Sobre el arte de editar e incurrir dichoso en las erratas, entre otros menesteres de los libros, su gozo, su hechura y algunos ensayos sobre variopintos temas.
miércoles, diciembre 09, 2009
Bitácoras y peluches
¿Recuerdan los frascos azules de crema Nivea? De niño acaricié la idea de poner ambas dos en los flancos ambos también de la bicicleta mía. Recuerdo, todavía con sorpresa, un taxi en el cual había una de las susodichas con un foco dentro que, sincónico, prendía cuando el diestro chofer pisaba el freno. Era un niño, sabrán disculparme. Hay bitácoras cuyos autores sienten que poner todo, en verdad, todo colgado en ellas, es no sólo un gusto inenarrable, sino un gozo inmmerecido para quienes intentamos leerlo. Y muchas veces la máquina inicia con una música que no me interesa, con cientos de fotos que se tardan, con gadgets complejos y numerosos. Es queja, desde luego. En mi descargo tan sólo señalo: en el mío blog no hay frasco alguno de la nieve mentada.
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