Obra de Francisco Quintanar:
Sobre el arte de editar e incurrir dichoso en las erratas, entre otros menesteres de los libros, su gozo, su hechura y algunos ensayos sobre variopintos temas.
miércoles, enero 31, 2007
domingo, enero 21, 2007
¿Cuál es el porcentaje que una editorial pequeña maneja para retribuir el trabajo del autor?
El mismo que las grandes, si nos atenemos a la regla general, de darle el 10% del precio de venta al público por ejemplar vendido. Claro, las editoriales grandes manejan adelantos, anticipos, sobre los ejemplares de la primera edición. Digamos, si se van a imprimir 100 000 ejemplares de algún libro, que se venderá a 100 pesos, de la primera edición deberá dársele al autor, vendidos los ejemplares, un millón de pesos, en cuyo caso un adelanto normal sería de 500 000 pesos. Pero todo es teoría. La mayor parte de las editoriales pequeñas le dan el 10% de los ejemplares al autor y santas pascuas. Es decir, la teoría dice que un adelanto debe calcularse sobre la totalidad de las regalías por generarse a partir de la venta de la totalidad de la primera edición. Pagar al autor a la firma del contrato la mitad de esa cantidad es la regla general. Pero, digamos, si la primera edición es de 300 ejemplares de un libro que valdrá 120 pesos, entonces el total de las regalías ascendería a 3600 pesos, lo normal, 1800 de adelanto. Razón por la cual insisto tanto en el asunto del tiraje. Pareciera tener sentido, por ejemplo, la venta de las obras de Rulfo en millón y medio de dólares de adelanto a Debate, la editorial española. Aunque no me queda nada claro si hicieron buen negocio, por no renovaron el contrato, pues pedían otro adelanto grande. El resultado es que se multiplican las ediciones de Rulfo sin tener claro cuál es correcta, pues de revisarlas inmediatamente saltan a la vista grandes diferencias. Impera, pues, el dinero. En el caso de las pequeñas, el dinero no es el centro alrededor del cual gravitan, antes bien, buscan cierto tipo de textos. El acuerdo mejor, en ese caso, es, a mi parecer, dar un adelanto simbólico, en el caso del ejemplo, 360 pesos, como muestra de interés y buena disposición por parte del editor, y esperar la venta. Cada seis meses, así lo señala la ley, hay que liquidar regalías. Es menester tener en cuenta los ejemplares de cortesía para el autor (de 5 a 10 por millar, en general), los ejemplares de cortesía para prensa y amigos del autor (en mi caso, no regalo a prensa y no otorgo más ejemplares al autor que los considerados en el contrato, claro, el autor, también por contrato, tiene el 50% de descuento sobre todo el material editado por nosotros) y las resposiciones, ejemplares todos que no deben considerarse en el pago de regalías (40 por millar, en algunos casos, 3 por millar en otros, depende de las estrategias de cada cual).
Asoma de nuevo la cabeza el tema de la administración. Para poder dar un informe de venta de ejemplares (al principio parece harto sencillo, pero al paso de los meses y de los años se complica, y mucho) hay que disponer de algún método para contar esas ventas, y para controlar las cortesías, y para controlar el almacén, y muchos etcéteras. Y por razones de pura economía, es mucho más barato vender que no vender libros, así de sencillo.
Además, desde luego, el problema de la retribución. Escribí hace tiempo algo sobre el asunto: ¿Cuánto vale un poema?
Preparo la siguiente...
Asoma de nuevo la cabeza el tema de la administración. Para poder dar un informe de venta de ejemplares (al principio parece harto sencillo, pero al paso de los meses y de los años se complica, y mucho) hay que disponer de algún método para contar esas ventas, y para controlar las cortesías, y para controlar el almacén, y muchos etcéteras. Y por razones de pura economía, es mucho más barato vender que no vender libros, así de sencillo.
Además, desde luego, el problema de la retribución. Escribí hace tiempo algo sobre el asunto: ¿Cuánto vale un poema?
