viernes, octubre 05, 2007

Lo perdimos, señores, lo perdimos...

Santas cuántas sartas, lo hemos perdido, dirá el lector de esas líneas, pero me he puesto un tanto metafísico, pero más ontológico. ¿Es el libro una cosa? ¿Un objeto entre los objetos del mundo? NO, gritan mis adentros. El libro no es un cosa, ningún libro es una cosa, en el momento mismo en que se vuelve cosa deja de ser un libro. El azar llevó a mis manos, en una hora en que debía esperar sentado cierto acontecimiento, el libro de Bradbury Farnheit 451, donde no moraba hace muchos años. Más honesto, la infinita sucesión de causas y efectos me tuvo en su fila esa tarde. Cito:

...los libros sólo eran un tipo de receptáculo donde almacenábamos una serie de cosas que temíamos olvidar. No hay nada mágico en ellos. La magia sólo está en lo que dicen los libros, en cómo unían los diversos aspectos del universo hasta formar un conjunto para nosotros... ¿sabe por qué los libros... son tan importantes? Porque tienen calidad... Calidad, textura de información. La segunda [condición], ocio para asimilarla. Y la tercera, el derecho a emprender acciones basadas en lo que aprendemos por la interacción o por la acción conjunta de las otras dos.

1 comentario:

Estrella dijo...

Primera vez por acá. Espío y lo que leo me gusta. Pasaré seguido, entonces.

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