Diario dispongo de algunas horas ganadas al tiempo. Muy simple, llego caminando a donde trabajo con pocos pasos y en pocos minutos. Serán diez calles las que separan mi casa de la oficina. Traducido en tiempo, me regalo de este modo unas tres horas diarias y esas tres horas diarias, bien mirado, dan hasta para ponerse a estudiar chino. ¿Cómo logramos complicar tanto el mundo? No lo sé. Pero a veces me confundo. Llevo una vida pueblerina, por decirlo así, pues habito en la misma colonia que cuando niño y mi oficina de hecho está en la misma calle en la cual jugó mi infancia. Conozco a muchas personas desde que tengo uso de razón y he visto los buenos y malos cambios de estos lares. Y recuerdo detalles intrascendentes, que parecen de hace mucho tiempo...
La prisa, nos domina la prisa, y por eso vivimos lejos, para desear llegar rápido. Y, desde luego, uno de las reacciones secundarias, como dicen los médicos, es la nostalgia prematura, todo sucede tan rápido, que rápido nos da por desear lo ido...
1 comentario:
Cuanta razón tienes, Alfredo, todo sucede tan rápido...
Yo también vivo cerca de mi trabajo, al menos ahora que nos están haciendo un edificio nuevo y mientras estamos en una casa muy grande, esperando. El vivir cerca de mi trabajo me gusta mucho, pero con todo muchas veces se me hace tarde y a correr. Terrible.
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