No es común ver un libro en una estampilla, cuentimenos festejar el diseño de uno. Un gozo, desde luego.
Y claro, como los ingleses inventaron las estampillas, son los únicos que no precisan poner el nombre de su país en sus timbres postales, y señalan en este caso no el precio, sino el servicio: doméstico de primera..., el cual, difícil de creer en un lugar como México, llega el siguiente día hábil.
hermoso! :)
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