¿Cuántas páginas ha visto en su vida? No de libro, ni de revista, ni de periódico, páginas web, páginas virtuales. ¿Cuáles recuerda? ¿Sabe regrear? ¿Todavía existen?
No es tanto ya una red cuanto una maraña, seamos honesto. Así como hay familias de libros que uno va creando y alimentando a lo largo de la vida, novelas o ensayos o poemas que van reuniéndose como por voluntad propia y saltan de pronto a la memoria o rondan por días a la espera del momento oportuno, azares, pues, de las neuronas y las edades, así hay páginas que uno sabe existían y eran hermosas y dignas de mejor destino que el limbo del caché de google. Esa página, claro, donde relacionaban la medicina y la literatura, cierto, que no incluía Palinuro de México ni La invitación, digamos, como tampoco el ensayo de Davemport sobre los riñones en la literatura norteamericana, no tengo la más pálida ni peregrina idea de dónde encontrarla. ¿La sífilis de Boswell? Quizá.
Maraña, pura maraña. Lo demás es optimismo.
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