Los servicios secretos norteamericanos tienen expedientes sobre casi todo mundo. Ezra Pound, sustancioso, Willheim Reich, por ejemplo, informante del FBI. Incluso sobre el sencillo y bondadoso Rudolf Carnap, a quien no le encontraron nada sospechoso, ni siquiera su pasión por la lógica. Vamos, hasta Groucho Marx. Abrir expedientes es un ejercicio democrático de transparencia. En México todo nos asusta y a todo le vemos conspiraciones y triples intenciones. Que el gobierno espiara a Garro y a Paz no debe sorprendernos, que, probablemente, Garro les haya dado algunos informes, tampoco. El exceso, si bien miramos, proviene del IFAI en llamar primero informante y luego espía a Garro, cuando todavía no tenemos acceso a los documentos.
En fin, paciencia franciscana...
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