Preparo la siguiente...
domingo, enero 14, 2007
Me pregunta Christian Ordóñez Bueno lo siguiente:
¿Dónde y cómo registro el nombre y el logotipo de la editorial?
¿Cuál es el porcentaje que una editorial pequeña maneja para retribuir el trabajo del autor?
¿Qué distribuidoras me recomienda para que los libros circulen en el DF y el resto del país, y cuál es el trato en este caso?
¿Qué implica la coedición y cómo se establece?
¿Qué se necesita para ser socio de la AEMI y cuáles son las obligaciones y los beneficios? (por cierto, ¿todavía no abren su librería?) Luego transformada en: ¿Por qué no pertenecen a la AEMI (Alianza de Editoriales Mexicanas Independientes?
Y finalmente, ¿Qué lugares me sugiere para presentar los libros en el DF?
Casi todas merecen un tratado, pues entrañan posturas y posiciones, tanto del editor como de los legisladores y, a veces, del gobierno todo y hasta del estado. En fin. Habré de darle respuesta de mi mejor forma posible.
1. ¿Dónde y cómo registro el nombre y el logotipo de la editorial?
En tanto marca, el nombre y el logotipo deben registrarse en el Instituto Mexicano de Propiedad Industrial. En tanto nombre comercial, en el mismo lugar como publicación del nombre comercial para dejar asentada la buena fe del bautismo, digamos. Es decir, si deseas usar sólo tú el nombre y el logo de la editorial en tanto marcas comerciales (es decir, que deban pedirte permiso y pagarte regalías si quieren usarlo, válganos el señor) debes registrarlo, como registraron, por ejemplo, el nombre de Juan Rulfo como marca comercial para que nadie pudiera usarlo sin autorización de la familia, en esta caso de un hijo. Los pueden registrar personas físicas y metafísicas, es decir, personas de carne, huesos y fluidos, o personas cuya existencia se da a partir de un convenio de personas, es decir, una sociedad anónima o una asociación civil o un sindicato o una cooperativa... Implica un costo, si no recuerdo mal, arriba de tres mil pesos y debe pagarse al año. En cuanto a la publicación del nombre comercial es un trámite preventivo. El anterior, como dicen los abogados, es constitutivo, en tanto que al registrar la marca la marca misma nace y se establece y, con ello, quedan puestos los derechos, los límites y las obligaciones, para el dueño y para los demás. Conviene hacerlo a largo plazo, no al inicio. Por ejemplo, en el caso de Verdehalago, algún bromista, por decirlo así, registró el dominio www.verdehalago.com.mx. Lo cual nos llevó a regostrar Verdehalago como marca, para impedir ese tipo de robo de dominios y de otros. En el caso del nombre comercial, permite decir que tu uso es de buena fe, es decir, no tienes intenciones criminales de piratería, pues al publicarlo por medio del Instituto, cualquiera puede verlo y señalar derechos de uso anteriores sin que incurras en falta alguna. Sea al momento de publicación (la queja) o después. Huelga decir que prácticamente ninguna editorial independiente lo ha hecho nunca, ni el registro de marca ni la publicación de nombre comercial. Conviene hacerlo, pero cuesta dinero, insumo harto escaso en general en las editoriales, sean independientes o no.
Ahora bien, sigo con los trámites, debe hacerse un registro como editor ante el Instituto nacional del derecho de autor (Indautor para los cuates) para solicitar el ISBN para los libros que se publicarán. Es un trámite harto sencillo, pero el ISBN cuesta dinero (los puristas dirán, el ISBN es gratuito, lo que cuesta dinero es la asignación...), no he consultado el precio actual, pero era casi de cien pesos por número. Después de publicada la obra, hay que dejar constancia del uso del ISBN mediante una ficha catalográfica. Todos los formatos están disponibles en internet, tanto en los institutos como en el registro federal de trámites y registros (bendita transparencia).
