controlar más. No lo pagarán caro, simplemente no podrán pagarlo.
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