viernes, septiembre 15, 2006

El precio único, revisitado

Algunas dudas y varias imprecisiones. En efecto, era una pregunta retórica, pero señalaba hacia el acuerdo del descuento. Al estar el precio en portada y al existir un esquema claro de descuentos, se puede, digamos, aumentar el precio en algunos casos, cuando la revista o el periódico es de otra ciudad o de otro país, por ejemplo, y entonces se le suma el costo de oportunidad. Claro, las revistas y los periódicos caducan, no tanto en contenidos, pues algunos nunca están en estado comestible, sino en cuanto a exhibición. De ahí la razón de que algunas revistas bimestrales o trimestrales indiquen en su portada exhíbase hasta tal fecha.

Olvidamos todos que el primer acuerdo de precio único fue un pacto de caballeros, realizado, desde luego, por los ingleses. ¿Por qué no es posible un pacto de caballeros en México? Porque la mayoría no está de acuerdo.

Hasta donde pude informarme, y soy miembro de la cámara y estuve pendiente y converso cotidianamente con la gente de la Alianza, la posición por parte de los libreros era de apoyo. Pero ya saltó la liebre. Apoyaba la Asociación de Libreros de México, que no agrupa a todos. Pero lo más sorprendente es que la Caniem no respondiera las observaciones de la Comisión de competencia económica, como si no tuviera importancia su posición. Vimos bien que era fundamental, que el congreso sólo no basta, pues el ejecutivo puede observarla y pelear su no aplicación, como ya anunció la propia comisión.

Quizás soy demasiado realista, pero para mí el precio único está muerto. Se deben buscar alternativas, pues aun cuando la apruebe el senado, la Comisión la impugnará pues, en sus propias palabras, debe defender la constitución y su único propósito es que no existan monopolios ni acuerdos que perjudiquen al consumidor.

Acusar de ignorancia, fundamentalismo, opacidad u otros muchos varios y terribles prejuicios, no sirve de nada. La discusión debe ser legal, y nadie está dando argumentos legales. ¿Es constitucional el precio único? Se necesita una defensa jurídica. No soy experto constitucionalista, ni mucho menos, pero me parece que no lo es, pues el texto de la constitución plantea como característica básica de la justicia distributiva, léase económica, léase revolucionaria institucional, léase neoliberal que intenta rebasar por la siniestra, la competencia libre y desinteresada de los productores, empresarios y,o, editores.

Además, varias librerías no están de acuerdo, por las razones que sean, y nadie ha intentando convencerlos. En el desayuno para exponer la ley en la Caniem se propuso realizar un folleto que, parece, no se ha hecho.

Porrúa es un caso aparte. Los Sepan cuantos toda la vida han sido baratos y tienen el mismo precio, precio único, en todo el país. ¿Cómo lo logran? De nuevo, controlando los descuentos. Gandhi nunca pudo obtener descuento mayor al 30% de parte de Porrúa. Su argumentos principal, si no me das más descuento no te compro, no les importó. Hablamos de hace muchos años. Porrúa nunca cedió y Gandhi tuvo que aceptar las condiciones de Porrúa.

Podría entonces hacerse un acuerdo de caballeros entre los editores, pero entonces la comisión diría que existen prácticas desleales de comercio y los importadores, distribuidores, irían en contra.

Una duda enorme, ¿por qué el país con la mayor riqueza editorial y de mayores ventas en el mundo no tiene precio único? Claro, hablo de Estados Unidos. Es el país donde más se edita, donde más se venden libros, donde más editoriales existen y dónde más librerías hay.

Las críticas más inteligentes hacia el precio único dicen lo siguiente: el precio único es un camino tortuoso y difícil para lograr la rentabilidad de las librerías y la diversidad editorial. ¿No sería mejor crear esa rentabilidad y esa diversidad por métodos de subsidios directos?

Véase el artículo de Frederick van der Ploeg Beyond the Dogma of the Fixed Book Price Agreement

Podría ser una salida al problema, buscar el apoyo a la creación de librerías como primer paso para aliviar, en algo, el estado casi comatoso de nuestra industria editorial.

Al tiempo.

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