Falta lo mejor, según nuestra muy avanzada y sencilla ley, los contratos firmados entre editores y autores deben registrarse en el Indautor, so pena de no tener efecto ante terceros, es decir, si no registras el contrato ante la autoridad, no tiene validez, como si no existiera. Lo peor, desde luego, es el costo, entre registro de contrato, cotejo, copia y demás menesteres, cuesta cerca de mil pesos cada contrato.
También casi ninguna editorial independiente lo hace. El problema, en este caso, ya lo mencionaré después, puede venir con las coediciones o con las compras institucionales (Bibliotecas de aula, por ejemplo). Como muchas cosas en este país es una apuesta y casi todas las editoriales independientes utilizan o han (hemos) utilizado el muy preciso y prestigiado método del Dr. Borras (¡pues me aviento!, ¿qué puede pasar?).
Ahora bien, registrar un logo o un nombre implica una vocación comercial, de otro modo no tiene sentido, valga, que si no pretendes hacer rentable la editorial y el sueño es más bien editar a algunos poetas señalados, no vale la pena tanto trámite, pero si se desea volver rentable una editorial, lo primero, ¡ay, don dinero! es tener un plan, así de sencillo. Medir los recursos, calcular los gastos, estimar los ingresos, compararlos, distribuirlos y lograr que al paso de algunos ¿años? los ingresos superen a los gastos. Y al principio todo puede ser trabajo personal y voluntario, pero ninguna editorial sobrevive de ese modo, al menos no por mucho tiempo. Hay quienes tienen el gusto por fundar editoriales, que al paso de los meses o los años abandonan para fundar otra. Y un plan requiere esfuerzo. ¿Cuántos libros se publicarán? ¿Cuántos se venderán? Alguna vez me presentaron el plan a diez años de una editorial donde todo era coser y cantar, editar tantas novedades al año, vender el 50% de lo editado, aumentar los tirajes a los tantos años y retirarse en Miami, imagino. Nada más falso, imprimir no es sinónimo de ingreso, es sinónimo de gasto. Para imprimir hay que gastar, y mucho. Para distribuir hay que gastar, otro mucho. Para recoger lo no vendido hay que gastar, y mucho más y para cobrar también hay que gastar. Pero todavía no acaban los gastos, la logística y administración de todos esos gastos también cuesta, así que lo único cierto, hasta ahora, serán los gastos. ¿Los lectores están ansiosos por tus libros? Te aseguro que no. Los lectores, quizá el mundo entero, esté ansioso, pero no por leer, cuantimenos por tus libros. Los jefes de comprar de las librerías mucho menos. Imprimir cada día es más fácil y más barato. Elegir y vender, editar, pues, cada día es más difícil por ese mismo hecho. Insisto, pues, ¿quieres publicar algunos libros y ver qué pasa?, adelante, pero limita el tiraje. ¿Quieres hacer rentable tu apuesta? Limita el tiraje. La rentabilidad, casi nadie lo dice nunca, radica en el tiraje, en ningún otro lugar. Pero hasta los editores de años lo ignoran o, en el colmo, se encabronan cuando se les menciona. La salud, la rentabilidad, la prosperidad, la viabilidad, la permanencia, como quieras llamarlo, de una editorial está en hacer tirajes racionales, es decir, que se vendan en al menos 80 por ciento. ¿Es posible? Sí, pero requiere esfuerzo y ponerle cadenas a los deseos y la imaginación, que han de vivir dentro del libro, no en su comercio.
Entonces, antes del dónde, es para qué quieres registrar el nombre y el logo, pues la decisión de hacerlo implica ya gastos e implica, entraña, apuestas y rumbos. Al editor nunca deben rondarle los cómos o los dóndes sino los para qués. Las decisiones prácticas, operativas les dicen los administradores, pueden regularse e, incluso, volverse automáticas, las decisiones significativas, estratégicas les llaman los administradores, no, por eso el mundo es un tanto cuanto complejo, y el mundo editorial no es la excepción.
