martes, julio 18, 2006

Franquismo y memoria

El 14 de julio de 2006, en el Ateneo de Madrid, condenamos públicamente el franquismo. Además pedimos lo que en justicia tenía que haberse hecho tras la muerte del dictador, el General Francisco Franco: colocar los hechos en su lugar, resarcir a las víctimas, condenar a sus verdugos y disponer en la memoria colectiva, las bibliotecas, las calles, los libros escolares… de los hechos tal cual ocurrieron, sin piadosas mentiras ni viles engaños.

Sin católicos tapujos, con la valiente y limpia mirada de quien dice la verdad, deberíamos poder hablar libremente de los pueblos de España como lo que fueron desde el 18 de julio de 1936: víctimas también del fascismo que asoló el mundo en el siglo XX, y que sobre nuestra tierra usaron métodos conscientes de exterminio sobre las personas destruyendo al tiempo nuestro patrimonio ideológico, político, económico y cultural. Su nombre: crímenes contra la humanidad. No prescriben.

Así es como no se quiso que se viera desde el 12 de noviembre de 1975: los restos del dictador siguen disfrutando de hermosas flores sobre su tumba en el Manthausen español del Valle de los Caídos.

Bienvenida sea ahora, tras 70 años de cruel silencio, satisfacer la necesidad de una Ley que “contemple, entre otras medidas, la anulación de todos los juicios penales y militares, porque fueron arbitrarios e ilegales, y la declaración de nulidad de todas las acciones represivas con valor jurídico del régimen franquista. (…) No hay memoria sin lugares ni lugares sin memoria. Hay una geografía española de la lucha en defensa de la legalidad y de la Libertad y de la represión que debe ser conservada para el conocimiento de las generaciones futuras.” [completo]

Desde luego, por medio de Libro de notas. [Saludos a Marcos y Roger].

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