Para el suplemento de libros Hoja por hoja su fortaleza (generar el contenido, compartir los beneficios de la venta de publicidad y dejar que otro, una cadena de periódicos, pague la producción) devino su debilidad. Reforma, columna central de esa producción, decidió suspender el proyecto debido al aumento del papel, en este caso, a la devaluación enorme del peso (cerca de 40%).
Optimistas, ellos prefieren hablar de hibernación. Se les desea lo mejor, desde luego. Pero me hace temer. Su excelente proyectos Libros sobre libros depende, también, de acuerdos con el Fondo de Cultura Económica, que significa, en este país, de la actual directora, pues cuando cambian directores se reinicia todo; mala costumbre, no sé si nacional. Las colecciones Gestión cultural y QED las hacen junto con Conaculta. DIEM, el directorio de la industria editorial, depende de la fortaleza del sector, en fin, que la situación parece muy poco halagüeña, como poco halagüeña parece para todos.
Tumbona hace poco hablaba de un año negro. Monte Carmelo reduce tirajes. Editorial Colibrí termina por ¿desaparecer? Su página nos habla de ello o, también, de la falta de pago del dominio y ya sabemos cómo proceden ciertas personas de buena fe, según ellos.
Es la edad, estoy cierto, pero la presente crisis me encuentra cansado... En puridad, es mi tercera crisis... y la ley del libro, inexistente. Es mi segunda ley del libro, comienzo a imaginar que también será cíclico este asunto de que nunca entra en real vigor.
2 comentarios:
Hola Alfredo. Mi tema es ajeno al tema que trtas esta vez. Hace pocos días una amiga me obsequió uno de los libros elaborados por Taller Ditoria. Una obra bellísima y que me lleva a preguntar: ¿Sabes de algún lugar donde impartan, como si un taller fuera, clases para aprender a manejar un imprenta con tipos de metal o madera? Sé que esta petición paraece del siglo pasado, ¿pero qué quieres? Hace unos meses volví a la máquina de escribir.
Un fuerte abrazo.
S.R.
p.d. En conejoblanco me hice de dos de las libretas que edita Verdehalago. Son un regalo para los sentidos.
No, no conozco ningún lugar donde enseñen. Sería harto interesante, en verdad. El problema es conseguir máquinas pequeñas y baratas, como la Adana. La primera de Ditoria se llamaba Dominga, creo, por haberla comprado en Santo Domingo.
¡Qué bueno que te guastaron las libretas!
Saludos y parabienes
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