Hasta aquí, pues, la primera respuesta, otro día sigo.
¿Dónde y cómo registro el nombre y el logotipo de la editorial?
¿Cuál es el porcentaje que una editorial pequeña maneja para retribuir el trabajo del autor?
¿Qué distribuidoras me recomienda para que los libros circulen en el DF y el resto del país, y cuál es el trato en este caso?
¿Qué implica la coedición y cómo se establece?
¿Qué se necesita para ser socio de la AEMI y cuáles son las obligaciones y los beneficios? (por cierto, ¿todavía no abren su librería?) Luego transformada en: ¿Por qué no pertenecen a la AEMI (Alianza de Editoriales Mexicanas Independientes?
Y finalmente, ¿Qué lugares me sugiere para presentar los libros en el DF?
Casi todas merecen un tratado, pues entrañan posturas y posiciones, tanto del editor como de los legisladores y, a veces, del gobierno todo y hasta del estado. En fin. Habré de darle respuesta de mi mejor forma posible.
1. ¿Dónde y cómo registro el nombre y el logotipo de la editorial?
En tanto marca, el nombre y el logotipo deben registrarse en el Instituto Mexicano de Propiedad Industrial. En tanto nombre comercial, en el mismo lugar como publicación del nombre comercial para dejar asentada la buena fe del bautismo, digamos. Es decir, si deseas usar sólo tú el nombre y el logo de la editorial en tanto marcas comerciales (es decir, que deban pedirte permiso y pagarte regalías si quieren usarlo, válganos el señor) debes registrarlo, como registraron, por ejemplo, el nombre de Juan Rulfo como marca comercial para que nadie pudiera usarlo sin autorización de la familia, en esta caso de un hijo. Los pueden registrar personas físicas y metafísicas, es decir, personas de carne, huesos y fluidos, o personas cuya existencia se da a partir de un convenio de personas, es decir, una sociedad anónima o una asociación civil o un sindicato o una cooperativa... Implica un costo, si no recuerdo mal, arriba de tres mil pesos y debe pagarse al año. En cuanto a la publicación del nombre comercial es un trámite preventivo. El anterior, como dicen los abogados, es constitutivo, en tanto que al registrar la marca la marca misma nace y se establece y, con ello, quedan puestos los derechos, los límites y las obligaciones, para el dueño y para los demás. Conviene hacerlo a largo plazo, no al inicio. Por ejemplo, en el caso de Verdehalago, algún bromista, por decirlo así, registró el dominio www.verdehalago.com.mx. Lo cual nos llevó a regostrar Verdehalago como marca, para impedir ese tipo de robo de dominios y de otros. En el caso del nombre comercial, permite decir que tu uso es de buena fe, es decir, no tienes intenciones criminales de piratería, pues al publicarlo por medio del Instituto, cualquiera puede verlo y señalar derechos de uso anteriores sin que incurras en falta alguna. Sea al momento de publicación (la queja) o después. Huelga decir que prácticamente ninguna editorial independiente lo ha hecho nunca, ni el registro de marca ni la publicación de nombre comercial. Conviene hacerlo, pero cuesta dinero, insumo harto escaso en general en las editoriales, sean independientes o no.
Ahora bien, sigo con los trámites, debe hacerse un registro como editor ante el Instituto nacional del derecho de autor (Indautor para los cuates) para solicitar el ISBN para los libros que se publicarán. Es un trámite harto sencillo, pero el ISBN cuesta dinero (los puristas dirán, el ISBN es gratuito, lo que cuesta dinero es la asignación...), no he consultado el precio actual, pero era casi de cien pesos por número. Después de publicada la obra, hay que dejar constancia del uso del ISBN mediante una ficha catalográfica. Todos los formatos están disponibles en internet, tanto en los institutos como en el registro federal de trámites y registros (bendita transparencia).
