martes, junio 27, 2006

Dormir con el diccionario

¿Qué hacer con el lenguaje? Digamos, una poeta se sienta frente a la página en blanco de su libreta, frente a la hoja en blanco de la resma dispuesta sobre su escritorio, frente a la pantalla de su computadora, dentro de su procesador de palabras... dispuesta(s) a escribir. ¿Qué hacer con el lenguaje? No con el lenguaje de todos los días, no con el lenguaje que todos usamos, [cierta otra horrenda, hórrida, hórfidal, escritora: escribir es fácil, es como hacer la lista del supermercado], no con el lenguaje en cuyo beneficio se trabaja y se piensa y se pasea. Con otro lenguaje, el mismo, pero distinto, tan desigual, tan lleno y tan distante. ¿Qué hacer con las palabras que son tan de todos y no dicen nada? ¿Cómo hacer cosas con palabras? ¿Cómo lograr que las palabras funcionen, no funcionen, crezcan, no crezcan, nazcan, no nazcan, germinen, no germinen, exploten y sean como el gesto y la mirada, la luz y la mirada. ¿Dormir con el diccionario? Vivir con las de la ley y con la ley misma. ¿Cómo decir algo distinto con esas palabras que sólo saben decir lo mismo, y dicen lo mismo porque dicen lo que dicen al decirlo y al callarlo y al hecho mismo de sugerirlo? ¿Tener Fantasías en las estructuras permeables? Treinta y dos veces treinta y dos, ¿nueva cábala? ¿Quién la víctima, quién la victimaria? ¿Qué hago mío al hablar? ¿Mi vida? ¿Toda ella? ¿Cómo llegamos al futuro? ¿Qué quieres decir? ¿Qué?

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Lyn Hejinian, My Life; Laura Elrick, Fantasies in Permeable Structures; Joan Retallack, How to do Things with Words y Harryette Mullen, Sleeping with the Dictionary.

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