No deja de ser preocupante recibir un correo que dice, más o menos: me llegó un correo de alter.com con una muestra de disparates y pensé inmediatamente en ti. Sea y agradezco a AHP (¿si tenemos siglas iguales somos tocayos o siglayos? Como el diptongo de consoantes de Les Luthiers: ¿diptongonante o consonantongo?). Transcribo:
América latina es fértil en mandatarios que hablan curiosamente.
Del Cono Sur bajo las dictaduras de los ’70 y ’80 se recuerdan todavía frases de militares en el poder que cosquillean en la mente: “El país vivía una situación desastrosa y le imprimimos un giro de 360”, dijo uno.
Y otro: “Estábamos frente al abismo y dimos un paso adelante”.
O la muy notable de Pinochet: “Antes de hablar, voy a decir algunas palabras”.
Los civiles no escapan a esta norma, que el ex presidente argentino Carlos Menem cumplió con brillantez: “Mi libro de cabecera son las obras completas de Sócrates”, afirmó. Un maligno comentó que así era porque Menem nunca leía.
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