Falta lo mejor, según nuestra muy avanzada y sencilla ley, los contratos firmados entre editores y autores deben registrarse en el Indautor, so pena de no tener efecto ante terceros, es decir, si no registras el contrato ante la autoridad, no tiene validez, como si no existiera. Lo peor, desde luego, es el costo, entre registro de contrato, cotejo, copia y demás menesteres, cuesta cerca de mil pesos cada contrato.
También casi ninguna editorial independiente lo hace. El problema, en este caso, ya lo mencionaré después, puede venir con las coediciones o con las compras institucionales (Bibliotecas de aula, por ejemplo). Como muchas cosas en este país es una apuesta y casi todas las editoriales independientes utilizan o han (hemos) utilizado el muy preciso y prestigiado método del Dr. Borras (¡pues me aviento!, ¿qué puede pasar?).
Ahora bien, registrar un logo o un nombre implica una vocación comercial, de otro modo no tiene sentido, valga, que si no pretendes hacer rentable la editorial y el sueño es más bien editar a algunos poetas señalados, no vale la pena tanto trámite, pero si se desea volver rentable una editorial, lo primero, ¡ay, don dinero! es tener un plan, así de sencillo. Medir los recursos, calcular los gastos, estimar los ingresos, compararlos, distribuirlos y lograr que al paso de algunos ¿años? los ingresos superen a los gastos. Y al principio todo puede ser trabajo personal y voluntario, pero ninguna editorial sobrevive de ese modo, al menos no por mucho tiempo. Hay quienes tienen el gusto por fundar editoriales, que al paso de los meses o los años abandonan para fundar otra. Y un plan requiere esfuerzo. ¿Cuántos libros se publicarán? ¿Cuántos se venderán? Alguna vez me presentaron el plan a diez años de una editorial donde todo era coser y cantar, editar tantas novedades al año, vender el 50% de lo editado, aumentar los tirajes a los tantos años y retirarse en Miami, imagino. Nada más falso, imprimir no es sinónimo de ingreso, es sinónimo de gasto. Para imprimir hay que gastar, y mucho. Para distribuir hay que gastar, otro mucho. Para recoger lo no vendido hay que gastar, y mucho más y para cobrar también hay que gastar. Pero todavía no acaban los gastos, la logística y administración de todos esos gastos también cuesta, así que lo único cierto, hasta ahora, serán los gastos. ¿Los lectores están ansiosos por tus libros? Te aseguro que no. Los lectores, quizá el mundo entero, esté ansioso, pero no por leer, cuantimenos por tus libros. Los jefes de comprar de las librerías mucho menos. Imprimir cada día es más fácil y más barato. Elegir y vender, editar, pues, cada día es más difícil por ese mismo hecho. Insisto, pues, ¿quieres publicar algunos libros y ver qué pasa?, adelante, pero limita el tiraje. ¿Quieres hacer rentable tu apuesta? Limita el tiraje. La rentabilidad, casi nadie lo dice nunca, radica en el tiraje, en ningún otro lugar. Pero hasta los editores de años lo ignoran o, en el colmo, se encabronan cuando se les menciona. La salud, la rentabilidad, la prosperidad, la viabilidad, la permanencia, como quieras llamarlo, de una editorial está en hacer tirajes racionales, es decir, que se vendan en al menos 80 por ciento. ¿Es posible? Sí, pero requiere esfuerzo y ponerle cadenas a los deseos y la imaginación, que han de vivir dentro del libro, no en su comercio.
Entonces, antes del dónde, es para qué quieres registrar el nombre y el logo, pues la decisión de hacerlo implica ya gastos e implica, entraña, apuestas y rumbos. Al editor nunca deben rondarle los cómos o los dóndes sino los para qués. Las decisiones prácticas, operativas les dicen los administradores, pueden regularse e, incluso, volverse automáticas, las decisiones significativas, estratégicas les llaman los administradores, no, por eso el mundo es un tanto cuanto complejo, y el mundo editorial no es la excepción.
Hasta aquí, pues, la primera respuesta, otro día sigo.
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