Ahora que nace Páramos ediciones [que su camino siempre sea sonriente] recuerdo algunas otras nacidas hace poco, o no tanto, digamos que en los dos miles, como El billar de lucrecia [que su senda se llene siempre de flores], Compañía [que no reciban demasiados manuscritos no solicitados], Tumbona [que siempre encuentren una tal para el descanso] y corroboro lo que ya sabemos: es más fácil editar, que vender, pues por cada muchas editoriales nace una librería de vez en vez y, a cambio, mueren varias. Larga vida a todas ellas, y a nosotros mismos, desde luego.
Y salta el gusto por las notas de prensa. Las presentaciones, se supone, sirven para que haya prensa y la prensa habida para la venta. Lo importante es medir cuánto en realidad sirven y funcionan. Y, para ello, hay que hacer números, sumas y restas, para empezar. Pues si se imprime el mismo número de ejempalres de la primera edición de todos los títulos de una editorial es que nadie hace números, así de sencillo. Y parece un secreto de estado: el negocio es reimprimir, y casi no veo reimpresiones en las editoriales nuevas ni en las independientes no tan nuevas.
Peleamos los mismos centímetros cuadrados en las mismas mesas de las mismas librerías, así de sencillo y así de terrible. Felicitémonos entonces...
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